Argentina comienza el proceso privatizador de AySA

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Manuel-Adorni

“El gobierno nacional tomó la decisión de comenzar el proceso de privatización de AySA”, aseguró el vocero presidencial Manuel Adorni, en su conferencia de prensa de este viernes. El portavoz hace referencia a la “empresa pública” Agua y Saneamientos Argentinos.

Hasta 2006, el manejo del agua potable estaba en manos del sector privado, desde las privatizaciones de los noventa. Sin embargo, el expresidente Néstor Kirchner rescindió el contrato y creó una empresa estatal ese año. Desde entonces, el servicio quedó en manos de una compañía gubernamental, que se quedó con el 90 % de las acciones. El 10 % restante fue entregado a los trabajadores. La operación pasó a estar a cargo de la “Federación Nacional de Trabajadores de Obras Sanitarias”.

Ese 90 % del paquete accionario saldrá ahora a licitación en un esquema mixto de selección nacional e internacional para encontrar un operador estratégico e inversores, comentó Adorni. El 10 % de las acciones en manos de los trabajadores seguirán allí, pasando a coexistir en el futuro con los nuevos accionistas del sector privado.

El vocero aseguró que, desde la reestatización de Kirchner, la empresa necesitó “permanentemente” recursos económicos del gobierno nacional. La estimación de esta transferencia de recursos ronda alrededor de la suma de 13400 millones de dólares, hasta el final del gobierno de Alberto Fernández. El vocero presidencial también resaltó la cuestión no menor de la utilización política que tuvo la empresa, privilegiando a municipios con cercanía al kirchnerismo.

Los servicios como luz, gas y agua, estuvieron en manos del Estado hasta principios de la década del noventa, cuando comenzó el proceso de privatización en el primer mandato de Carlos Menem. La decadencia del aparato estatal terminó por colapsar en los ochenta, con el regreso a la democracia en la presidencia de Raúl Alfonsín.

Aunque muchos jóvenes no recuerden aquellos años, el aparato estatal de las mal llamadas “empresas públicas” era un desastre total. Ante determinadas cuestiones, los canales de televisión (también del Estado) le pedían a la gente que refuerce la salubridad del agua corriente, a veces hirviéndola antes del consumo, o incluso, agregándole unas gotitas de lavandina por litro.

Los teléfonos eran un completo desastre por múltiples razones. Hasta la privatización de ENTEL, que se recordó ahora en la serie de Menem en Prime, conseguir un aparato era un suplicio que podía tardar años o décadas. Las propiedades con línea telefónica llegaban a cotizar un 20 % más que las que no contaban con el aparato. Además de estos inconvenientes no menores, muchas veces era difícil comunicarse con el destinatario. Una de las clásicas excusas de la época cuando uno se olvidaba de llamar a alguien era “no me pude comunicar”.

El desastre mayor, ya que sus problemas afectaban a todos los argentinos, era el de la empresa de energía eléctrica. Como sucede hoy en Cuba, diariamente se padecían cortes de luz y lo mejor que pudo hacer el Estado es informar previamente el horario en que cada zona contaría con energía. En el marco de esta locura normalizada, las mujeres se levantaban para planchar a la madrugada y las familias pequeñas iban migrando a distintos domicilios para tener luz. Un día les tocaba a unos, otro a los demás. Como Argentina tenía muy buenas ficciones televisivas en esa época, los grupos de amigos ya tenían planificado donde verían cada capítulo para no perder el hilo de las series.

Además de toda esta locura, las empresas del Estado eran absolutamente deficitarias y las pagaban los argentinos sin cloacas, sin luz ni teléfono a través de sus impuestos y por medio de la inflación. Con el proceso de estabilización y privatizaciones (que se hizo como se pudo y a los ponchazos, como se ve en la serie), los argentinos pasaron una década sin cortes de luz, todo el mundo comenzó a tener teléfono y el sistema de agua mejoró considerablemente.

El kirchnerismo volvió hacia atrás y comenzó a reestatizar empresas privatizadas y a arruinar el funcionamiento de las que quedaron en manos públicos, mediante el “congelamiento” populista de las tarifas y los subsidios a las empresas, pagados con emisión monetaria. Durante la llamada “década ganada” volvieron los cortes de luz y la inflación galopante, casi como un revival ochentoso de la Argentina de Alfonsín.

Hasta ahora, el gobierno de Javier Milei ha tratado de avanzar con nuevas privatizaciones, pero se ha encontrado con el impedimento de la minoría parlamentaria. A partir del 10 de diciembre, la nueva relación de fuerzas que evidencie el Congreso indicará cuanto se podrá avanzar en el período de 2025-2027.

Fuente: PanamPost

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