Cómo la flota fantasma de buques rusos amenaza la seguridad marítima mundial

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Cuando se habla del impacto que la actual invasión de Rusia contra Ucrania tiene en las relaciones internacionales, suele dejarse de lado un escenario importante: la seguridad marítima mundial. El motivo es que Vladímir Putin está aprovechando los grises legales que existen en aguas internacionales, para desarrollar una estrategia que incluye miles de buques fantasma rusos. Estos no solo comercian petróleo sancionado, sino que participan en agresiones contra otros países.

La táctica, va un paso más allá de lo que hacen las dictaduras de Irán y Venezuela. Estos barcos cuentan con mejoras tecnológicas y una planificación que, según medios como The Economist, le ha permitido a Rusia aumentar el número de estos buques fantasma, de 200 en el año 2022 a aproximadamente 1000 en la actualidad. Mientras tanto, países como Estonia o Reino Unido tratan de contener el avance de estos barcos.

Existen incidentes que comprueban la existencia de este plan. Por ejemplo, un petrolero fantasma llamado Eagle S fue descubierto cortando cables en el Golfo de Finlandia en diciembre del año pasado. A principios de septiembre de este año, Alemania detuvo un buque con tripulación rusa en el Canal de Kiel bajo sospecha de lanzar drones para espiar infraestructuras críticas. Son episodios que forman parte de la «guerra híbrida» analizada por especialistas geopolíticos. No se usan métodos convencionales de guerra, sino estrategias alternativas en las sombras para debilitar o distraer al enemigo.

Cargamentos de petróleo, gas licuado y armas 
La existencia de esta flota de buques fantasma rusos plantea dilemas que no pueden ser resueltos por la legislación internacional. La razón es que los países tiene jurisdicción plena hasta las 200 millas desde su costa, lo que legalmente forma la Zona Económica Exclusiva (ZEE). Después de ese límite aparece el Kremlin para poner manos a la obra.

Aunque la OTAN ha intensificado sus esfuerzos y naciones como Estonia deciden practicar un “acoso legal”, —exigiendo por radio de documentación y registro a buques sospechosos— abordar el tema aún presenta retos. Un artículo publicado por el portal Hermes Kalamos detalla además cómo esta flota se divide en dos categorías principales: la flota oscura, «que opera de forma encubierta al desactivar los sistemas de identificación automática (AIS), falsificando datos de localización o realizando transferencias de barco a barco (STS) en alta mar»; y la flota gris, que «mantiene una fachada de legalidad mediante el registro en empresas fantasma, pero participa en actividades sancionadas».

La mercancía que transportan es variada. Van desde petróleo y sus derivados, pasando por gas natural licuado (GNL) y carbón, hasta armas y componentes de drones. Precisamente, la empresa Crios Shipping LLC recibió sanciones por transportar estos objetos.

Estrategia compartida con China, Irán y Venezuela
Lo que plantean tanto medios internacionales como investigaciones independientes supone un reto para la geopolítica mundial. Otro tema que sigue pendiente es el acoso de barcos pesqueros chinos en aguas de América Latina, los cuales arrasan con la fauna marina para suplir la demanda de especies de mar en su mercado interno y exportaciones.

Viajes Venezuela
En paralelo, tanto la dictadura venezolana como la iraní mantienen barcos fantasma para evadir sanciones internacionales relacionadas al petróleo. Aún así, sus flotas siguen siendo pequeñas en comparación con las de Rusia. Es decir, el primer régimen chavista cuenta con unos 50 a 80 buques en alta mar, mientras que el autoritarismo islámico posee entre 100 y 150 buques, la mayoría transporta crudo o gas, en unos 1,5 millones de barriles diarios, la mayoría con destino a China según Kharon, firma que investiga delitos financieros.

Si se comparan, las flotas iraní y venezolana representan menos del 5% de la flota mundial de petroleros. En cambio, la flota rusa representa el 16 %, lo que «le permite dominar el mercado petrolero ilícito». Tampoco son positivas las expectativas de que esta situación se revierta. De forma acertada The Economist, concluye que la flota de buques fantasma rusos es «una gigantesca plataforma flotante para que los criminales se lucren y para que los regímenes hostiles lleven a cabo tácticas de espionaje e intimidación en zonas grises». Una puerta que difícilmente se cierre.

Fuente: PanamPost

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