



Israel marca el 77º aniversario de su fundación como Estado en su Día de la Independencia que, según el calendario judío, sucede a la jornada en recuerdo a sus caídos en las guerras y ataques terroristas. Ambas conmemoraciones nacionales se ven atravesadas por más de año y medio de uno de los conflictos más intensos de su historia.


Las rondas de llamamientos a filas para los reservistas parecen no tener solución de continuidad, así como el número de uniformados caídos en combate. Mientras algunos ciudadanos optan por blindarse emocionalmente y se refugian en la rutina, otros viven pendientes de las noticias, de cada alerta de cohetes, de cada nombre que se suma a la lista de quienes no regresarán.
La guerra, que traspasa generaciones, ya deja huellas visibles también en los más pequeños: bebés nacidos tras el 7 de octubre de 2023 que apenas conocen la figura de un padre que se turna entre el hogar y el frente. Así lo cuenta una jerosolimitana llamada Shirley, madre de tres hijos, quien asegura que su bebé de año y medio «sencillamente no conoce el concepto de padre» y «le costó pronunciar 'aba' (papá, en hebreo) porque apenas lo ha visto».
En este paisaje emocional fragmentado, un nuevo fenómeno ha comenzado a poblar discretamente las calles, estaciones y espacios públicos y privados de Israel: las pegatinas. Si en el primer año posterior al ataque de Hamás dominaban la iconografía los rostros de los secuestrados, en meses recientes se han añadido las imágenes de los soldados caídos en combate en Gaza, Líbano o civiles muertos por ataques de cohetes.
Columnas, vallas, farolas, puertas, portales de viviendas y hasta detectores de rayos X en el aeropuerto de Ben Gurión de Tel Aviv o la histórica Puerta de Jaffa de la ciudad vieja de Jerusalén se encuentran cubiertos de pequeñas estampas con fotos y frases que remiten a la memoria de quienes ya no están. Cada imagen y leyenda breve configuran una cartografía dolorosa, un mosaico simbólico de duelo que se extiende como un tatuaje sobre el paisaje urbano.
Entre las iniciativas espontáneas surgidas en este contexto destaca el proyecto «Stickers of Meaning» (Pegatinas con Significado), creado por Jeffrey Weiss, un abogado de Washington afincado en Tel Aviv. Impactado por la proliferación de estos adhesivos, este empresario decidió emprender, primero fotografiando las pegatinas que comenzaron a circular y que en un primer momento eran impresas a pequeña escala por las familias. Posteriormente, creó un sitio web que documenta cada uno de los casos, acompañado de breves biografías en hebreo e inglés y que las produce a una escala mayor.
Para Weiss, lo que distingue a estas pegatinas no es solo su carga emocional, sino también su capacidad de transmitir mensajes de vida: frases que hablan de amor, optimismo, justicia y resiliencia, según describió meses atrás al medio The Times of Israel.
Un soldado recordado por luchar «por amor a los que estaban detrás y no por odio a los de enfrente», una joven asesinada por comandos de Hamás en el festival Nova que «llegaba a cada lugar con optimismo». Los mensajes de estas pegatinas representan un esfuerzo por visibilizar y fijar en la memoria pública el legado vital de los caídos.
Weiss lanzó el sitio poco antes del primer aniversario del ataque del 7 de octubre de 2023 y contempla escribir un libro sobre el significado de los mensajes y «lo que revelan estos adhesivos sobre el carácter israelí».
La actual guerra en Gaza y sus ramificaciones se ha convertido en uno de los conflictos más mortales para Israel desde la Guerra de Yom Kipur en 1973, que dejó cerca de 2.800 soldados fallecidos.
De acuerdo con fuentes oficiales israelíes, un total de 850 uniformados han fallecido desde el 7 de octubre de 2023. Entre ellos, 409 durante la operación militar en Gaza, 329 en la frontera con la franja palestina en el asalto inicial, 51 en intervenciones terrestres en el Líbano, 29 en ataques de Hezbolá y grupos aliados en el norte de Israel, 12 en atentados terroristas en Israel y Cisjordania, y 5 en operaciones antiterroristas en este último territorio. Además, se registraron otras bajas debido a incidentes diversos como accidentes, incluidos al menos una treintena de suicidios relacionados con el estrés de la guerra.
Autoridades gazatíes de Hamás indican que los fallecidos desde el inicio de la guerra que siguió al 7 de octubre superan los 51.500 en la franja de Gaza.
La Policía de Israel contabiliza además unos 60 oficiales muertos en enfrentamientos con terroristas en la frontera con Gaza. El 7 de octubre de 2023, el grupo terrorista palestino lanzó un ataque masivo en suelo israelí y mató a 1.200 personas, en su mayoría civiles, y secuestró a 251, entre soldados y civiles, de los que 59 aún se encuentran en Gaza.
Las pegatinas y carteles no son únicamente un marcador para el recuerdo. En Jerusalén, especialmente en las calles aledañas a la residencia oficial del Primer Ministro y donde tienen lugar manifestaciones semanales, balcones, muros, paradas de autobús e incluso las rejas que suelen conformar el perímetro de seguridad exhiben otra clase de adhesivos: aquellos que encarnan la protesta.
En la popular calle Gaza, que colinda con la sede residencial ubicada en la calle Balfour, imágenes de Benjamín Netanyahu, tachadas en rojo o acompañadas de la palabra «culpable», cubren paredes y portones como grito silente contra la conducción política del conflicto. La iconografía aquí también es poderosa: el premier no aparece solo como político, sino como símbolo de una guerra prolongada, de decisiones contestadas, de un liderazgo que para muchos, entre ellos los familiares de los secuestrados, ha dejado de ser legítimo.
«Convivimos con nuestras propias contradicciones. Por un lado, nuestros hijos van al frente; por el otro, hay un responsable de todo esto», señala a El Debate Yoram Mizrahi, un vecino del barrio de Rehavia que vive no lejos de la residencia del Primer Ministro.
El fenómeno de las pegatinas como lenguaje urbano de duelo y protesta está firmemente arraigado en la filosofía y tradiciones judías que instan a la perpetuación de la memoria a través del nombre. De ahí la importancia de que los memoriales en Israel recojan uno a uno los nombres de víctimas y caídos, como ocurre en el Museo del Holocausto de Jerusalén. Su nombre hebreo, Yad Vashem, se inspira en el versículo del profeta Isaías 56:5 que promete un «nombre perpetuo» a todos los hijos e hijas de Israel que sigan el camino de Dios.
En Israel, la iconografía urbana de adhesivos, carteles y estampas se ha vuelto un diálogo espontáneo de duelo, resiliencia y disenso. En una sociedad donde la palabra, el símbolo y la memoria son casi sagrados, cada pegatina —ya sea el rostro de un secuestrado, un soldado caído o del primer ministro— cuenta una historia y reclama su lugar en la memoria colectiva de un país en guerra.
Con información de El Debate
