


"No me condenarán por matar": los presos ucranianos enviados al frente de la guerra contra Rusia
MUNDO



De la Colonia Penal nº 4 no se sale fácilmente.


Pese a que se la considera una prisión de seguridad media, sus gruesas puertas de hierro y sus imponentes muros rematados con alambres le dan un aire de prisión de máxima seguridad.
Dentro de sus muros se encuentran Andrii Askerov y Roman Chech, dos traficantes de drogas que fueron condenados por sus fechorías.
Pero ambos han conseguido una vía para salir de la cárcel antes de completar sus condenas: se alistaron en las filas del ejército ucraniano.
Pasarán un mes entrenándose con el ejército y, a cambio de ser liberados, lucharán "hasta que acabe la guerra".
"No puedo imaginarme lo que se siente matar a un hombre, sólo lo he visto en películas", confiesa Andrii, que ya ha cumplido 18 meses de condena.
Salir de la cárcel es obviamente la principal motivación de este joven de 30 años. Pero dice que también quiere reintegrarse como un ciudadano que ha contribuido en algo a la sociedad, en lugar de regresar como un exconvicto.
Desde la creación de una nueva ley el año pasado, más de 10.000 presos -algunos condenados por asesinato- se han incorporado al ejército ucraniano.
No obstante, aquellos que han sido condenados por delitos más graves, como asesinatos múltiples, violencia sexual, corrupción y traición quedan excluidos del programa.
"Todo el mundo acabará en el frente tarde o temprano", afirma Roman, quien también ha cambiado su mono gris de presidiario por un uniforme militar.
"Si no sirvo, seré etiquetado como convicto por el resto de mi vida, pero si sirvo, seré un militar", argumenta con tranquilidad.
Para este hombre de 36 años, alistarse al ejército no es sólo una manera de rehabilitarse. También lo hace por venganza.
"Mi hermana ahora tendría 21 años", explica. "Pero murió cuando un misil ruso golpeó su casa en Járkov en 2023".
"Sobretodo me gustaría vengarla", añade.
Según el gobierno, la mayoría de los prisioneros que se alistaron expresaron su voluntad de unirse a la infantería, donde han participado en intensos combates.
También formarán parte de una nueva fuerza de asalto anunciada por el presidente Volodymyr Zelensky en septiembre.
Dado que los especialistas tradicionales como los infantes de marina o los paracaidistas sobran cada vez más en el campo de batalla moderno, esta nueva unidad asaltará las posiciones rusas con la ayuda de drones.
Para obtener la libertad, los convictos tendrán que luchar en algunas de las zonas más peligrosas del frente durante un tiempo indefinido.
No todos la conseguirán.
Según el director de la Colonia Penal nº 4, la mitad de los 1.000 reclusos que se han presentado voluntarios hasta ahora ya han muerto.
Sabemos luchar
Una serie de edificios agrícolas en el sur de Ucrania han sido transformados en una modesta base militar. Su existencia es un alivio para unos 30 soldados heridos que se resguardan allí.
Todos son exprisioneros que han regresado de los campos de batalla del este.
Oleksii, de 37 años, estaba luchando en Velika Novosilka cuando sufrió una herida en la pierna que parece bastante grave.
"Nos dieron con la artillería, las ráfagas de mortero y las bombas planeadoras", explica. "No esperaba que murieran tantos de mis compañeros".
Oleskii cumplía una condena de ocho años por contrabando de drogas antes de ofrecerse como voluntario para la guerra.
Sentado en su cama improvisada, me explica por qué cree que los prisioneros son mejores soldados que los civiles que han sido movilizados.
"¡Aquellos que son reclutados hay que sacarlos del seno materno!", exclama.
"¡Sabemos pelear! Sabemos hacerlo muy bien".
Los soldados han traído del frente un montón de insignias con cierres de velcro y pasaportes, que fueron arrancados de los brazos y bolsillos de soldados rusos que murieron en combate.
"He logrado un récord importante de bajas rusas y he ayudado a cientos de compañeros heridos", comenta Andrii Andriichuk.
Nos cuenta que también tiene en el torso cicatrices que les dejaron 47 trozos de metralla.
Pero antes de unirse a la ofensiva ucraniana en la región fronteriza rusa de Kursk, se dedicaba a robar.
"Sé matar y aquí no me condenarán por ello"
Después de casi cuatro años del inicio de la invasión rusa a gran escala, uno se acostumbra a encontrarse con tropas agotadas por pasar meses o incluso años en el frente, mientras siguen luchando por contener los avances rusos.
Pero aquí no. Aquí la moral es alta y palpable, impulsada por un profundo sentimiento de patriotismo y probablemente el alivio de haber salido de la cárcel.
Admiten que muchos exreclusos desertan apenas salen de la cárcel, pero afirman que la mayoría quiere formar parte de la lucha.
"He cometido muchas maldades en este país", dice Andrii. "Todo tiene un precio. Volveré a hacer el trabajo que se me da bien: pelear".
"Yo también tengo habilidades", se ríe Oleksii. "Sé matar y aquí no me condenarán por hacerlo".
Según admiten los soldados que supervisan a los convictos, estos hombres necesitarán "mucha suerte" para sobrevivir hasta el final de la guerra.
Sin embargo, parece que no querrían estar en ningún otro sitio.
Comparaciones incómodas
Rusia fue criticada cuando vació sus prisiones al principio de la guerra y desde entonces unos 200.000 prisioneros se unieron a la lucha, siendo descritos como "trituradores de carne".
¿Admite el viceministro de Justicia ucraniano, Evhen Pikalo, que su país está haciendo lo mismo?
Viceministro de Justicia de Ucrania
"Hay una gran diferencia: los rusos cobran por cada cien metros (que avanzan), mientras que los ucranianos se movilizan por sentimientos patrióticos", afirma.
Pikalo se ve a sí mismo como un reformador en su ministerio, y quiere que Ucrania se centre más en la rehabilitación, en lugar del castigo, cuando se trata de delincuentes.
"Nuestro principal objetivo es resocializarlos, darles una oportunidad. No tiene nada que ver con la explotación de las vulnerabilidades de estas personas", argumenta.
"Les estamos dando una oportunidad para que defiendan y protejan a nuestro país, eso es todo".
En cuanto a la moralidad de dejar en libertad a asesinos tras cumplir una fracción de su condena, Pikalo apunta que no se trataba de indultos, sino de libertades condicionales.
"Por supuesto que aquí hay un componente emocional, pero siempre para las familias de algunas víctimas, incluso sin la guerra, las sentencias nunca son suficientes".
Con el paso del tiempo, a Ucrania le resulta cada vez más difícil encontrar hombres motivados.
Y con una paz cada vez más remota, la búsqueda de más soldados seguirá profundizándose.
Información adicional de Volodymyr Lozhko, Rebecca Hartmann y Anastasiia Levchenko.
Fuente: BBC





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