Bolsonaro preso: diplomacia para afuera, puño de hierro para adentro

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Al día siguiente de que Lula da Silva celebrara la decisión de Donald Trump de levantar parcialmente los aranceles, la Policía Federal, por orden de Alexandre de Moraes, irrumpió de madrugada en la residencia de Jair Bolsonaro, lo detuvo y lo trasladó a una celda. El expresidente padece desde hace meses un hipo persistente e incapacitante, secuela de la última cirugía tras la puñalada que recibió en 2018 durante la campaña electoral.

Los oficialistas festejan simultáneamente el alivio arancelario y la prisión de Bolsonaro. La oposición, en cambio, denuncia un atropello jurídico grotesco y los hijos del expresidente acusan directamente a Moraes de querer acabar con la vida de su padre, el líder político más popular de la oposición.

Es en este tipo de momentos en que se puede apreciar como la sociedad brasileña es víctima de una guerra híbrida impulsada desde el poder: para la población no es simple distinguir entre paz y conflicto en medio de los acontecimientos simultáneos que suceden en la actualidad y por lo tanto, hay un estado permanente de confusión e incertidumbre.

¿Por qué ordenar su detención de Bolsonaro precisamente ahora? El senador Flávio Bolsonaro había convocado el viernes 21 de noviembre una vigilia de oración por la salud de su padre para el día sábado 22 de noviembre en la noche a las afueras del condominio residencial donde se encontraba su padre en prisión domiciliar. Horas después, Moraes dispuso el traslado inmediato desde la prisión domiciliaria a una celda.

Los grandes medios brasileños difundieron un video donde se ve que la tobillera electrónica fue damnificada y, a partir de esa imagen, sostuvieron que intentaba destruir el dispositivo para fugarse. La defensa aclaró que esa historia no es verdad y que además resulta absurda, pues el condominio donde vive el expresidente está vigilado las 24 horas por los cuerpos de seguridad del Estado.

Mientras escribo, los principales líderes del Partido Liberal cancelan sus agendas regionales y viajan de urgencia a Brasilia para definir una respuesta conjunta. Ya se convocan vigilias y oraciones por la vida del expresidente y su familia.

Queda por ver cómo impactará este episodio en las negociaciones entre Washington y Brasilia. Recordemos que la carta de Trump que impuso los aranceles señalaba expresamente la persecución desmedida contra Bolsonaro como motivo central. Con la mediación brasileña, los EEUU dieron una muestra de buena voluntad desmontando parte del tarifazo.

Lula y Moraes coinciden, sin embargo, en la estrategia: diplomacia servil con Estados Unidos y mano dura contra la oposición interna. Es el mismo libreto del chavismo: nunca enfrentan directamente a Washington, pero aplastan sin piedad a sus adversarios locales para mantener sus intereses y el poder.

Este puede ser el momento de la reunificación de la derecha brasileña. El “tarifazo” había generado divisiones y ataques cruzados que debilitaron a la oposición. Pero al intensificarse la persecución abierta contra Bolsonaro es el momento de cerrar filas, fortalecer el bloque en el Congreso y preparar 2026 con una agenda unitaria de lucha.

La vía electoral sigue abierta. Con una oposición cohesionada para 2026, es posible impulsar el impeachment de Alexandre de Moraes y otros magistrados, liberar a los presos políticos incluyendo a Jair Bolsonaro, y retomar el rumbo económico de prosperidad con reformas profundas.

En este momento no hay incentivos ni liderazgo para una ruptura armada. Por el contrario, sí los hay para participar masivamente en la política institucional y desmontar, paso a paso, las estructuras de persecución antes de enfrentar el verdadero poder paralelo que hoy decide el destino del país: el crimen organizado.

Fuente: PanamPost

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