China manipula la narrativa sobre la Segunda Guerra Mundial para fortalecer su imagen

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La ayuda estadounidense a China durante la guerra se canalizó principalmente a través del programa de Préstamo y Arriendo (Lend-Lease), impulsado por el presidente Franklin D. Roosevelt para suministrar material bélico a países aliados sin involucrarse directamente en el conflicto, bajo la condición de un reembolso diferido. Según un memorando gubernamental enviado al Departamento de Estado en 1946, China recibió aproximadamente 700 millones de dólares en ayuda militar antes de la rendición japonesa, con asistencia adicional durante los meses posteriores. En total, Estados Unidos distribuyó más de 49.000 millones de dólares bajo este programa a cerca de 40 naciones.

La cooperación también incluyó la participación de pilotos voluntarios estadounidenses, conocidos como los Flying Tigers, que combatieron con éxito a la aviación japonesa en apoyo a China. Tras el ataque japonés a Pearl Harbor en 1941, Roosevelt envió al general Joseph Stilwell como asesor militar del entonces gobierno chino, nacionalista. 

El auge del sentimiento patriótico se refleja también en la tecnología y el entretenimiento. Clips generados por inteligencia artificial y montajes dramáticos han revitalizado la memoria de la Segunda Guerra Mundial en las redes sociales chinas. Algunos videos, con millones de visualizaciones, critican abiertamente la narrativa occidental del conflicto y defienden el derecho de China a ser reconocida por su contribución tras años de “menosprecio” por parte de Occidente.

En el cine, las agencias gubernamentales han promovido intensamente “The Volunteers”, la tercera entrega de una exitosa franquicia sobre la Guerra de Corea, que este año llegará a las salas. Las dos primeras películas retrataron a los estadounidenses como enemigos poderosos, despiadados e ineficaces. Otro de los grandes éxitos de taquilla de este año, “Dead to Rights”, narra las atrocidades cometidas por las tropas japonesas durante la masacre de Nankín en 1937.

El impacto de estas producciones se extiende a la educación y la vida cotidiana. Zhou Yuanqing, taxista de 38 años en Changsha, relató que su hijo de 9 años vio la película con sus compañeros como parte de una actividad escolar de educación patriótica. “Volvió muy serio, diciéndonos a su madre y a mí que odia a los japoneses”, contó. Para Sing Chow, hongkonesa de 28 años que trabaja en una empresa tecnológica en Shanghái, la experiencia fue devastadora: “Estaba temblando”, recordó, aludiendo a escenas que la hicieron llorar. “Lo sentí todo: ira, desesperación, tristeza, empatía, miedo y dolor”.

Según William Yang, analista principal para el noreste de Asia en el International Crisis Group, el aniversario ha servido a China para amplificar este tipo de discursos. Yang sostiene que “en este momento particular, China ve una oportunidad para presentarse como una gran potencia militar en ascenso... [y] para inyectar y afirmar su propia versión del relato sobre la Segunda Guerra Mundial, presentándose como defensora de la justicia, la victoria y el orden mundial”.

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