Edmundo González Urrutia, el inesperado candidato y figura clave para una transición en Venezuela
VENEZUELA Edgardo Pinell*Como un hombre «íntegro» y «bueno» calificó María Corina Machado a Edmundo González Urrutia cuando, tras múltiples impedimentos por parte de la dictadura venezolana, quedó en firme su candidatura.
Este curtido diplomático y académico era una figura que quizás no estaba en el propio radar del chavismo como posible candidato, pero inesperadamente tomó el testigo de Machado y como un designio providencial ayudó a superar otro de los obstáculos de Nicolás Maduro al escrutinio popular que tanto teme.
Aunque Machado está oficialmente fuera del proceso electoral, junto a González Urrutia han formado una tándem extraordinario que, por la aparente falta de ambiciones personales de este hombre de 74 años y el escrupuloso respeto manifestado a la legitimidad popular de Machado, permitió una transferencia de apoyo electoral casi automática.
González Urrutia, sin embargo, tiene méritos y habilidades propias que le permitieron esta transmisión del apoyo electoral y que sin duda le ayudarán a pilotar una transición entre la dictadura chavista a una plena democracia en Venezuela.
El candidato a la presidencia por la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) cursó estudios en la Universidad Central de Venezuela, donde se graduó en relaciones internacionales y en 1981 obtuvo una maestría en esta misma rama de estudios en la American University en Washington.
La vena diplomática de González Urrutia proviene de su tatarabuelo materno Wenceslao Urrutia, canciller de Venezuela durante la presidencia de Julián Castro en 1858 y artífice del Protocolo Urrutia firmado con EE.UU., Reino Unido, Francia, Brasil y España con el fin de acordar medidas para la salida pacífica de Venezuela del presidente derrocado José Tadeo Monagas, quien se encontraba asilado en la embajada de Francia y solicitaba exiliarse, pero temía por su vida.
Cosas del destino y como preludio de una inminente derrota de Maduro, aquel documento firmado hace 166 años decía: «se dará al general Monagas pasaporte y un salvoconducto para trasladarse con su familia al punto del extranjero que elija, mientras que el nuevo gobierno lo estime necesario a la tranquilidad del país».
Conciliador como su ancestro, González Urrutia, exembajador de Venezuela en Argelia (1991-1993) y Argentina (1998-1999) y ratificado en el cargo (1999 -2002) durante el primer mandato de Hugo Chávez, ha prometido «unidad, para fortalecer el proceso de democratización y para garantizar el reconocimiento recíproco de las partes y el respeto a las normas de cooperación política civilizada».
Su mano tendida al chavismo, como expresión política a nivel social, cuenta con la credibilidad de quien en 2002 rechazó el golpe de Estado contra Chávez e hizo todo lo necesario diplomáticamente para recabar apoyos para la «reinstauración» del entonces mandatario en el Palacio de Miraflores.
González Urrutia, junto a Machado, también han suscrito un documento en el que se comprometen a buscar consensos «para enfrentar los temas sensibles, a través de acuerdos políticos y sociales que permitan avanzar hacia las soluciones duraderas que demanda el país» dicho de otra forma, llegar a los pactos necesarios que una transición hacia la democracia requieren.
*Para El Debate