



Sin sanciones ni un derrumbe en la producción –como ocurre en la vecina Venezuela–, Colombia está viendo cómo su industria energética pierde peso en la región por los caprichos ideológicos del presidente Gustavo Petro. La decisión del gobierno de no firmar nuevos contratos de exploración y explotación de petróleo y gas ha llevado a compañías como ExxonMobil, Chevron, Conocco Phillips, Repsol y Emerald Energy a abandonar o reducir significativamente sus operaciones en el país durante los últimos dos años. Y la lista aumenta con la noticia que circula este jueves sobre la decisión de Shell de vender sus activos en Colombia y poner fin a su sociedad con la estatal colombiana Ecopetrol. En contraste, Shell consolida su presencia en Argentina con una reciente asociación con Chevron para desarrollar y operar un oleoducto en el país gobernado por Javier Milei.


Alegando no haber encontrado gas en la magnitud esperada, la inseguridad en zonas clave y la necesidad de replantear su futuro en el país ante las decisiones del gobierno que vuelven “complicado” el panorama del sector de hidrocarburos, Shell decidió vender todas sus acciones en Colombia, incluyendo el 50 % de la participación en los bloques Fuerte Sur, Purple Angel y COL-5, que eran los principales contratos, según reveló el diario El Tiempo. Además, la empresa dejará de ser socia de Ecopetrol tras haber decidido vender también un proyecto gasífero en conjunto, considerado uno de los descubrimientos de gas natural más importantes del país.
Las consecuencias de los caprichos de Petro
Colombia está desaprovechando una oportunidad de oro, ya que la salida de Shell del país coincide con el vencimiento dentro de un mes de las licencias que había otorgado Estados Unidos durante el gobierno de Joe Biden a petroleras como Chevron, Repsol, Eni y Maurel & Prom para operar en Venezuela, pero que fueron revocadas por el presidente Donald Trump tras su regreso a la Casa Blanca, lo que en otros tiempos llevaba a las compañías a refugiarse en el mercado más cercano, es decir, Colombia.
No obstante, la caprichosa agenda verde del mandatario colombiano, quien insiste en la “descarbonización de la economía” argumentando incluso que “el petróleo y el gas son más dañinos que la cocaína”, está haciendo que los inversionistas miren más al sur, donde la desregularización, menor intervención y el reciente levantamiento del cepo cambiario convierten a Argentina en un mercado mucho más atractivo para el sector de hidrocarburos.
Fue por este motivo que al cierre de 2024 la industria petrolera argentina alcanzó niveles de producción que no se registraban desde hace 15 años, logrando incluso la hazaña de arrebatarle a Colombia en diciembre el tercer lugar entre los mayores productores de petróleo en Sudamérica con 765.000 barriles diarios, según cifras del Ministerio de Economía de Argentina, mientras la Agencia Nacional de Hidrocarburos (ANH) de Colombia daba cuenta de una producción de 755.000 barriles diarios en el mismo periodo. Los números no han variado mucho. Si bien Argentina muestra en febrero de 2025 una ligera disminución en la producción al bajar a 753.400 barriles diarios, lo que ha permitido a Colombia recuperar su lugar en el podio, las cifras de la industria colombiana siguen estancadas en 755.614 barriles diarios en promedio.
Argentina, la tierra prometida
La salida de Shell de Colombia aumenta las preocupaciones en la industria petrolera de este país, que sin duda empezará a ver una progresiva reducción en las cifras de producción. Mientras tanto, las compañías que abandonan Colombia y Venezuela –por caprichos ideológicos en el primer caso, y por falta de permisos para operar en el segundo– no solo consolidan su presencia en Argentina sino que además logran convenios para operar en conjunto.
Es así como Shell y Chevron completaron hace menos de un mes los trámites legales para sumarse como socias al consorcio que construye el oleoducto Vaca Muerta Sur para desarrollar y operar este proyecto de 3.000 millones de dólares que permitirá aumentar las exportaciones de crudo argentino al garantizar el traslado hasta una nueva terminal marina en la costa atlántica desde los campos de esquisto en Vaca Muerta, donde se impulsa la producción de hidrocarburos del país con los 446.000 barriles diarios en promedio conseguidos en marzo, lo que representa un incremento de 23,6 % con respecto al mismo periodo de 2024.
Fuente: PanamPost
