elecciones-Japon-2025

El 4 de octubre de 2025, Japón elegirá a su cuarto primer ministro en cinco años, ya que Shigeru Ishiba dimitió tras solo un año en el cargo debido a las presiones internas dentro del Partido Liberal Democrático (PLD). Aunque los cambios de liderazgo son habituales en un sistema parlamentario, el proceso se produce en un momento de incertidumbre económica y transformaciones sociales en la sociedad japonesa, que se suman a las crecientes tensiones geopolíticas en la región de Asia-Pacífico.

Como latinoamericana que vivió en Japón durante el COVID-19, me encuentro reflexionando sobre las implicaciones del asesinato de Shinzo Abe, el aumento de las acusaciones de cabildeo y la revelación de una secta relacionada con el poder, todo ello en un contexto de elecciones permanentes. Paralelamente, el PLD, partido dominante, se enfrenta a un panorama político cambiante, que podría poner en peligro su dominio en el futuro, a medida que los partidos recién formados ganan impulso.

Todas estas cuestiones plantean la pregunta de cómo el próximo primer ministro dirigirá la política interior y exterior hacia una nueva era. Dos candidatos destacados con perfiles muy particulares ya están generando expectativas mientras navegan por una compleja región Asia-Pacífico. Japón se está convirtiendo en un actor más fuerte en la política internacional, con una política de seguridad renovada, una mayor actividad militar y cooperación. El mundo debería estar atento a este proceso, comprendiendo su lógica, sus antecedentes y sus posibles consecuencias.

El cuarto ministro y los dos candidatos
Shinzo Abe dimitió en 2020 por motivos de salud, mientras el país se enfrentaba a las presiones debilitadoras de la incertidumbre del COVID-19. La administración de Abe, que se desarrolló en dos periodos —un mandato de un año entre 2006 y 2007 y otro más largo entre 2012 y 2020—, aportó estabilidad a un país que aún se enfrentaba a las consecuencias de «las décadas perdidas», el terremoto de Tohoku de 2011 y la crisis mundial de 2008. Antes de Abe, Japón también había atravesado una época de primeros ministros sucesivos, que algunos asocian con el estancamiento y la pérdida de confianza pública que acabó costando al PLD su mayoría en la Dieta.

El primer ministro Yoshihide Suga siguió a la era Abe, pero su Gobierno duró poco menos de un año. Con Japón cerrando sus fronteras, quedando rezagado respecto a un mundo en recuperación y con un índice de aprobación devastador (por debajo del 30 %), Suga dimitió. Fumio Kishida asumió el cargo en octubre de 2021. Sus cautelosas medidas para combatir el COVID-19 mantuvieron a Japón cerrado a los visitantes durante casi un año. Para los afortunados que pudieron obtener un permiso especial para entrar (yo llegué unas semanas después de que él asumiera el cargo), la experiencia fue aislante.

Y unos meses más tarde, el 8 de julio de 2022, Shinzo Abe fue asesinado por un ciudadano que afirmaba que existían vínculos entre el ex primer ministro y la Iglesia de la Unificación. Como figura política ampliamente reconocida, la muerte de Abe conmocionó al mundo. Pero a nivel nacional, abrió el debate sobre los vínculos económicos y políticos entre el PLD y la controvertida Iglesia de origen coreano, cuyos seguidores a veces se denominan «moonies». Kishida se vio obligado a dimitir en 2024, debido principalmente a sus resultados económicos y a su decreciente popularidad, así como a los vínculos del partido con la secta. Shigeru Ishiba, su sucesor, es el último de la lista y se enfrentó a varias crisis durante su año en el poder. Sin embargo, la razón más directa estuvo relacionada con las elecciones del 20 de julio a la Cámara de Consejeros, en las que el PLD perdió su mayoría.

Entonces, ¿quién será el próximo?

Dos candidatos, que ya compitieron el año pasado, lideran la carrera. Sanae Takaichi, exministra de Seguridad Económica, podría convertirse en la primera mujer ministra de Japón. Más que progresista, se le considera muy conservadora, se opone al matrimonio entre personas del mismo sexo y aboga por una revisión de la constitución pacifista. El siguiente es Shinjiro Koizumi, que podría convertirse en el primer ministro más joven de la historia de Japón, con 44 años. Koizumi, hijo de un ex primer ministro, desempeñó un papel fundamental en la lucha contra el aumento de los precios del arroz este año, un episodio que amenazaba con disparar la inflación en una economía ya sobrecalentada. También pertenece a la facción más liberal del partido en cuestiones sociales, lo que le ha hecho popular incluso entre algunos sectores de la oposición. Otros nombres posibles son Yoshimasa Hayashi, que ha ocupado el cargo de ministro en varias ocasiones y tiene formación internacional, y Yoshihiko Noda, del Partido Democrático Constitucional, de centroizquierda, que ha crecido significativamente en los últimos tiempos.

Japón en Asia-Pacífico
Quienquiera que asuma el cargo liderará la agenda internacional de Japón. El país ha visto crecer su papel en la región, y las políticas proteccionistas de Trump han creado la necesidad de que los actores regionales sean más activos. En 2022, Japón introdujo una estrategia de seguridad nacional revisada que reconocía abiertamente las crecientes amenazas en la región de Asia-Pacífico. Esta estrategia vino acompañada de la duplicación del presupuesto militar del país hasta el 2 % del PIB. Como era de esperar, el principal reto es la presión de China sobre el Pacífico y el estrecho de Taiwán. Sin embargo, Rusia y Corea del Norte, ambos vecinos de Japón, también se consideran riesgos para el país. A pesar de los problemas internos, los últimos primeros ministros han impulsado políticas y medidas para reforzar las alianzas de Japón y contrarrestar las amenazas, no solo mediante el poderío militar y los recursos, sino también mediante la guerra híbrida y la guerra de información, así como la seguridad económica.

El próximo primer ministro liderará una nación muy diferente al Japón anterior a la COVID, que ya se enfrentaba a importantes retos económicos, sociales y tecnológicos. La pandemia ha añadido más complejidad, incluyendo el envejecimiento de la población, la evolución de las alianzas globales y el cambio en el equilibrio de poder en Asia-Pacífico. El futuro de Japón dependerá no solo de abordar estas preocupaciones internas, sino también de fortalecer su posición internacional ante las crecientes incertidumbres geopolíticas. Las decisiones que tome el nuevo primer ministro serán fundamentales para definir el papel de Japón en la configuración del futuro de la región, lo que requerirá una combinación de visión estratégica, agilidad diplomática y reformas internas para navegar por un escenario mundial cada vez más turbulento.

Este artículo apareció originalmente en la Fundación para la Educación Económica.

Fuente: PanamPost

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