México cuestionó la ofensiva de Trump contra Venezuela y pidió frenar la vía militar

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El gobierno de México volvió a marcar distancia de la escalada entre Estados Unidos y Venezuela este martes y ratificó su rechazo a cualquier tipo de intervención extranjera, en particular de carácter militar, en la región. La presidenta Claudia Sheinbaum cuestionó las acciones militares contra territorio venezolano, confirmadas por Washington en la víspera, y pidió que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) asuma un papel “mucho más protagónico” para evitar una profundización del conflicto.

Las declaraciones de la mandataria se produjeron luego de que el presidente estadounidense, Donald Trump, confirmara que fuerzas de su país llevaron adelante una acción militar contra un muelle en Venezuela que, según su versión, era utilizado para el tráfico de drogas. De acuerdo con información publicada por The New York Times, el operativo habría sido realizado mediante drones y tendría como objetivo una instalación portuaria vinculada al presunto grupo criminal “Tren de Aragua”, cuyo liderazgo atribuyen al presidente venezolano, Nicolás Maduro.

Así, México se suma a una serie de países latinoamericanos que denuncian la ofensiva militar y económica del gobierno estadounidense contra Venezuela, que persiste desde septiembre, cuando Estados Unidos incrementó su presencia en el Caribe en la mayor despliegue militar desde la crisis de los misiles en Cuba.

Política de no injerencia
Durante su conferencia de prensa matutina, Sheinbaum sostuvo que la posición mexicana se encuentra claramente delimitada por su marco constitucional y por una tradición diplomática basada en la no injerencia. “No estamos de acuerdo con las intervenciones, y menos con las militares. Esa es la Constitución de nuestro país y eso es lo que vamos a seguir defendiendo”, afirmó.

La presidenta evitó pronunciarse sobre las posibles consecuencias políticas de la presión ejercida por Estados Unidos sobre el gobierno de Maduro y rechazó cualquier especulación sobre un eventual cambio de régimen en Caracas. En ese sentido, subrayó que los conflictos internacionales deben resolverse a través del diálogo y de mecanismos multilaterales.

Sheinbaum insistió en que la comunidad internacional, y en particular la ONU, debe asumir un rol más activo frente a situaciones de este tipo. “Naciones Unidas tiene que tomar un papel mucho más protagónico en estos casos”, remarcó, al tiempo que reiteró la necesidad de privilegiar las salidas diplomáticas por sobre el uso de la fuerza.

La política exterior delimitada por México se inscribe en una tradición de rechazo a la injerencia en los asuntos internos de otros países y a sanciones unilaterales o acciones armadas. En el caso venezolano, históricamente los distintos gobiernos mexicanos han abogado por procesos de negociación entre las partes en conflicto y por soluciones de carácter regional: días atrás el representante permanente de México ante la ONU, Héctor Vasconcelos, se ofreció como mediador en el caso de una instancia de diálogo entre Estados Unidos y Venezuela.

Desde el inicio de su administración, en octubre de 2024, Sheinbaum ha reiterado que su gobierno mantendrá una política exterior “congruente” con la Constitución, basada en el respeto al derecho internacional. La semana pasada, incluso, se mostró dispuesta a convocar a países de América y de otros continentes para impulsar una salida negociada a los conflictos que atraviesan a Venezuela y a la región.

El canciller venezolano, Yván Gil, agradeció públicamente el llamado de Sheinbaum a la ONU, en un contexto de creciente tensión por la actividad militar de Estados Unidos y de endurecimiento del discurso de Trump contra Caracas.

Reacción regional
Las críticas a la ofensiva estadounidense no se limitaron a México. Cuba y Brasil también expresaron su rechazo a una eventual intervención armada. El presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, denunció el bloqueo naval y el despliegue militar estadounidense frente a las costas venezolanas, al que calificó como una violación del derecho internacional, y reiteró su apoyo al gobierno de Maduro.

En una línea similar, el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, advirtió que una intervención militar en Venezuela “sería una catástrofe humanitaria” y un grave precedente para Sudamérica. En el marco de la última cumbre del Mercosur, el mandatario brasileño remarcó que las verdaderas amenazas a la soberanía regional no son las fronteras sino las guerras, las fuerzas antidemocráticas y el crimen organizado. “El continente sudamericano vuelve a ser acechado por la presencia militar de una potencia extrarregional”, declaró el presidente de Brasil.

Mientras tanto, el gobierno de Estados Unidos defendió su accionar como parte de una estrategia de combate contra el “narcoterrorismo” y vinculó las operaciones militares con su política migratoria y de seguridad nacional de “Estados Unidos primero”. Trump aseguró que los ataques habrían afectado de manera significativa a las redes criminales y reducido el flujo de drogas hacia su país, el cual considera una de las mayores amenazas exteriores, aunque no brindó detalles precisos sobre los operativos.

Ante el argumento de que el uso de fuerza militar constituye una herramienta legítima para “salvar vidas estadounidenses”, las respuestas desde América Latina apuntan a otro costo. Lejos de reducir las amenazas, sostienen estos gobiernos, la militarización del conflicto profundiza las condiciones que dice combatir y vuelve a colocar a la región bajo la lógica de la imposición externa.

Fuente: Página12

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