La necesidad de rescatar los fundamentos morales del capitalismo en EEUU

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Puede que sea difícil para algunos imaginar que, en Nueva York, con todo su simbolismo detrás, la ciudadanía eligiera en el centro de votación a un «socialista democrático», que se reconoce sin reparos como «crítico del capitalismo». Sin embargo, las libertades y la riqueza, así como se ganan y se producen, se pueden perder a manos de elecciones políticas negativas. Probablemente un español de principios del siglo XX, que tenía como frase ilustrativa para describir a la opulencia la clásica «rico como un argentino», no haya podido creer en lo que se terminó convirtiendo el país latinoamericano, con más de 50 % de personas bajo la línea de pobreza.

Esto indica que las sociedades no deben «dormirse en los laureles» y que, como bien se sabe, en los Estados Unidos el precio de la libertad es su eterna vigilancia. La cuestión es que, en las sociedades actuales, esta lucha no tiene lugar contra enemigos externos, sino que se da en el ámbito cultural con los conciudadanos propios. Cuando una eventual mayoría cae en la torpeza de creer que la solución a los problemas económicos pasa por la «redistribución» de una riqueza fija en lugar del crecimiento, la calamidad termina golpeando a todos por igual: tanto a los que creyeron en el engaño como también a los que advertían del predecible fracaso.

Si algo hizo bien el socialismo del siglo XXI fue comprender que la batalla cultural no se limita a los debates electorales. La inversión gramsciana que vienen realizando hace décadas, donde hasta Hollywood fue un campo de batalla conquistado, ya mostró sus frutos en la arena política, al punto de elegir a un socialista como alcalde en lo que se conocía como la meca del capitalismo.

Por estas cuestiones, más allá de los resultados favorables a las ideas de la libertad en Argentina y contrarios en Nueva York con la llegada de Zohran Mamdani, Javier Milei apeló a aspectos conceptuales que van más allá del debate electoral. Fue directamente a los temas morales y de fondo que, una vez que se hacen carne, ahí sí terminan teniendo impacto político. En su discurso del America Business Forum, el presidente argentino repasó las ideas de los dos máximos exponentes vivos de la Escuela Austríaca a nivel mundial, el estadounidense Israel Kirzner y el español Jesús Huerta de Soto.

Rescatando sus figuras, Milei hizo hincapié en que el capitalismo no solamente es rescatable por su funcionamiento incuestionable superior a la planificación centralizada, sino también por ser el único moralmente ético. Repasando a sus grandes referentes, el mandatario argentino destacó que si el capitalismo fuese útil desde lo práctico, pero injusto desde lo moral y ético, no valdría la pena defenderlo.

Estas palabras buscan volver a transitar un complicado camino que ya se instaló en las mentes de muchas personas: la idea de que el capitalismo puede funcionar bien a la hora de multiplicar los bienes y servicios de la economía, pero que es profundamente injusto en materia distributiva. A este argumento lo suele acompañar otra idea, también refutada por la Escuela Austríaca, pero lamentablemente vigente: la de que el socialismo «es bueno en la teoría, pero malo en la práctica». El presidente argentino, más allá de las urgencias políticas que lo acompañarán durante todo su mandato, afortunadamente siempre se hace un lugar para recordar que el capitalismo es moral y que el socialismo no funciona.

Claro que siempre hay espacio para lo inmediato y la coyuntura. Ante las consecuencias de las decisiones políticas de la futura administración demócrata, Milei les dijo a los neoyorquinos, desde la conferencia del CPAC en Mar-a-Lago, que podían confiar en la Argentina, en caso de que la situación se complique en la gran manzana.

Fuente: PanamPost

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