De Trump a Milei: las ‘memecoins presidenciales’ agitan el mercado cripto

EE.UUAgencia 24 NoticiasAgencia 24 Noticias
HKPXC2E32ZAEZGG6GXXU7LM4XM?auth=029d061b54011f185520cfde1104cc4cdf2cf59ed3e744e0e34d2d0bf2297e07&wid

El mercado cripto no tiene paz. La llegada de Donald Trump a la Casa Blanca ha sido un vértigo para el sector, que ha vivido un vaivén de emociones. Su actitud hacia la industria también ha contagiado a algunos de sus homólogos en el mundo. Pocos días antes de su toma de posesión lanzó las memecoins $TRUMP y $MELANIA, que en cuestión de horas llegaron a valer más de 15.000 millones de dólares (algo más de 14.300 millones de euros). Unas semanas después, el presidente de la República Centroafricana, Faustin Archange Touadéra, creó otra, CAR, a su imagen y semejanza. Hace pocos días, Javier Milei se subió al barco y promocionó en X una nueva criptomoneda llamada $Libra. Pero su apoyo duró poco: el mismo día se arrepintió, dijo que no estaba vinculado con el proyecto y borró su tuit. En los tres casos, el resultado fue el mismo. Tras una subida vertiginosa del valor del activo, siguieron las caídas incontenibles y la perdida casi total del valor del token (activo), que dejó a los inversores con las manos vacías.

El lanzamiento de $TRUMP y $MELANIA fue una primera señal de alarma. La alta volatilidad y la ola especulativa dejaron el dinero en mano de pocos, que obtuvieron rentabilidades fáciles en detrimento de los inversores con menos experiencia. Los tokens se hundieron: un 76% y un 90% respectivamente. En ese momento el sector se quejó: el lanzamiento de estas criptomonedas meme —que son activos digitales sin una base tecnológica que los sustente, que se disparan al calor de las redes sociales, siguiendo las tendencias de los usuarios y su sentimiento— van contracorriente respecto a lo que busca la industria, esto es, reforzar su credibilidad y confianza entre inversores y reguladores.

Pero no fue un caso aislado. Faustin-Archange Touadéra, presidente de la República Centroafricana, lanzó recientemente la memecoin $CAR, destinada a financiar el desarrollo y fortalecer la economía de la región. El país, de unos 5,7 millones de habitantes, ya está familiarizado con las cripto. En 2022 se convirtió en la segunda nación del mundo, después de El Salvador, en adoptar bitcoin como moneda de curso legal. No obstante, la experiencia duró poco, ya que la medida se declaró inconstitucional y se tuvo que revertir.

El destino de la memecoin $CAR fue aún peor y su inicio, accidentado. Tras el lanzamiento, X suspendió la cuenta creada por el gobierno para promover el activo por sospechas sobre la legitimidad del proyecto. Además, las herramientas de detección de deepfake señalaron como sospechoso el video del presidente. Pero Touadéra aseguró que era todo real y siguió apoyándolo: “¡El lanzamiento de $CAR ha sido un éxito!”, dijo en X, incluso cuando perdió todo su valor: de sus máximos de 0,66 céntimos el día de su lanzamiento, vale ahora 0,017, según Coinmarketcap. Aunque fue ampliamente ignorado, esta fue una segunda señal de alarma.

El anuncio del presidente argentino, Javier Milei, el pasado viernes fue la gota que colmó el vaso. En un tuit, el mandatario promocionó la criptomoneda $Libra, un proyecto de una empresa privada inspirado en sus ideas liberales: “Este proyecto se dedicará a incentivar el crecimiento de la economía argentina, fondeando pequeñas empresas y emprendimientos argentinos”, decía. En menos de dos horas, el token pasó de 0 a 4.500 millones de dólares de capitalización, que se esfumaron en pocos minutos. Las billeteras que concentraban la mayoría de los tokens retiraron más de 90 millones de dólares y la criptomoneda se derrumbó. A esto, se sumaron las sospechas sobre los fundamentos del proyecto que hicieron huir a los inversores. El token llegó a perder el 97% de su valor.

