La guerra olvidada de África: un conflicto que lleva 2 años, miles de muertos y 12 millones de desplazados

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La guerra civil de Sudán está fuera del radar mediático. Un misil disparado en Medio Oriente genera más repercusión que el drama humanitario que viven casi 25 millones de personas, la mitad de la población de este país africano arrasado por un conflicto que lleva más de dos años.

Sudán es un territorio pobre e inestable, de escaso valor estratégico y con una sociedad poco desarrollada. No es noticia en los grandes centros del poder geopolítico internacional y ni siquiera en las naciones periféricas como la Argentina. Simplemente, el drama de millones de personas abandonadas a su suerte no genera suficiente empatía o solidaridad en el mundo.

Por un lado, combaten las Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR, paramilitares) y, por el otro, las Fuerzas Armadas Sudanesas (FAS), lideradas por antiguos aliados y hoy enemigos acérrimos enfrentados por el poder de un lugar olvidado por todos.

Mohamed Hamdan Daglo, líder de las FAR, lucha contra su antiguo jefe, el comandante del ejército regular, Abdel Fattah al-Burhan, líder de facto del país desde el golpe de Estado de 2021. Ambos bandos son acusados por igual de asesinatos en masa, violencia sexual sistemática, secuestros, saqueo de ayuda y destrucción de infraestructura y del sistema de salud que depende de la ayuda exterior.

El país está dividido en dos. El norte, este y centro está controlado por el Ejército, que debió trasladar la sede de su autodenominado “Gobierno de la Esperanza” a Port Sudán, sobre el Mar Rojo, para escapar de los combates en Jartum, la capital. En tanto, la vasta región occidental de Darfur está en manos de los paramilitares. Pero amplias zonas del sur están en constante disputa.

¿Más de 150.000 muertos?
Las cifras estremecen. Desde el estallido de la guerra, el 15 de abril de 2023, decenas de miles de sudaneses murieron. Nadie sabe el número exacto. La ONU estima que las víctimas son al menos 20.000, pero algunas ONG hablan de más de 60.000. El enviado especial de Estados Unidos, Tom Perriello, dijo el año pasado que los muertos ya superaban los 150.000. Cualquier dato es creíble.

Además, hay 12 millones de desplazados internos y otros cuatro millones en países vecinos.

Según un reporte de Naciones Unidas, más de la mitad de la población sufre altos niveles de inseguridad alimentaria aguda. Esa cifra incluye a 8,1 millones de personas en condiciones de emergencia y 638.000 en catástrofe o hambruna, de acuerdo al informe.

Esperanza Santos tiene 45 años, es de Madrid y desde hace un año se encuentra en Sudán como coordinadores de emergencias de la misión de Médicos sin Fronteras (MSF) en el país. Ha estado en distintas zonas de Darfur y Puerto Sudán.

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“La guerra ha afectado a todo el país. Empezó en Jartum, la capital, y se extendió a Darfur, al oeste del país, y las principales ciudades”, contó Santos en diálogo telefónico con TN.

Según dijo, más de dos años ininterrumpidos de violencia han provocado desplazamientos masivos y el colapso de la infraestructura sanitaria.

“No es solo la situación de violencia. No hay un sistema de salud que permita, por ejemplo realizar una campaña de vacunación. Tenemos epidemias una detrás de la otra, de cólera, sarampión, difteria y malaria. No hay agua potable”, resumió.

Santos contó que cuando los combates se detienen en una determinada área no hay tiempo suficiente para lograr su recuperación porque la lucha se reanuda tarde o temprano.

“Hay momentos más estables, pero la situación del país es dramática. En Darfur, una de las zonas menos desarrolladas y con más dificultades a nivel humanitario, las necesidades son mayores”, señaló.

El sistema de salud está colapsado
Según graficó, todo el sistema de salud está afectado. Muchos centros no funcionan porque están dañados o carecen de suministros o simplemente porque el personal ha sido desplazado por los combates.

“El sistema de salud no está funcionando en muchas zonas. No hay suministro regular de medicamentos. Ha habido zonas sitiadas durante muchos meses sin ninguna posibilidad de reaprovisionamiento de ningún tipo”, enfatizó.

Los más perjudicados son los niños y las mujeres embarazadas. “No llegan insumos, hay menos cosas en el mercado y el costo de la comida aumenta. La gente ha perdido su medio de vida y su trabajo. Todo esto afecta a la nutrición. Entonces hay más mortalidad. Es la tormenta perfecta”, comentó Santos.

Aun así, Médicos Sin Fronteras está presente en 11 de los 18 estados del país. Su trabajo incluye apoyar la escasa infraestructura sanitaria, proveer materiales e insumos y dar atención a quienes la necesitan.

Santos se lamentó por la escasa repercusión internacional de esta guerra. “La gente no sabe dónde queda Sudán y mucho menos que está en guerra. Esto te da mucha frustración y rabia”, afirmó.

El director de la Oficina de Asuntos Humanitarios de la ONU, Tom Fletcher, graficó: “Sudán se ha convertido en un triste ejemplo de indiferencia e impunidad en el mundo. Esta es la mayor crisis humanitaria del mundo”.

“Unos 30 millones de personas, la mitad de la población, necesitan ayuda vital como consecuencia de una guerra despiadada”, concluyó.

Fuente: TN

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