Los empresarios y emprendedores quieren contratar, no despedir

Cuando las ideas socialistas logran imponer sus criterios morales en el debate público, contaminando la discusión académica, mediática y de políticas públicas, con los prejuicios marxistas, el debate puede caer en los subsuelos del sentido común.

En medio del debate de la necesaria modernización laboral en Argentina, el kirchnerismo y la izquierda cuestionan cualquier iniciativa y hacen énfasis en mantener el desincentivo al despido a cualquier costo. Parece que no les importa si la obstrucción de la puerta de salida se convierte también en un bloqueo en la entrada. No solamente en materia de contratación en las empresas existentes, sino en el número de emprendimientos e inversiones futuras, que puedan incrementar considerablemente el número de trabajadores registrados.

Detrás del argumento de mantener las cosas como están, donde un eventual despido (y litigio laboral con el marco actual) se convierte en la amenaza de la mera supervivencia de una PyME, o la imposibilidad de la creación de otra, subyace un argumento que no reviste la más mínima lógica: que los empresarios y las empresas desean despedir en lugar de contratar. Un delirio por donde se lo mire.

Si el populismo considera que los hombres y mujeres de negocios quieren multiplicar sus ingresos, ¿sus emprendimientos deberían agrandarse o achicarse? ¿Cuál sería el escenario necesario para un año donde se duplicaron o triplicaron los ingresos? ¿Dónde se contrató a un buen número de personas o en otro dónde se tuvo que apelar al despido masivo de trabajadores?

A ningún negocio le conviene despedir. Ya sea porque el negocio está en contracción o porque el empleado no cumplió con las expectativas, donde luego hay que invertir en la capacitación de un substituto. Sin embargo, en el siempre objetivo de crecer, es necesario contar con la flexibilidad para sortear las inevitables olas de la coyuntura. Cuando un despido (ya sea por impericia del trabajador o por adversidad en los negocios) se imposibilita, se asegura que el emprendimiento crezca a futuro. Como quedó demostrado en más de una oportunidad, empresas que no pudieron reducirse y despedir a uno o dos empleados para sobrevivir a un momento complicado, cayeron en endeudamientos y quebrantos que terminaron con el despido de todo el personal y el cierre del negocio. Muchas veces sin que nadie cobre absolutamente nada, enfrentando litigios que aparecen como un pésimo incentivo a la futura inversión.

Antes de argumentar que un empresario desea echar en lugar de contratar, la misma izquierda debería preguntarse si esos egoístas hombres de negocios preferirían tener una firma con 5 empleados,10, 50 o 100. Esa simple pregunta debería despejar los prejuicios infundados, que no hacen otra cosa que convertirse en un palo en la rueda para la inversión actual y futura.

Fuente: PanamPost