El régimen chino reforzó su cerco autoritario sobre los empleados públicos

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Desde comienzos de este año, cientos de miles de empleados públicos en China enfrentan nuevas restricciones: deben entregar sus pasaportes al empleador y solicitar autorización estatal incluso para viajar al extranjero por motivos personales. La estrategia forma parte de una campaña más amplia destinada a reforzar la disciplina política y la lealtad ideológica dentro del sector público.

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En varias provincias, maestros de escuela, personal sanitario, contratistas estatales e incluso jubilados han sido afectados. Algunos informes detallan cómo los jubilados deben esperar hasta dos años para recuperar sus documentos de viaje.

Según testimonios recopilados por The New York Times, una docente de literatura contratada en el sur del país descubrió que su contrato incluía esta advertencia inédita: “Viajar al extranjero sin el permiso de la escuela podría hacer que la despidan”. El mensaje fue reforzado por vía de chat del personal: “Según las regulaciones de las altas esferas, los docentes deben fortalecer su conciencia disciplinaria [...]. Actualmente no se permitirán vacaciones en el extranjero”.

Hasta hace poco, las restricciones de viaje estaban reservadas a funcionarios de alto rango o a quienes manejaban información clasificada: desde 2003, esos empleados ya debían reportar sus viajes y figuraban en listas de salida controlada. Bajo el liderazgo de Xi Jinping, sin embargo, las medidas se han ampliado a todo tipo de empleados estatales, sin importar su posición o acceso a secretos institucionales.

En ciudades costeras y rurales por igual, funcionarios administrativos locales, profesores de música en escuelas, y enfermeras han comunicado que sus solicitudes de viaje fueron denegadas. Zhu, una enfermera en Zhejiang, necesitaba cumplir con cuatro niveles de aprobación para un viaje a Vietnam, aunque sólo pretendía un descanso personal. “Si hay secretos, ¿gente como nosotros los sabríamos?”, cuestionó ella a The New York Times

Adicionalmente, trabajadores desde administradores locales hasta profesores universitarios han sido obligados a revelar sus cuentas personales en redes sociales o informar a su empleador si cambiaban de ciudad. En algunos lugares, se prohibió que funcionarios comieran en grupos mayores de tres personas, tras varios escándalos relacionados con excesos en banquetes oficiales.

Seguridad nacional y control ideológico reforzado
El régimen chino argumenta motivos de seguridad nacional, eficiencia administrativa y combate a la corrupción. Desde medios oficiales como People’s Daily se ha afirmado que la diplomacia entre personas “existe gracias al partido” y debe estar dirigida por ella, reforzando que cualquier contacto internacional requiere supervisión partidaria.

Expertos como el profesor Liu del City University of Hong Kong interpretan estas medidas como reflejo de una creciente sensibilidad respecto a todo lo relacionado con el extranjero. Según afirmó al New York Times, “todo lo relacionado con países extranjeros es arriesgado” y funcionarios intermedios amplían las reglas para evitar reproches desde arriba.

La política de vigilancia se aplica con especial énfasis en áreas sensibles: empresas del sector de tierras raras, clave en tecnología y defensa, deben identificar a técnicos especializados, retener sus pasaportes y evitar que viajen, para proteger secretos industriales frente a presiones globales.

Repercusiones domésticas y resonancia global
El impacto entre el personal estatal es evidente: aunque algunos expresan frustración por las restricciones, muchos optan por conservar sus cargos. La enfermera Zhu explicó que su salario anual —alrededor de 27.000 dólares, considerablemente por encima del promedio en su ciudad— le ofrece una estabilidad difícil de reemplazar. Aun así, reconoció el costo emocional de la situación.

La implementación varía según región, incluso dentro de la misma profesión. En ciudades distintas de Zhejiang, varios hospitales aún permiten que el personal conserve su pasaporte. Esa variabilidad añade una capa de ansiedad: nadie está seguro de si será objeto de nuevas restricciones.

Estas medidas no se limitan a ciudadanos chinos. Desde mediados de 2025, varios ciudadanos estadounidenses han sido bloqueados para salir del país: un empleado de la Oficina de Patentes y Marcas de Estados Unidos y una ejecutiva de Wells Fargo no pudieron regresar por presuntas irregularidades o investigaciones. Las medidas se aplican a ciudadanos extranjeros incluso en viajes personales, con bloqueo de documentos sin previo aviso.

China intenta proyectar una imagen de apertura global —atraer turistas, inversión extranjera, colaboración científica— mientras impone una nueva realidad interna: los empleados públicos viven bajo supervisión constante, incluso en viajes personales. El discurso oficial sostiene que estas restricciones garantizan seguridad y disciplina. La experiencia diaria revela que mucha gente ahora vive atrapada entre dos caras del mismo Estado: una que invita al mundo exterior y otra que la mantiene cautiva.

Esa doble lógica no ha pasado desapercibida en el exterior. El gobierno de Estados Unidos ha expresado preocupación por estas prácticas. En su alerta de viaje oficial para China, recomienda a sus ciudadanos actuar con mayor precaución y advierte que podrían enfrentar restricciones para salir del país, detenciones sin justificación clara o procesos legales poco transparentes. Las autoridades estadounidenses señalan que estas medidas pueden aplicarse incluso en casos personales o comerciales, sin previo aviso ni acceso garantizado a asistencia consular.

Fuente: Infobae

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