Judith Arnal, investigadora principal del Real Instituto Elcano, explica que se trata de un clásico esquema de rug pull: “Consiste en calentar muchísimo el mercado con el apoyo de personas con visibilidad pública para atraer a muchos inversores, para que el precio suba y los promotores se retiren” con las ganancias. Andrea Venturelli, fundador de DECRYPTO, añade otro detalle: “Antes de la promoción del token, influencers y figuras destacadas del mundo cripto ya sabían del lanzamiento y esto les permitió posicionarse con antelación respecto al público”, en detrimento del inversor minorista, que se deja guiar por una recomendación de una figura política como Milei.

Ante la avalancha de críticas, Milei se desligó del proyecto. Borró el tuit y aseguró que no tenía vinculación alguna. “No estaba interiorizado de los pormenores del proyecto y luego de haberme interiorizado decidí no seguir dándole difusión”, justificó. Pero ya era demasiado tarde: esta presunta megaestafa afectó a más de 40.000 personas con pérdidas superiores a los 4.000 millones de dólares. En estos días, el presidente está recibiendo denuncias por asociación ilícita, estafa e incumplimiento de los deberes de funcionario público. El daño a la imagen de Milei está todavía por ver, pero el impacto en el mercado cripto es claro.

A los ojos de la industria, estos acontecimientos manchan la reputación de la industria. Javier Pastor, director de formación de Bit2Me, es tajante: “Estos lanzamientos son errores importantes. Nos preocupa la injerencia política cuando no es una actuación meditada, trabajada y formada”. Carlos Salinas, profesor del máster en blockchain e inversión en activos digitales del IEB, es más severo. “Que un político meta las manos en las criptomonedas no es más que un síntoma del circo en el que se ha convertido la economía especulativa. Aquí no hay proyectos sólidos ni desarrollos tecnológicos de fondo, solo pura farándula financiera. Los precios suben y bajan no por fundamentos, sino por el grado de fanatismo de quienes creen que una cara famosa es garantía de éxito”, espeta.

Memecoin, shitcoin...Los nombres ya reflejan su valor intrínseco: cero. Por su naturaleza, estos activos se benefician del apoyo de un personaje famoso, pero esa es solo una de las caras de la medalla. Si en algún momento ese mismo personaje decide abandonar el proyecto o no cree ya en ello, aquel activo podría perder todo su valor. Un ejemplo es Dogecoin, que se ha convertido en un termómetro del humor de Elon Musk.

El hecho de que figuras destacadas como presidentes fomenten la especulación con estos anuncios genera confusión en el sector. Manuel Villegas, analista de Julius Baer, reconoce que el riesgo es que se redirijan los flujos de capitales a propuestas de valor cuestionables. Pero incide en que se trata de mucho ruido. “Es publicidad negativa que afecta a todo el espacio en general, pero en el largo plazo no afecta a los fundamentales de los blockchain principales”. Pastor coincide con esta lectura y lamenta que estos lanzamientos contribuyen a enviar un mensaje erróneo que los inversores podrían generalizar a todo mercado, dañando la imagen del resto de los criptoactivos.

La historia se repite: ocurrió con las ICO (ofertas iniciales de monedas, un método para reunir recursos para proyectos relacionados con criptos) en 2017, con los NFT en 2021 y ahora con las memecoins, recuerda Venturelli. Salinas pone un nombre a este fenómeno: la trampa del dinero fácil. “No son inversiones, son apuestas. La gente quiere el dinero fácil, sueña con multiplicar su fortuna sin esfuerzo, y se queja cuando la burbuja revienta. En la selva financiera, no gana el que más grita, sino el que mejor entiende las reglas del juego”, asevera. La industria apela a la educación financiera de los inversores para surfear este mundo abarrotado: solo en enero de 2025 se lanzaron 3 millones de nuevos tokens, unos 100.000 cada día. “La mayoría de estos no tiene ningún valor real o utilidad, generando dudas sobre la sostenibilidad de este mercado”, concluye Venturelli.

Fuente: CincoDías

Últimas noticias
Te puede interesar
Lo más visto