


Acuerdo entre Armenia y Azerbaiyán: ganan Trump y Aliev, Putin pierde en parte
MUNDO José María Ballester Esquivias*


Estados Unidos nunca ha ocultado que su objetivo principal en el proyecto de desarrollo de corredor de Zangezú es reducir la influencia de Irán, Rusia y China en la región del Cáucaso Meridional. El corredor permitirá el tránsito de personas y mercancías entre Turquía y Azerbaiyán y más allá, hasta Asia Central, sin pasar por Irán ni Rusia. Por eso Donald Trump desbordaba de júbilo el viernes a última hora de la tarde tras anunciar el acuerdo de paz entre Armenia y Azerbaiyán, cuyo objetivo oficial es poner fin al enfrentamiento que mantenían desde 1988, es decir, desde los últimos tiempos de la Unión Soviética, de la que ambos formaban parte.


«Se han creado las condiciones para que nuestras naciones puedan finalmente emprender la construcción de relaciones de buena vecindad sobre la base de la inviolabilidad de las fronteras internacionales y la inadmisibilidad del uso de la fuerza para la adquisición de territorios tras el conflicto que causó un inmenso sufrimiento humano. Esta realidad, que no es ni debe ser objeto de revisión, allana el camino para cerrar el capítulo de la enemistad entre nuestras dos naciones», reza el punto 3 del texto distribuido a los medios tras el histórico apretón de manos entre el presidente azerí Ilham Aliev y el primer ministro armenio Nikol Pashinian.
Preguntado por El Debate, el analista geopolítico de origen armenio Tigrane Yegavian pide prudencia porque «se trata solo de una firma preliminar y en ningún caso de un acuerdo de paz definitivo, no tenemos el texto del tratado de paz firmado y sin duda hay mucho que decir sobre los detalles negociados.». En todo caso, admite que, desde Armenia destacan que, «por primera vez, Aliev y Azerbaiyán reconocen la integridad territorial y la soberanía de Armenia dentro de las fronteras reconocidas por la ONU y el Tratado de Alma Ata de 1991. En la conferencia de Praga de 2022 no lo había hecho». También subraya que en el texto distribuido no se evoca el futuro del Alto Karabaj, territorio que se disputan ambos países con clara ventaja militar para Azerbaiyán.
Tal vez porque aclarar y determinar responsabilidades en relación con las atrocidades cometidas por las tropas de Aliev, empezando por el desplazamiento forzoso de decenas de miles de armenios afincados desde siempre en el Karabaj, no es lo que más interesa a Trump. De hecho, el proyecto de corredor de Zangezur se llama oficialmente Ruta Trump hacia la paz y la prosperidad internacionales, Tripp en sus siglas inglesas.
El Tripp, de una longitud de 43 kilómetros que atravesaría el territorio armenio estaría bajo gestión extranjera mediante un tratado oficial, en este caso por un consorcio estadounidense durante un período de cien años. Se trata, pues, de un importante precedente en la historia del espacio postsoviético. El Tripp será regido por el derecho armenio para respetar, en las formas, la soberanía del país cristiano. Sin embargo, muchos observadores estiman que el proyecto generará sobre todo beneficios a las compañías norteamericanas que explotarán los recursos naturales.
Lo que nadie pone en duda es que se trata de una penetración esencial de Estados Unidos en un eje estratégico de primer orden. De entrada, limita el papel de Irán como protagonista de los tránsitos comerciales. Es la razón por la que Turquía ha celebrado el acuerdo del viernes. Además, si perjudica a Irán, se podría decir que, automáticamente beneficia a Israel. A través de su proyecto de Corredor de David, el Estado hebreo pretende abrir un paso directo desde los Altos del Golán ocupados hacia Al-Suweida (Siria) y seguir hasta la base estadounidense de Al-Tanf y Deir Ezzor, en Irak. Un proyecto aún hipotético.
Volviendo al plano de lo concreto, Rusia es el país más perjudicado por el acuerdo entre Azerbaiyán y Armenia. Un ejemplo viene dado por el deterioro de las relaciones entre Moscú y Bakú en los últimos meses. Para Yegavian, Rusia paga dos errores. El primero, la política irracional de sucesivos abandonos y falta de asistencia a su vasallo armenio en Karabaj, lo que resulta aún más paradójico si se tiene en cuenta que la población armenia de Karabaj era la más rusófila de la región hasta la limpieza étnica llevada a cabo por Azerbaiyán con el visto bueno de Moscú. El segundo: «el reciente deterioro de las relaciones con Bakú, ya que, en realidad, Rusia necesita ahora más a Azerbaiyán que al revés».
Con todo, el analista opina que Rusia no desaparece del escenario, pues «conserva presencia militar y capacidad de despliegue en la región (base de Gumri, base aérea de Erebuni), redes económicas y energéticas; casi toda la energía que se consume en Armenia procede de empresas rusas, al igual que los ferrocarriles y una parte excesiva de las importaciones de productos de primera necesidad, como los cereales, sin olvidar la proximidad histórica y social con actores locales dentro de la oposición al Gobierno del señor Pashinyan».
Cuestiones pendientes
Según Yegavian, el acuerdo deja sin resolver numerosas cuestiones.
¿Cómo se desarrollará la carretera en Syunik? ¿Qué trazado, qué control, qué garantías de seguridad?
¿Cómo se repartirán los beneficios económicos? ¿Se llevará todo el Estado armenio o Bakú? ¿O los estadounidenses? ¿O Turquía?
¿Qué pasará con los prisioneros de guerra?
¿Habrá un reconocimiento oficial de la limpieza étnica de Nagorno Karabaj, orquestada por Bakú en septiembre de 2023?
¿Qué garantías reales hay para la soberanía armenia, cuando Azerbaiyán lleva desde 2021 realizando incursiones y ocupando ilegalmente partes del territorio de Syunik, Gegharkunik y Tavush?
*Para El Debate






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