Poder blando: China ha conquistado el 90 % de África con su idioma y cultura

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La explotación de litio y cobalto no es lo único que busca China en África. Tampoco la propagación de empresas del gigante asiático, como laboratorios farmacéuticos, y la financiación de proyectos de infraestructura, en el marco de su programa de expansión política y económica conocido como la Nueva Ruta de la Seda. Por supuesto que Pekín avanza en todas estas direcciones, pero el régimen dirigido por Xi Jinping apunta a una conquista de la sociedad africana mucho más amplía, que incluye la imposición progresiva de su idioma y cultura en los países del llamado continente negro.

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China se ha propuesto consolidar su presencia en África con el llamado «poder blando» mediante el Instituto Confucio, un centro de educación administrado por el régimen chino que fue creado en 2004 con el objetivo de exportar y expandir su cultura por el mundo, pero con la particularidad de que este continente ya ha sido conquistado en poco más de 90 % con este método, puesto que la mencionada institución ya cuenta con sedes en 49 de los 54 países africanos soberanos e independientes. Solo en Sudáfrica hay diez.

«Una de las maneras en que China expande su poder blando en el continente africano es en el ámbito sociocultural, a través de la enseñanza del chino», declaró Simbarashe Gukurume, académico de la Universidad Sol Plaatje, en Kimberley, Sudáfrica, al medio alemán DW, que realizó una investigación sobre la expansión china en África.

«El lado más siniestro»
A través del Instituto Confucio, el Partido Comunista de China (PCCh) consigue influir directamente sobre estudiantes y académicos en África, ya que este centro educativo instala sus sedes dentro de universidades y otros establecimientos de educación superior. Adicionalmente, este método, mediante el cual China expande su idioma y cultura en África, también le facilita el acceso a recursos en los países donde tiene presencia, lo que Gukurume califica como «el lado más siniestro» de este plan.

«China se beneficia significativamente, ya que la mayoría de estos institutos y otras actividades de intercambio cultural se basan en acuerdos bilaterales que, en ocasiones, ofrecen acceso irrestricto a recursos en África», sostiene el académico sudafricano, quien también advierte que Pekín no solo imparte clases de mandarín a través del Instituto Confucio sino que además «interfiere con la libertad académica de las universidades y adoctrina a los estudiantes con sistemas políticos que podrían considerarse autoritarios o antidemocráticos».

El «sueño chino» de muchos africanos
Esto lo pudo confirmar el medio alemán, que entrevistó a una mujer de nombre Miradie Tchekpo, originaria de Benín, quien aseguró haber logrado su «mayor sueño» de trabajar como intérprete para una empresa china en su país. «En la secundaria, veía canales de televisión chinos y soñaba con viajar a China y conocer su cultura (…) así que estudié chino y fui a cursos durante tres años para obtener un título profesional en chino», declaró a DW.

Sin embargo, son escasos los que alcanzan realmente ese «sueño». El académico sudafricano Simbarashe Gukurume explica que las empresas chinas en África se caracterizan por contratar a trabajadores chinos para la gran mayoría de sus proyectos, y los alumnos del Instituto Confucio que aprenden el idioma terminan convirtiéndose en profesores de mandarín, ayudando así al régimen de Pekín a expandir el idioma y la cultura china porque suelen ser los únicos empleos que consiguen.

El mencionado medio alemán también entrevistó a la investigadora Avril Joffe, quien elaboró en 2023 un estudio titulado La presencia cultural institucionalizada de China en África, quien se mostró alarmada por la falta de normativas para frenar la influencia china en el continente, lo que además avaló con cifras. Y es que el número de estudiantes africanos matriculados en universidades chinas pasó de menos de 2000 en 2003 a 81.500 en 2018.

Fuente: PanamPost

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