Groenlandia es una isla remota, poblada tan solo por unas 56.000 personas y cubierta en su mayoría por hielo, pero, pese a todo, su importancia geopolítica no para de aumentar. El último en mostrar interés por ella ha sido Donald Trump, presidente electo de Estados Unidos, que ha manifestado en su red social, Truth Social, lo siguiente: «Por motivos de seguridad nacional y libertad en todo el mundo, Estados Unidos considera que la propiedad y el control de Groenlandia son una necesidad absoluta».
En su estrategia para aumentar su poder en este terreno, Trump ha nombrado a Ken Howery como embajador en Dinamarca por segunda vez —hay que recordar que Groenlandia es una nación constituyente al Reino de Dinamarca.
Mutue Egede, primer ministro de Groenlandia, ha rechazado categóricamente que la isla esté en venta, aunque sí se ha mostrado abierto «a la cooperación y al comercio con todo el mundo», abundando en que Groenlandia debe poder actuar fuera del paraguas y con cierta independencia de Copenhague, recoge el diario Jyllands-Posten. «Groenlandia es nuestra. No estamos a la venta ni nunca lo estaremos (...) Sin embargo, debemos seguir estando abiertos a la cooperación y al comercio con todo el mundo, especialmente con nuestros vecinos, dado que todo el comercio no puede pasar por Dinamarca», ha zanjado.
Durante su primer mandato, Trump manifestó en varias ocasiones su deseo de comprar Groenlandia en un momento en que China había redoblado sus inversiones en la isla danesa. La Administración estadounidense logró en 2018 impedir que Pekín financiara la construcción de tres aeropuertos en Groenlandia.
¿Por qué Groenlandia?
Groenlandia ya jugó un papel fundamental en defensa de Occidente durante el transcurso de la Guerra Fría, esencialmente debido a la base aérea de Thule, que alberga instalaciones militares estadounidenses. El Ártico, y en especial Groenlandia, es una zona rica en recursos naturales, que se estima que podría albergar grandes reservas de petróleo, gas natural y minerales, además de ser un lugar fundamental por otros recursos estratégicos.
Es una isla minera desde hace tres siglos y tiene depósitos de carbón, oro, plata, cobre, plomo, zinc, grafito, olivino, criolita y mármol, de acuerdo con el Instituto Groenlandés de Recursos Naturales. Además de las sospechas de que tiene grandes cantidades de aceite, a partir de finales de 2013 se empezó a permitir la extracción de uranio y otros materiales radioactivos, algo valioso en el mercado internacional.
Por si fuese poco, el derretimiento de las capas de hielo también ha provocado un aumento en la actividad de países como Rusia, China y Canadá, que invierten en la región para asegurarse su influencia y accesibilidad a dichos recursos.
Trump, siempre enfocado en su imagen de poder y control, ve en Groenlandia, con su ubicación remota e importancia geopolítica, una especie de trofeo estratégico que confirmaría su posición predominante en el orden mundial. Además de esta isla, el republicano también ha hecho insinuaciones sobre que Estados Unidos podría reclamar el canal de Panamá, buscando golpes de efecto con los que comenzar su segundo mandato en la Casa Blanca.
*Para El Debate