



A pesar del alto el fuego entre Israel e Irán y las declaraciones de altos cargos del Gobierno estadounidense como el secretario de Estado, Marco Rubio, o el de Defensa, Pete Hegseth, en las que insisten en que los recientes ataques norteamericanos contra las instalaciones nucleares iraníes no buscaban un cambio de régimen, el presidente Donald Trump ha dado a entender lo contrario. No es la primera vez que Trump insinúa que su país estaría buscando acabar con los ayatolás –aunque este martes negara haberlo hecho–, un objetivo que sí ha declarado abiertamente el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu.


Sin ir más lejos, este domingo, un día después de anunciar que Estados Unidos había entrado en guerra con la República Islámica y lanzado una ofensiva contra el país persa, Trump escribió en su red social Truth Social: «No es políticamente correcto utilizar el término 'Cambio de Régimen', pero si el actual Régimen Iraní es incapaz de HACER A IRÁN GRANDE DE NUEVO, ¿por qué no habría un cambio de Régimen??? MIGA!!!», en referencia a su propio movimiento MAGA –Make America Great Again–. Estas amenazas, veladas o no, han generado un estado de paranoia entre el círculo más cerrado del líder supremo, el ayatolá Alí Jamenei.
Jamenei, de 86 años, ha comparecido de manera pública en tan solo en dos ocasiones desde que Israel lanzara su ataque sorpresa contra la República Islámica el pasado 13 de junio, una ofensiva a la que Estados Unidos se sumó este sábado. El líder supremo, atrincherado en un búnker para evitar correr la misma suerte que el líder de la milicia chií libanesa Hezbolá, Hasan Nasralá, o el presidente del buró político de Hamás, Ismail Haniya, también ha pedido a sus más cercanos que eviten todo tipo de comunicación electrónica para impedir que los servicios secretos de terceros países localicen su ubicación.
En paralelo a todas estas estrictas medidas de seguridad, Jamenei, consciente de que es un objetivo codiciado tanto para Israel como para Estados Unidos, no ha querido dejar nada al azar y ya habría nombrado, según publicó la semana pasada The New York Times, a tres clérigos de alto rango para sucederlo en caso de ser asesinado. Así, el ayatolá instó a la Asamblea de Expertos, el órgano clerical encargado de nombrar al líder supremo, a que elija rápidamente a su sustituto entre los tres nombres que ha facilitado. El proceso de sucesión suele ser lento, pero ahora, con el país en guerra, el régimen quiere asegurarse su supervivencia. Y es que el líder supremo ejerce de comandante en jefe de las Fuerzas Armadas iraníes, así como de jefe del Poder Judicial, del Legislativo y del Ejecutivo. También hace las veces de Vali Faqih, es decir, el máximo guardián de la fe chií.
Alireza Arafi
Uno de los nombres que suenan para convertirse en el próximo líder supremo de la República Islámica es el clérigo Alireza Arafi, hombre de confianza de Alí Jamenei, según informa el medio independiente Iran International. Arafi, de 66 años, ocupa actualmente el cargo de vicepresidente segundo de la Asamblea de Expertos, es miembro del Consejo de Guardianes, líder de la oración del viernes en la ciudad santa de Qom y una figura influyente en el Seminario.
Hashem Hosseini Boushehri
Un segundo candidato podría ser Hashem Hosseini Boushehri, de 69 años, quien actualmente se desempeña como vicepresidente primero de la Asamblea de Expertos. Además, es director de la Sociedad del Seminario de la ciudad santa de Qom y lidera la oración de los viernes junto a Arafi.
Mojtaba Jamenei
Sin duda, el candidato que más suena para suceder a Jamenei es su segundo hijo, el clérigo Mojtaba Jamenei. Según publica Iran International, durante más de 27 años el hijo del actual líder supremo de la República Islámica ha desempeñado, desde las sombras, un papel vital en la toma de importantes decisiones políticas para Irán. Mojtaba, de 55 años, luchó en la guerra Irán-Irak en la década de los 80 y, aunque actualmente no desempeña ningún cargo oficial dentro del régimen, es una de las figuras más influyentes, sobre todo dentro del aparato de seguridad del país.
Sin embargo, su elección para reemplazar a su padre genera gran controversia, ya que supondría una vuelta a la sucesión hereditaria que la Revolución Islámica de 1979 –que llevó a los ayatolás al poder– prometió poner fin tras el derrocamiento del sah Mohammad Reza Pahleví . Entre otros candidatos que podrían dar la sorpresa también destacan Ali Jomeini y Hassan Jomeini, nietos de Ruhollah Jomeini –fundador de la República Islámica–, aunque estos no despiertan grandes simpatías entre las altas esferas del régimen.
*Para El Debate
