




Mientras que los partidos de derecha ganan terreno en todo el mundo gracias al escepticismo sobre la inmigración, Dinamarca ha tomado un camino muy diferente: el partido progresista de izquierda conocido como los Socialdemócratas, liderado por Mette Frederiksen, actual primera ministra danesa, ha impuesto algunas de las políticas migratorias más restrictivas de Europa. Esto ha ocurrido en un momento de crecientes avances de las fuerzas de derecha en Occidente, especialmente en torno a la inmigración, y retrocesos de la izquierda.


Aunque inicialmente parezca contradictorio, la primera ministra Frederiksen ha argumentado que el sistema de bienestar social, sobre el que se construye la izquierda, solo puede mantenerse si no se ve desbordado por solicitantes de asilo. Estas preocupaciones han aumentado considerablemente tras el incremento de las tasas de criminalidad en países como Suecia y Francia, relacionado con el aumento de la inmigración, pero también por la presión que sufrió el sistema social durante la crisis migratoria de 2015.
Los solicitantes de asilo tendían a concentrarse fuera de la capital, donde el alquiler era más barato, lo que provocó problemas de integración en escuelas y guarderías locales, donde muchos niños refugiados ni siquiera podían hablar danés básico. Además, funcionarios y medios de comunicación informaron que algunos inmigrantes desempleados recibían más ayudas que los propios ciudadanos daneses, lo que alimentó aún más el descontento.
Esto provocó una gran reacción, y el Partido Popular Danés –el equivalente a Vox en Dinamarca– ganó un impulso considerable. En respuesta, Frederiksen decidió orientar su partido hacia una nueva dirección, integrando políticas migratorias estrictas dentro del programa general. Como ella misma declaró: «Mi partido debió haber escuchado», marcando así un giro respecto a la reputación anterior del movimiento. A pesar de que sus críticos califican este giro a la derecha como falso y que tan solo responde a una fachada, su partido obtuvo importantes victorias en las elecciones generales de 2022 y en los comicios del Parlamento Europeo de 2024.
Estas restricciones están diseñadas para disuadir a los inmigrantes de intentar siquiera el peligroso viaje hacia el norte, y Dinamarca no ha guardado silencio al respecto: es uno de los países más firmes en proponer que los solicitantes de asilo sean procesados fuera del continente. También ha impulsado campañas agresivas, incluyendo anuncios en periódicos extranjeros, publicitando sus duras políticas a posibles inmigrantes. A ojos del Gobierno danés, el único objetivo es servir a los daneses, incluso si eso implica rechazar a los inmigrantes y utilizar tácticas extremas. Algunas de estas incluyen confiscar las pertenencias de valor, como joyas de los refugiados que llegan al país, supuestamente para pagar su estancia en Dinamarca.
Como informó primero la BBC, la primera ministra ha sido cuidadosa al evitar usar un lenguaje y retórica incendiarios, con el fin de no provocar una reacción pública negativa. Sin embargo, esto no ha evitado respuestas de organizaciones de derechos humanos, del mundo académico y de los tribunales. Académicos como Michelle Pace, profesora de Estudios Globales en la Universidad de Roskilde, una de las principales instituciones del país, han criticado al Gobierno por intentar «etnificar» Dinamarca. Esto incluye hacer que los ciudadanos de segundas o terceras generaciones se sientan como extranjeros permanentes, algo que no es inusual en un continente construido sobre lazos étnicos y no tradicionalmente sobre la inmigración.
Una de las medidas más criticadas es la ley de «sociedades paralelas», que permite al Estado vender o demoler bloques de apartamentos donde la mayoría de los residentes tienen un «origen no occidental», lo cual normalmente se correlaciona con no ser blancos. Según Pace, esto implica que a los niños de esas zonas se les enseña que no son «daneses puros». A pesar de ello, las políticas de la primera ministra Frederiksen siguen siendo populares y representan un cambio más profundo en la apertura de Europa hacia la inmigración desde todos los ángulos del espectro político.
*Para El Debate




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