Dictadura de Daniel Ortega aplica modelo chino para espiar a nicaragüenses en el exterior

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Una estrategia sistemática de represión se extiende más allá de Nicaragua. Esa es la advertencia que hace un nuevo informe, presentado ante el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, respecto a la manera en cómo la dictadura de Daniel Ortega espía a opositores o disidentes en el exilio. La violencia física, con ataques que llegan a asesinatos en suelo extranjero, así como «el uso indebido de las notificaciones rojas de Interpol», son solo una parte de esta oscura red liderada por el régimen sandinista.

En febrero de 2023, la Corte de Apelaciones de Managua declaró “traidores a la patria” a 222 presos políticos que fueron exiliados a Estados Unidos. Al mismo tiempo, se les retiró la nacionalidad, violando su derecho fundamental a la identidad. Pero no son los únicos. En total más de 450 nicaragüenses han padecido lo mismo, además de 290 personas a quienes le negaron la entrada a su país, de acuerdo a una reciente denuncia de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).

Entre estos ciudadanos surgen las denuncias que llegaron a la ONU de la mano del Grupo de Expertos en Derechos Humanos para Nicaragua. Y es que el texto retrata cómo opera el sandinismo cuando quiere extender sus tentáculos fuera del país. La vigilancia ocurre físicamente, llevada a cabo «por funcionarios encubiertos o informantes». Mientras que en lo digital actúan «mediante el pirateo de cuentas, programas espía e interceptación de comunicaciones». Ocurre particularmente en Costa Rica y Honduras, pero también en Bélgica, Guatemala, España y EE. UU.

El mensaje: «Donde estén podemos alcanzarlos»
La vigilancia ordenada por Daniel Ortega no dista mucho del espionaje chino. En el caso del país centroamericano, instituciones gubernamentales como la Dirección de Información para la Defensa y la Dirección de Inteligencia y Contrainteligencia Militar, así como de la Policía Nacional, «monitorean publicaciones, fotografías, comentarios y conexiones digitales». Utilizan algoritmos y seguimiento de palabras clave para identificar contenidos considerados «críticos» por la dictadura sandinista.

Son similares a las artimañas que lleva adelante el Partido Comunista Chino (PCCh) con escuchas o agentes infiltrados en oficinas gubernamentales en suelo extranjero. En cuanto a las víctimas, estas van desde personas de la maltratada comunidad uigur, hasta disidentes de la dictadura de Xi Jinping. Un lapidario informe del año 2022, de Safeguard Defenders, reveló que el comunismo chino estaría operando decenas de «centros de servicios de policía» ilegales en Argentina, EE. UU. y otros 50 países.

Volviendo al Nicaragua, existen testimonios de la persecución y espionaje que lleva adelante Daniel Ortega. Uno de los casos más conocidos es el del opositor Joao Maldonado, se exilió en Costa Rica después de las masivas protestas de 2018 contra la dictadura. Recibió cinco disparos en el año 2021 desde una moto y luego, en enero de 2024, siendo parte de un programa de protección de testigos y a pocos días de viajar a EE. UU. en busca de mayor resguardo, recibió otro ataque. Su esposa que lo acompañaba, Nadia Robleto, quedó en silla de ruedas por una bala que la alcanzó.

“El mensaje de estos atentados era para todos: ‘cállense, porque estén donde estén podemos alcanzarlos’, estas palabras, pronunciadas hace menos de 10 días en España, pertenecen a Juan Carlos Arce, abogado y defensor de derechos humanos que representa al Colectivo de Derechos Humanos Nicaragua Nunca Más.

Silenciados en Nicaragua
El listado de exiliados nicaragüenses, despojados de su nacionalidad, es largo. Allí figuran nombres como el de Sergio Ramírez, expresidente de la Corte Suprema de Justicia, acusado de «traición a la patria». Otro es Carlos Fernando Chamorro, director del diario Confidencial. Se le suma la escritora, Gioconda Belli; la presidente del Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (CENIDH), Vilma Nuñez; al igual que el embajador ante la Organización de Estados Americanos (OEA) y columnista de Panam Post, Arturo McFields Yescas.

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McFields fue embajador hasta que denunció al régimen, luego fue destituido, despojado de su nacionalidad por Ortega, y hoy vive en el exilio. De esta manera, el dictador y su esposa se aseguran de silenciar a la oposición dentro del país.

Fuente: PanamPost

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