Brasil y Argentina: contraste entre el fracaso y el éxito económico de dos modelos

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En el actual contexto de América del Sur, Brasil y Argentina, dos de las economías más importantes de la región, han seguido trayectorias opuestas en sus modelos y perspectivas futuras. Mientras la nación bajo el liderazgo del presidente de la nación, Luiz Inácio Lula da Silva, enfrenta un proceso complejo marcado por la devaluación de su moneda y una inflación que ha venido subiendo de manera progresiva, Argentina ha mostrado señales de recuperación y fortalecimiento debido a las medidas implementadas por Javier Milei.

Brasil, con una economía diversificada y un amplio mercado de consumo, se mantiene como una de las principales potencias de la región. Sin embargo, las políticas de Lula, caracterizadas por un elevado gasto público y una fuerte intervención estatal, han contribuido al estancamiento de este país. La histórica devaluación del real brasileño ha debilitado la confianza en la moneda y reducido significativamente el poder adquisitivo de la población. Este deterioro, agravado por políticas monetarias expansivas y un creciente déficit fiscal, ha llevado los índices de la inflación a nuevos topes.

Además de ello, Brasil experimenta una desaceleración del crecimiento económico. A pesar de su tamaño, la falta de reformas estructurales, la corrupción y la inestabilidad política afectan su competitividad. El panorama es sombrío, marcado por un clima de incertidumbre en el que solo queda por ver si habrá algún tipo de corrección o si esta tendencia termina acentuándose y llevando a este territorio al fondo del abismo.

Por otro lado, Argentina ha comenzado a mostrar signos de recuperación. Uno de sus mayores logros ha sido el superávit energético, impensable bajo gobiernos anteriores. La producción de energía, especialmente en el yacimiento de Vaca Muerta, ha aumentado considerablemente, lo que ha permitido reducir la dependencia de las importaciones y generar oportunidades de exportación, mejorando así su balanza comercial.

Asimismo, el país ha acumulado superávit financiero, lo que ha fortalecido su solvencia y reducido la dependencia de préstamos internacionales. Las políticas fiscales responsables han ayudado a encaminarse hacia el equilibrio de las cuentas públicas, mientras que la inflación ha disminuido notablemente, generando expectativas de estabilidad económica a medio plazo.

La principal diferencia entre los modelos de ambos países radica en su enfoque hacia la intervención estatal, el gasto público y las políticas energéticas. Brasil ha optado por ser más intrusivo en su mercado sin implementar reformas estructurales. Esto ha elevado el endeudamiento y la inflación, mientras que la confianza en el gobierno y las instituciones se ha erosionado.

Argentina, bajo un enfoque más libertario con Milei, ha priorizado la autosuficiencia energética y la estabilización fiscal. El país ha aprovechado sus recursos naturales de manera estratégica, lo que ha sido clave en su recuperación económica.

El contraste entre estas economías es claro. Mientras Brasil enfrenta una creciente inflación, devaluación de su moneda y falta de reformas, Argentina ha iniciado un camino hacia la estabilidad económica. La recuperación basada en la autosuficiencia energética y la mejora de sus finanzas públicas, podría ser un modelo para Brasil, que necesita urgentemente reformas para potenciar su competitividad y controlar la inflación.

¿Brasil resistirá dos años más bajo Lula? Según la revista Forbes, será bien difícil. En 2026, se elegirá un nuevo presidente y, con el rumbo actual, es probable que la derecha retorne al poder. Si esto ocurre, Argentina podría servir como el modelo a seguir para desmontar el socialismo y devolver el poder al pueblo que quiere vivir en libertad, en paz y con prosperidad.

Fuente: PanamPost

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