Trump se convierte en el salvavidas de Netanyahu con su plan para Gaza

ISRAEL Andrea Polidura*
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El primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, ataviado con una corbata roja –guiño al color del Partido Republicano– se refirió al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, como «el mejor amigo que Israel ha tenido en la Casa Blanca». El mandatario estadounidense acababa de anunciar su plan para la franja de Gaza. Una propuesta que pilló por sorpresa al mundo entero y que pasa porque Estados Unidos tome «el control» del enclave palestino para, en palabras del propio Trump, convertirlo en la «Riviera de Oriente Próximo».

Al mandatario le salió la vena de agente inmobiliario y aseguró que asumiría la propiedad de este territorio, a orillas del mar Mediterráneo, y se encargaría de «desmantelar todas las bombas peligrosas sin detonar y otras armas que haya en el lugar».

«La desarrollaremos económicamente y proporcionaremos un número ilimitado de puestos de trabajo y viviendas para que la gente de la zona haga un trabajo de verdad, haga algo diferente», explicó Trump, mientras que el mandatario israelí sonreía a cada palabra.

Netanyahu aseguró que este plan podría «cambiar la historia». Como ya adelantó el propio mandatario estadounidense, su hoja de ruta supondría la expulsión de casi dos millones de gazatíes de sus hogares, que se niegan a abandonar el territorio. Pero realmente, lejos de que esta idea pueda llevarse a término, representa un balón de oxígeno para el primer ministro israelí.

Netanyahu aterrizó este domingo en Washington acorralado por el ala más radical de su Gobierno, representada por el ministro de Finanzas, Bezalel Smotrich, que amenaza con dejar caer el Ejecutivo si no se retoma la guerra en Gaza una vez finalizada la primera fase de la tregua.

El acuerdo de alto el fuego entre Israel y Hamás, que entró en vigor el pasado 19 de enero, ya le costó a Netanyahu la salida del partido del entonces ministro de Seguridad Nacional, el ultranacionalista Itamar Ben-Gvir. El líder de la formación Otsmá Yehudit criticó duramente la tregua que consideró como una «concesión» a Hamás.

 

Ben-Gvir hizo efectiva su amenaza de abandonar el Gobierno el mismo día en el que se inició el cese de hostilidades en la Franja. A pesar de la salida de los ministros de Otsmá Yehudit, el Ejecutivo israelí aún cuenta con mayoría. Sin embargo, si finalmente Smotrich cumple sus amenazas, su salida sí dejaría a Netanyahu en una situación delicada.

La oposición ha ofrecido al primer ministro israelí una red de seguridad para seguir adelante con el alto el fuego y conseguir así la liberación de todos los rehenes israelíes en manos de Hamás. Aún quedan 79 cautivos, 35 de ellos declarados muertos por Israel. Durante la primera fase del acuerdo, deben ser liberados 33 rehenes.

Por el momento, la organización terrorista ha liberado a 13 israelíes y cinco tailandeses –quedan 20 rehenes pendientes en esta fase–, a cambio de la excarcelación de 583 palestinos. Es precisamente la liberación de presos, en muchos casos con delitos de sangre, así como la completa retirada del Ejército hebreo de Gaza, lo que enfurece a un sector del Gobierno israelí.

Smotrich, que votó en contra del acuerdo con Hamás, cedió a seguir apoyando a Netanyahu siempre y cuando este se comprometiera a reanudar los ataques cuando se terminara la primera fase del acuerdo. Este lunes estaba estipulado que se iniciaran, precisamente, las conversaciones para la segunda etapa de la tregua, y los reproches y críticas volvieron a salpicar a Netanyahu que retrasó las negociaciones hasta después de su encuentro este martes con Trump en la Casa Blanca.

El presidente, con corbata azul en honor a la bandera de Israel, anunció entonces su –por muchas razones– descabellado plan para Gaza. En Israel, la visión del republicano ha sido ampliamente aplaudida y apoyada. El propio ministro de Finanzas hebreo escribió en su cuenta de X, antes Twitter: «Gracias presidente Trump».

Por el contrario, el resto de la comunidad internacional ha mostrado su rechazo frontal a la idea del estadounidense. Desde Naciones Unidas, pasando por los países europeos y, sobre todo, las naciones árabes. Arabia Saudí, país que Trump quiere sumar a los Acuerdos de Abraham, reiteró este miércoles que no establecerá relaciones con Israel si no existen garantías para la creación de un futuro Estado palestino. Asimismo, Riad, en un comunicado oficial, condenó «firmemente cualquier violación de los derechos legítimos del pueblo palestino», entre ellos «intentos de desplazarlos de su tierra».

El discurso de Trump contrasta con su política aislacionista y de no injerencia en conflictos de terceros países y, además, necesitaría de la aprobación del Congreso de Estados Unidos para enviar tropas a Gaza. A esto se suma que Washington ratificó la Convención de Ginebra –al igual que Israel– que prohíbe el desplazamiento forzoso de poblaciones. Aún con todo, el presidente estadounidense ha conseguido el efecto que buscaba, confundir y sorprender al mundo y, de paso, fortalecer a su aliado Netanyahu dentro de Israel y de su propio Gobierno.

*Para El Debate

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