Vuelos espía en la frontera: México aguarda la andanada de Estados Unidos contra los cárteles sin margen de maniobra

MUNDOAgencia 24 NoticiasAgencia 24 Noticias
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Los vuelos militares en la frontera sur de Estados Unidos, es decir, a las puertas mismas de México, han sido uno de los sucedidos más comentados en los últimos días, pero quizá no tengan más lectura que la unilateralidad que impera en las relaciones entre ambos países en los tiempos recientes. De no haber ganado Trump las elecciones, sería otra muestra del descontento que venía mostrando su antecesor, Biden, respecto a los resultados de la lucha contra el crimen organizado, que tuvo su culmen en la captura de Ismael El Mayo Zambada el pasado julio, de modo inopinado y a la luz de la luna. Pero Trump es ahora el presidente y a sus bravatas de campaña presidencial se suman las acciones comerciales y de seguridad que tienen en vilo a medio mundo, México a la cabeza, dada su gran dependencia del vecino del norte. Habrán de pasar meses hasta que se asiente el poso electoral y se revelen las verdaderas intenciones del republicano, que ahora parecen más gestos políticos ante propios y foráneos, tanto en lo económico como en materia de seguridad.

La cautela que muestra el Gobierno mexicano en sus relaciones con el imprevisible presidente en este asunto que ha sobrevolado su frontera norte podría explicarse precisamente como una estrategia política, un esperar hasta ver en qué se concretan otros asuntos más peliagudos, como los dichosos aranceles a la exportación de productos mexicanos, de los que el 80% viajan a Estados Unidos. El Gabinete de Claudia Sheinbaum ha manifestado un talante más que templado cuando se supo que algunos aviones hacían tareas de prospección y vigilancia en aguas cercanas a la península de la Baja California y a las costas de Sinaloa, entre los vuelos que se conocen. El general Ricardo Trevilla, secretario de Defensa, dijo en un primer momento que no sabían qué pretendían exactamente las aeronaves, pero aseguró que se atenían a la legalidad y que, después de todo, son conscientes de que “hay que atender con más prioridad a la frontera”. Por tanto, las relaciones entre ambos países seguían su curso dentro de la “cordialidad”. No se podía hablar mucho más alto, debido a que en ese preciso momento los dos presidentes estaban apenas negociando la pausa en los aranceles.

Hace un par de días, Sheinbaum solo dijo: “No nos alarma. Están volando sobre su territorio y lo que estamos pidiendo es coordinación y colaboración”. Solo en ese marco se pedirá transparencia. A primera vista o en otro momento, que los militares sobrevuelen descaradamente las fronteras causaría una lógica alarma, aunque se trata de un mero gesto político inscrito en el capítulo de las amenazas. Pero la cautela ha presidido las declaraciones: “No es la primera vez que hay un vuelo de este tipo, eso es importante que se sepa, es parte de la coordinación que tiene que haber y de la colaboración conjunta, y cada quien opera en su territorio”.

Lo del territorio también tiene su análisis, puesto que, tras la declaración de los carteles del narcotráfico mexicanos como organizaciones terroristas, una de las espadas que penden sobre México es la injerencia de tropas o agentes estadounidense en su territorio, una posibilidad que parecía cerrada en años anteriores, aunque nadie ha aclarado qué ocurrió con exactitud en la captura del Mayo Zambada. Entonces como ahora, las tareas de inteligencia no parecen tan secretas como corresponden a labores propias de espionaje y vigilancia contra el narco y de los misteriosos vuelos puede inferirse el proceder que se pondrá en marcha en el mandato de Trump: la lucha contra el crimen entra en la órbita militar.

El general Gregory Guillot, jefe de la Fuerza Aérea y comandante del mando Norte de Estados Unidos y de la defensa aeroespacial, ha señalado, efectivamente, que son maniobras de vigilancia contra los capos “para obtener información y averiguar cómo hacer frente a sus acciones”. En declaraciones al Senado reconoció que cuentan con el permiso del Departamento de Defensa para incrementar estas misiones, pero también admitió que el conocimiento alcanzado se comparte con México con quien, dijo, se ha elevado la cooperación para abordar la violencia derivada del narcotráfico, “en términos de enviar más tropas” al país vecino, con el fentanilo en mente. El Pentágono, asumió, necesitará “una presencia marítima mayor, en coordinación con la Guardia Costera”. Estados Unidos está enseñando la patita.

“El unilateralismo ha llegado para quedarse y será difícil trabajar con un socio que no da certidumbre alguna”, dice Carlos Pérez Ricart, experto en seguridad del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE). El investigador no confía en que de un día para otro se implanten aranceles o un dron pilotado desde quién sabe dónde mate a civiles en Sinaloa, por ejemplo. “No sé si es probable, pero sí posible, la posibilidad es real”, afirma. “Trump ve en México todo lo que no quiere, solo hay que ver el embajador que nos va a mandar, [Ronald Johnson] un boina verde”, de las fuerzas especiales de Estados Unidos contra el terrorismo. “Ese es el nivel”, lamenta el investigador, quien asegura que desde la Revolución Mexicana hasta hoy no se había visto “tan nivel de desconfianza y agresividad en los discursos de un presidente. México no parece ser un socio comercial sino la fuente de todos los conflictos”, añade.

Desde luego, las grandes bestias negras de Trump tienen todas una escala en México, ya sea el crimen organizado y su poder de violencia, el fentanilo que mata a decenas de miles de personas en su país o la migración, contra quien ha dedicado algunas de las sentencias más ominosas. Cada uno de estos asuntos, que antes podían tratarse por separado, se revelan ahora mezclados en una misma causa: un migrante, en el imaginario del republicano, puede ser también un delincuente que mata, introduce drogas en su país o se come al perro y el gato de un vecino. Contra ese río revuelto los militares toman sus puestos dentro, fuera y en la propia frontera. En ese plasma informe pueden enmarcarse los vuelos de la incógnita. Por ahora, dice Ricart en referencia a Trump, “son mensajes políticos hacia dentro y hacia fuera”. Y a pesar de que todos hablan de comunicación, cooperación y colaboración, el experto dice contar con información a partir de la cual asegura que a México todo esto “le ha tomado por sorpresa”. “Así es difícil colaborar”, añade y manifiesta su satisfacción por el papel que está jugando Sheinbaum “en condiciones tan deplorables”. Lo que suceda de ahora en adelante, lamenta, “tendrá que verse día a día, hora a hora, tuit a tuit”.

Estamos viendo, asegura Pérez Ricart, “la cara más oscura de la política imperial” que se olvidó con el desarrollo económico. “Ahora nuestra dependencia es absoluta”.

Fuente: El País

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