El objetivo estratégico de EE.UU. detrás del nuevo «Centro de coordinación cívico-militar» en Israel

ISRAEL Eduardo Zalovich*
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El secretario de Estado de EE.UU. Marco Rubio durante la visita al Centro cívico-militar al sur de IsraelFadel Senna / AFP

Para Estados Unidos, la estabilidad en Medio Oriente, más que la paz, es el objetivo estratégico. Trump quiere aprovechar los logros israelíes contra Irán, Hezbolá y Hamás para lograrlo. Evitar un Irán nuclear, estabilizar Siria, terminar con el terrorismo y expandir la normalización con Israel son la metas clave. Riad, Ankara y Jerusalén representan los pilares de este nuevo orden.

La Heritage Foundation, quizás el think tank más influyente para la administración republicana, recomendó en su último informe (marzo 2025) «ampliar los acuerdos de Abraham, restaurar la máxima presión sobre Teherán y fortalecer Israel al máximo». La creación de un Estado palestino -de soberanía limitada- no es considerado prioritario.

La política exterior de Trump, más allá de su tan particular estilo, ha reposicionado a Washington en el mundo. Biden transmitió una debilidad que ya no existe. Hay ahora una posición de fuerza y presencia militar como nunca desde la Crisis de los Misiles. No confundamos el estilo caótico con los objetivos, que responden a una larga planificación y apuntan a un nuevo equilibrio de fuerzas mundial. El Medio Oriente se ha transformado en zona prioritaria, y Europa ha perdido protagonismo.


Paralelamente, EE.UU. ha creado un «Centro de coordinación cívico-militar» en el sur de Israel -ubicado en un remodelado depósito de la ciudad de Kiryat Gat, a unos 50 km. de Gaza- para supervisar la implementación del alto al fuego, la entrada de más ayuda humanitaria y la transición hacia un gobierno civil en la franja. A pesar de haber aceptado y firmado, las fuerzas restantes de Hamás no están cumpliendo el acuerdo. Los cuerpos de los rehenes asesinados aún no han sido todos entregados y se niegan a desarmarse. 

El Secretario de Estado, Marco Rubio, ante periodistas en la base, afirmó que «Hamás será desarmado de un modo u otro, y se evitarán sus crímenes en el futuro. Simplemente, no lo permitiremos», destacó. Ya se instalaron 200 militares y personal civil americano. El funcionamiento del centro coincide con la firma del plan americano de 21 puntos, que intenta armar un nuevo escenario de seguridad en toda la región.

El monitoreo del alto el fuego debe confirmar que las partes respetan las condiciones y documentar violaciones. En esta primera etapa del plan, la importancia del mismo quedó destacada –por si hacía falta- con las visitas sucesivas de JD Vance y Marco Rubio, y sus extensas reuniones con gobernantes civiles y oficiales militares. También ha resultado clave el regreso de Jared Kurchner, yerno de Trump -casado con Ivanka, la «hija preferida»- quien tiene gran influencia sobre su suegro. Se lo considera el «cerebro» de todos los acuerdos firmados. Además, Ivanka «juega» en total coordinación con él. Tienen visiones similares y ella se convirtió al judaísmo cuando se casaron. Así lo comentó entre risas el mismo Trump en la Knesset de Jerusalén. Paralelamente, la amistad de la familia Kurchner con Netanyahu lleva décadas. Casualidades de la vida.

Objetivos y dudas
Los objetivos básicos, como mencionamos, son el monitoreo del alto al fuego, verificar su cumplimiento, detectar problemas en tiempo real e informar a las partes involucradas. También facilitar el tránsito por pasos fronterizos y sincronizar acciones con las naciones participantes. Lógicamente, la presencia estadounidense implica darle peso a la supervisión y disuadir incumplimientos.

Un interlocutor poderoso reduce fricciones y facilita los acuerdos multilaterales. Washington aporta medios de comunicación, inteligencia y logística. Sus drones ya están sobrevolando la franja. El mensaje es que la implicancia no es sólo técnica, sino un compromiso político de alto nivel.

En diálogo directo con un oficial de Inteligencia, explicó a El Debate que el Ejército hebreo «siente una mezcla de cautela y pragmatismo; por un lado, apreciamos la capacidad y la presión diplomática americana; por otro la seguridad en Gaza sigue siendo una responsabilidad israelí que no podemos delegar». En la prensa local se insiste en la necesidad de reglas claras para evitar incidentes.

La respetada analista radial Roxana Sapi presentó la tregua como «una bicicleta con ruedas pinchadas: la presencia estadounidense es el kit de reparación y la linterna para trabajar de noche -imprescindible-, pero si quienes la conducen no quieren pedalear en la dirección correcta, no hay kit que alcance». Ahora habrá que estar atentos... y esperar.

*Para El Debate

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