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Visto el desastre anunciado, son muchos los que respiran tranquilos ahora que Petro marcha dando bandazos con el sol a las espaldas. El exguerrillero entrará pronto en su último año de mandato sin haber hecho nada relevante, ni siquiera los gravísimos daños que de él se esperaban, dada su macondiana ineptitud. Sin embargo, no pueden ignorarse las voces de alarma de quienes insisten en que Aureliano se atornillará en el poder. Sí, es obvio que él quiere quedarse, pero ¿tendrá capacidad de maniobra para dar el zarpazo?
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Pecando de optimista, parece muy difícil que Petro pueda aferrarse a un cargo que tan mal desempeña y en el que apenas se hace palpable por sus delirantes discursos. Tampoco parece claro que la izquierda pueda organizarse de tal manera que logre consolidar la continuidad de Petro o sea capaz de preservar su legado eligiendo un sucesor de la misma ralea. Tarea difícil porque la izquierda ha demostrado que es aún menos virtuosa que los otros partidos y más proclive a la corrupción, al clientelismo, la ineficiencia y las demás taras de la política. Y, sobre todo, porque está compuesta de numerosas facciones desunidas.
Claro que si de desunión se trata, la derecha y el centro no lo hacen nada mal. A estas alturas deberíamos estar viendo la foto de la unidad mostrando en un sólido abrazo a Uribe, Pastrana, Gaviria, Duque y Vargas Lleras, con el anuncio de que irán con un solo candidato a enfrentar a la izquierda malsana de Petro, las Farc, el ELN, Cepeda, Samper, Santos, la tibieza de los Fajardo, y en general toda esa horda de comunistas que nos quiere llevar a repetir el rumbo de la Cuba cavernaria o la Venezuela rupestre, donde malviven sin luz eléctrica, sin gas para cocinar, sin gasolina para los coches, ¡sin comida!
Ya es hora de que se vayan retirando esos candidatos de medio pelo que no marcan en las encuestas y se adhieran a otros mejor perfilados para que de una buena vez definamos con quiénes se cuenta para enderezar el rumbo. No necesitamos 30 o 40 alternativas para llenar las expectativas de los programas de opinión y las redes sociales; basta con las dos o tres opciones más fuertes antes de la primera vuelta y llegar a esta con un solo candidato, ojalá un outsider que no se deba a un jefe político ni a una corriente en particular.
Por ahora, la que lleva la delantera es la señora Vicky Dávila, una periodista que ha sabido interpretar el deseo de la ciudadanía haciendo propuestas ingeniosas, esperadas y necesarias a las que nadie más se ha atrevido como si cada candidato sintiera que debe pedirle permiso al progresismo —‘regresismo’, en realidad— para lanzar sus planteamientos.
La señora Dávila, como Milei en Argentina, le apuesta a un Estado austero, y a un cobro de impuestos simplificado y muy bajo: el famoso 10-10-10. Un 10% de IVA a todos los productos, otro 10% de impuesto de renta a las empresas, y un 10% de impuesto a las personas. Con un régimen impositivo tan simple se combatirá la evasión y la elusión, se tendrá suficiente libertad económica para el emprendimiento y la iniciativa individual, y se dejará de ahorcar el espíritu productivo con reformas tributarias que nos amenazan cada año. Todo eso, obteniendo el recaudo suficiente para los requerimientos de un Estado austero.
También ha dicho la señora Dávila que citará a María José Pizarro para entregarle el sombrero de su padre, el terrorista que fuera jefe del M-19, y entregará a sus descendientes el trapo viejo que fungiera de sotana del cura criminal Camilo Torres. Esas no son reliquias sino símbolos de la infamia. Pero, mucho más importante, es que la presidente Dávila cancelaría todos los procesos de paz el 7 de agosto de 2026 a las tres de la tarde, y emprendería un proceso de recuperación de las Fuerzas Armadas para recuperar el imperio de la ley en el país.
Sin duda, Dávila ha puesto en materia de propuestas, por ahora, la vara muy alta. ¿Quién da más? ¿Será Petro capaz de sabotear el proceso electoral convirtiendo a toda Colombia en un Catatumbo? ¿Le alcanzarán los billones no ejecutados para comprar los votos? A veces, la gente no se vende.
Fuente: PanamPost