Una madre contó cómo su hijo eligió ser narco y murió en el megaoperativo en Río: “Creía que el crimen era una salida”

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Durante ocho años, una madre de Río de Janeiro no tuvo noticias de su hijo. Thiago Ribeiro Pareto Barbosa había cortado todo contacto con su familia cuando decidió unirse al Comando Vermelho, la organización de narcotráfico más poderosa de la ciudad. La última vez que supo de él fue a través de una fotografía que mostraba su cuerpo sin vida, tras la operación policial más letal en la historia de Brasil.

La mujer, que pidió mantener su identidad en reserva, relató al diario brasileño O Globo las circunstancias que llevaron a su hijo de 28 años a involucrarse con el crimen organizado, a pesar de haber recibido educación y no carecer de necesidades básicas en su hogar.

“Mi hijo, Thiago Ribeiro Pareto Barbosa, tenía 28 años. Desde los 20, eligió esta vida”, declaró la mujer al medio brasileño. “Y, desde entonces, hacía ocho años que no veía a mi hijo”.

Thiago completó la escuela secundaria, realizó un curso de auxiliar administrativo y trabajó como aprendiz. Sin embargo, a los 20 años tomó la decisión de incorporarse al mundo criminal. Desde ese momento, se negó a mantener vínculos familiares con el argumento de proteger a sus seres queridos de las consecuencias de sus actividades ilícitas.

“Él mismo lo quiso así. Dijo que no quería que nadie de la familia supiera nada de su vida en el crimen, para no salpicarnos, para poder seguir esa vida sin arrastrar a nadie con él”, explicó la madre.

La incomprensión de la mujer es evidente en sus palabras: “Todavía hoy no lo entiendo. Terminó la preparatoria, hizo un curso de auxiliar de administración, trabajó como aprendiz joven. Le di una educación y un hogar en el que nunca le faltó nada”.

Ninguno de los otros hijos siguió el mismo camino. “Todos trabajan, todos viven conmigo. Pero él quiso tomar otro rumbo”, afirmó.

La familia residía en Vila da Penha cuando el Comando Vermelho comenzó a expandir su control sobre el área. “Cuando el Comando Vermelho empezó a dominarlo todo, decidí irme. Me mudé a Benfica. Pero él quiso quedarse. Dijo que iba a ‘vivir su vida’”, recordó.

Los primeros indicios del cambio en el estilo de vida del joven se manifestaron cuando comenzó a exhibir artículos costosos. “Cuando empezó a involucrarse, fue con amistades diferentes. Empezó a aparecer con cosas caras, relojes. Yo le preguntaba y él evadía la conversación”, relató.

La mujer atribuyó la decisión de su hijo a la influencia de nuevas amistades y a lo que describió como el señuelo de una vida aparentemente fácil. “Estoy segura de que fue la influencia de sus amigos y esa ilusión de una vida fácil. Esas promesas de dinero, poder y respeto que, al final, no son más que un engaño. Thiago se lo creyó. Creyó que el camino del crimen era una salida”, expresó.

La confirmación de la muerte del joven llegó cuando un conocido le envió una imagen. “La noticia llegó a través de una foto. Un antiguo conocido, que lo conocía de Penha, me envió la imagen: ‘Es Thiago’. Me costó creerlo. Ocho años sin ver a mi hijo, y ahora solo lo reconozco en una foto en la que está muerto”, relató.

La mujer acudió entonces al Instituto Médico Legal, donde permaneció desde el miércoles posterior a la operación esperando reconocer formalmente el cuerpo. “Soy cajera, dejé el trabajo, pedí la baja”, dijo.

Cuando se le preguntó qué le había faltado a su hijo, respondió: “Nunca le faltó nada. No sé qué le faltó”.

A pesar de los años sin contacto, la mujer declaró que nunca dejó de albergar esperanzas. “Siempre respeté su silencio, por mucho que me doliera. Pero, en el fondo, una madre nunca deja de esperar”, confesó.

Sus palabras finales reflejan el dolor de una pérdida que, en realidad, ocurrió años antes: “No sé si se puede llamar a esto una despedida. Porque, para mí, él ya se había ido hacía mucho tiempo. Pero, aun así, una madre nunca se acostumbra. Nunca deja de ser madre”.

Thiago murió durante la operación policial del 21 de octubre en el Complexo da Penha, que resultó en 119 fallecidos, incluidos 115 presuntos integrantes de bandas criminales y cuatro policías.

La operación involucró a cientos de agentes con apoyo de helicópteros, vehículos blindados y drones que ingresaron a dos extensas favelas controladas por el Comando Vermelho. Durante el operativo, la organización criminal secuestró autobuses para bloquear autopistas principales y utilizó drones con explosivos contra las fuerzas policiales, según informaron las autoridades.

El gobernador estadual Claudio Castro calificó la acción como exitosa contra lo que denominó “narcoterrorismo”.

Las autoridades también confiscaron más de dos millones de dólares en armas, incluyendo fusiles de guerra de otros países, anunció el gobierno estatal el sábado. Además encontraron municiones, explosivos, drogas, y equipamiento militar.

La operación policial, que se produjo pocos días antes de que Brasil acoja la COP30 en la ciudad amazónica de Belém, ha levantado críticas de residentes de las favelas de Rio y organismos de derechos humanos por su mano dura. La Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos solicitó investigaciones sobre los hechos.

Sin embargo encuestas publicadas en los últimos días muestran que la mayoría de los brasileños aprueba esta operación.

Acusado por sectores conservadores de ser laxo en materia de seguridad, el presidente izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva anunció el viernes que presentó al Congreso un proyecto de ley que propone una pena de 30 años de prisión para los miembros de facciones criminales.

El mandatario sancionó el jueves una ley que robustece la lucha contra el crimen organizado, especialmente definiendo como delito la conspiración y obstrucción de acciones contra las organizaciones criminales.

Fuente: Infobae

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