




El domingo 7 de septiembre se celebra el Día de la Independencia en Brasil, una fecha que este año cobra un significado especial. La oposición ha convocado movilizaciones populares para manifestar su rechazo al tercer mandato de Lula da Silva y al creciente autoritarismo impulsado desde el poder judicial. Actualmente, el expresidente Jair Bolsonaro se encuentra en prisión domiciliaria por orden judicial, bajo argumentos que muchos consideran infundados, como el supuesto riesgo de fuga a Argentina. Sin embargo, la masiva presencia de manifestantes en las calles brasileñas refleja que Bolsonaro sigue siendo el principal favorito para regresar al Palacio de Planalto.


En paralelo, el lulismo también ha llamado a sus seguidores a movilizarse, en el marco de una campaña política contra el diputado federal Eduardo Bolsonaro, actualmente exiliado en Estados Unidos y promotor de una agenda internacional contra el autoritarismo en Brasil. Los oficialistas han enmarcado su movilización como una defensa de la soberanía nacional frente al «imperialismo norteamericano» y los “traidores a la patria”. No obstante, en redes sociales se percibe con claridad una notable diferencia en el número de asistentes entre ambos bandos.
Estos eventos se desarrollan en un contexto político marcado por un avance significativo de la oposición.
A principio de la semana, el expresidente de la Cámara de Diputados, Arthur Lira, visitó a Bolsonaro en su residencia. Al día siguiente, su partido, el PP, junto a União Brasil, partidos de centro que habían apoyado a Lula en las elecciones, anunciaron su ruptura con el gobierno, exigiendo a sus militantes con cargos públicos que renuncien bajo pena de expulsión. Como resultado, la oposición ha logrado reunir la mayoría necesaria en el Congreso para impulsar una Ley de Amnistía, que se presentaría con carácter “amplio e irrestricto”. De ser aprobada por la Cámara de Diputados, Bolsonaro quedaría habilitado para postularse nuevamente a la presidencia.
Cabe destacar que, según los resultados de la última elección presidencial y las proyecciones para los comicios locales, Bolsonaro tendría altas probabilidades de ser reelecto para un segundo mandato.
En contraste, la popularidad de Lula no mejora. Pese a los esfuerzos por fortalecer o ampliar los programas sociales, el rechazo a su gestión no disminuye. La ruptura con partidos de centro, la creciente tensión con Estados Unidos y la falta de mejoras significativas en la calidad de vida de los brasileños auguran un escenario adverso para su reelección. Su capital político parece insuficiente para enfrentar con éxito a Bolsonaro.
Sin embargo, considerando el radicalismo que caracteriza a los regímenes autoritarios, es probable que no permanezcan pasivos ante un eventual avance de la oposición. Si el Congreso aprueba la amnistía para Bolsonaro, es casi seguro que los tiranos escalen el conflicto a nuevos niveles nunca antes vistos.
Fuente: PanamPost






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