







- Las elecciones del 25 de mayo en Venezuela fueron una farsa impulsada por Nicolás Maduro, con un 85% de abstención como rechazo consciente del pueblo.
- La ciudadanía respalda a líderes como María Corina Machado y Edmundo González, rechazando el fraude y la dictadura.
- Los intentos de Maduro de debilitar la oposición fracasaron; figuras como Capriles y Rosales perdieron apoyo popular por alinearse al régimen.
- La Unidad Democrática se ha mantenido firme y ha optado por no participar en el proceso manipulado.
- La comunidad internacional sigue reconociendo la legitimidad de los líderes opositores y condenando la manipulación electoral.
- El régimen recurrirá a la represión ante su fragilidad, como evidenció el secuestro de Juan Pablo Guanipa.
- Es crucial reorganizar la fuerza interna y mantener la atención internacional sobre la conexión de Maduro con regímenes autoritarios y redes criminales.
- A pesar de las adversidades, la esperanza persiste. La memoria del 28 de julio motiva la resistencia y un futuro democrático para Venezuela.
Lo sucedido el 25 de mayo en Venezuela no puede ser catalogado como una elección; fue, sin lugar a dudas, una farsa monumental. Este simulacro de democracia, orquestado por Nicolás Maduro, tenía como único propósito simular legitimidad mientras que la voz del pueblo —con una resonancia contundente— se manifestaba en un abrumador rechazo. Con una abstención histórica del 85%, los ciudadanos optaron por no acudir a las urnas, no por apatía, sino como un acto consciente de resistencia. Este silencio elocuente responde a una verdad innegable: el pueblo venezolano no acepta la convalidación de fraudes ni se someten a una dictadura que ignora su voluntad.
El mensaje fue claro y rotundo: la mayoría de los venezolanos se mantiene firme en su lucha y respalda a líderes como María Corina Machado, Edmundo González y la Unidad Democrática. A pesar del miedo, la persecución y las maniobras astutas del régimen, la ciudadanía no ha caído en la trampa. La memoria del 28 de julio persiste en la conciencia nacional, un recordatorio punzante de un poder en vías de desmoronarse.
Uno de los objetivos centrales de Maduro era, sin duda, debilitar y dividir a la oposición. Para ello, logró cooptar a figuras políticas tradicionales como Henrique Capriles y Manuel Rosales, ofreciéndoles promesas vacías y un acceso ficticio al proceso electoral. Sin embargo, ese intento ha resultado en un fracaso monumental. La elección de estos actores de plegarse al régimen fue un acto de desconexión con la realidad nacional, que solo les reportó un irrisorio 5% de apoyo popular. Esta decisión no solo fue un suicidio político, sino que una traición al pueblo que todavía cree en la democracia.
Es esencial reconocer que la ciudadanía no respalda a quienes se acomodan al poder; el apoyo se reserva para quienes resisten. En tiempos de dictadura, la coherencia y la firmeza son valores que deben prevalecer, y la Unidad Democrática ha entendido esta premisa. Ha optado por mantenerse firme, abstenirse de participar en el juego del régimen y concentrar sus esfuerzos en preservar el mandato popular expresado el 28 de julio.
Maduro también pretendía que la comunidad internacional pasara página. Sin embargo, fracasó estruendosamente. La evidente manipulación del proceso, la exclusión de la oposición real y la alarmante baja participación han hecho que esta farsa sea deslegitimada a nivel global. Los gobiernos democráticos siguen reconociendo el liderazgo de figuras como María Corina Machado y Edmundo González, y continúan exigiendo el respeto a la voluntad expresada por el pueblo el 28 de julio.
Ante su creciente fragilidad, el régimen ha optado por recurrir a la represión tradicional de los autoritarios. A pocos días del fraude, el secuestro de mi hermano, Juan Pablo Guanipa, es una muestra de su desesperación. En la historia reciente, el liderazgo moral ha sido un punto clave en la lucha contra las dictaduras, ya sea en Europa frente al comunismo o en América Latina contra los regímenes militares. Hoy en día, ese liderazgo es encarnado por Juan Pablo, Edmundo y María Corina; son una amenaza no porque usen la fuerza, sino porque representan valores que el poder teme: coherencia, firmeza y dignidad.
El desafío que enfrentamos ahora es reactivar la fuerza interna. Tanto los partidos políticos como la sociedad civil deben reorganizarse, aun en medio de la persecución, para canalizar el profundo malestar que recorre el país. Al mismo tiempo, es fundamental mantener viva la atención de la comunidad internacional. Venezuela no puede ser una tragedia más en el repertorio de la historia; la dictadura de Maduro no actúa aislada; está conectada con redes de crimen organizado y aliada con potencias autoritarias como Rusia, Irán y Cuba. Su agenda no solo pone en riesgo a los venezolanos, sino que es una amenaza latente para la estabilidad democrática en toda América Latina.
A pesar de las adversidades, hay luces de esperanza. La población no ha renunciado a su lucha. La verdadera unidad sigue siendo robusta, y la comunidad internacional se mantiene vigilante. Lo más crucial es que la memoria del 28 de julio sigue viva; ese día, el pueblo venezolano eligió libremente y ese mandato no ha perdido vigencia.
Mientras existan ciudadanos dispuestos a resistir, una oposición comprometida y una comunidad internacional que se niega a mirar hacia otro lado, la dictadura no podrá avecinarse indefinidamente. Venezuela tiene un futuro, y ese futuro será democrático. La resistencia es el testimonio de un pueblo que sigue en pie de lucha.






Israel veta la entrada al país del alcalde de Barcelona

El FBI allana la casa de John Bolton, ex asesor de Donald Trump


María Corina Machado: "El de Maduro es un régimen en una "fase terminal"

Locura del régimen en Venezuela: Diosdado Cabello confirmó la detención de más de 70 opositores

“Dejen de viajar, es un peligro”: Gobierno Argentino recomendó que sus ciudadanos no vayan más a Venezuela



Golpe al corazón de la dictadura de Maduro: Estados Unidos liberó a los cinco refugiados en la embajada argentina en Caracas









El régimen de Maduro convocó a una jornada de alistamiento en cuarteles y plazas: “Para todos los milicianos y todas las milicianas”
