¿Aranceles al cine extranjero en EEUU? Otra medida insólita que atenta contra el espíritu del mismo país

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Cuando Alberto Benegas Lynch (h) escribió Estados Unidos contra Estados Unidos en 2008, Donald Trump no era presidente. Ni siquiera se vislumbraba claramente que el empresario podía estar al frente de los destinos de la principal potencia mundial. Sin embargo, el economista argentino ya por entonces reconocía (y lamentaba) una corriente de ideas que de a poco se iba imponiendo en el gran país del norte. El avance de una concepción que poco tenía que ver con las tradiciones liberales que hicieron de aquel país la representación internacional de la libertad.

Ayn Rand, que llegó a Norteamérica del desastre soviético, incluso advertía desde mediados del siglo XX que había varios motivos como para preocuparse en su patria adoptiva. Incluso proyectó ciertos escenarios distópicos en sus grandes novelas, donde describía unos Estados Unidos sumergidos en el corporativismo estatista.

Lo cierto es que el presente de EEUU evidencia un cambio de rumbo que, no solamente abre la puerta a la preocupación, sino que proyecta un escenario de perjuicio económico para el mismo país. Lo preocupante es que estas ideas no se limitan a esta administración o al partido de gobierno. En las últimas elecciones, la demócrata Kamala Harris llevaba en su plataforma ideas dignas del kirchnerismo argentino. Entre ellas, una absurda ley de alquileres, más representativa de un extraviado país estatista y dirigista que de los Estados Unidos.

El partido de la oposición tiene varios cuadros que son abiertamente socialistas como Ocasio-Cortez o Bernie Sanders. Estas ideas colectivistas del bando demócrata incluso podrían llegar al poder en Nueva York de la mano de Zohran Mamdani. En este contexto adverso, el triunfo de Donald Trump en las últimas elecciones era lo mejor, o, al menos, lo «menos malo». 

Sin embargo, varias medidas del líder republicano son para preocuparse. No solamente por el impacto económico y las distorsiones que generan muchas de sus iniciativas, sino por lo conceptual que subyace detrás de ellas. Ahora, el presidente estadounidense dijo que piensa imponer un «arancel del 100%» a las producciones cinematográficas del exterior.

Aunque no dio detalles de cómo se plasmará esta medida, el mandatario ya la confirmó, afirmando que quiere cine norteamericano «¡otra vez!». Si uno se remonta al pasado glorioso de Hollywood, lo cierto es que el cine norteamericano triunfó en el país y en el mundo gracias a un contexto de libertad. Muchos artistas llegaban en la época de oro de la industria del cine norteamericana, solamente dispuestos a jugarse por su oportunidad.

Si bien es cierto que muchas de las películas «estadounidenses» se firman total o parcialmente en el exterior, esto tiene que ver con el encarecimiento de los costos de manera artificial de las producciones. Es decir, por la mano del Estado. No hace muchos años, el creador del género zombie George A. Romero (no justamente un cineasta conservador y republicano) reconoció que tenía que trasladar sus filmaciones al exterior por cuestiones de impuestos y de sindicatos. Estas son las cuestiones a las que habría que prestar atención a la hora de impulsar la «industria local».

Ponerles aranceles a las producciones extranjeras, así como también impedir que se pueda filmar en el exterior, es sinónimo de aumentar los problemas, distorsionar aún más la economía y generarle perjuicios a los consumidores, que deberían tener la libertad de elegir lo que quieren ver, se encuentren donde se encuentren.

Fuente: PanamPost

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