
Pedro Sánchez, cada vez más acorralado por los escándalos en su gobierno
ESPAÑA



La sesión del Congreso de los Diputados se vio marcada por una intensa tensión política, donde el presidente Pedro Sánchez, acorralado por una serie de escándalos, adoptó una estrategia defensiva que consistió en culpar al Partido Popular por hechos del pasado. Sin embargo, muchos ciudadanos perciben este enfoque como una evasión ante la crisis actual.
Entre los escándalos que salpican al Gobierno, destaca la trama de corrupción conocida como "caso Koldo", donde se investiga la vinculación de constructoras en contratación irregular y comisiones millonarias. A esto se suma el reciente hallazgo de una mujer vinculada al exministro José Luis Ábalos en una vivienda oficial del Ministerio de Transportes, intentando llevarse un disco duro que podría contener información sensible.
La situación se agrava ante el silencio del PSOE y del propio Ábalos, que no han ofrecido explicaciones. La percepción del público es que la transparencia ha sido sustituida por la opacidad, en un contexto en el que el Gobierno parece más preocupado por su propia supervivencia que por los problemas del país.
Desde la oposición, el Partido Popular no descarta presentar una moción de censura, mientras que Vox acusa a Sánchez de corrupción y falta de moralidad. Por su parte, Gabriel Rufián, de ERC, exigió al presidente que aclare si su entorno está involucrado en las denuncias, y propuso prohibir que las empresas implicadas vuelvan a contratar con el Estado.
Un informe de la Unidad Central Operativa (UCO) reveló que el exsecretario de Organización del PSOE, Santos Cerdán, poseía una participación significativa en una mercantil clave de la investigación por corrupción, lo que añade más presión a un Gobierno ya debilitado.
La comparación con el kirchnerismo en Argentina es inevitable. Ambos casos presentan características similares: blindaje al líder, victimización como defensa y una normalización de la opacidad. La pregunta que ronda es si España permitirá que esta crisis política se agrave de manera similar a lo que ocurrió en Argentina.
El Congreso, en lugar de ser un lugar de debate y planificación del futuro del país, se ha convertido en un campo de batalla por la supervivencia de una clase política en crisis. Con Pedro Sánchez resistiendo en el poder, el PSOE se enfrenta a una erosión de la fe cívica en las instituciones democráticas.
La última pregunta que queda en el aire es contundente: ¿hay algo que realmente defender, más allá del deseo de conservar el poder? Ante una administración que se sustenta en el silencio y en las acusaciones, la democracia parece estar en un delicado equilibrio.





Pedro Sánchez acorralado: Fiestas con prostitutas y sobornos












Qué se sabe del arsenal nuclear de Israel y por qué sus líderes no reconocen ni desmienten su existencia


