Inocencia fiscal: el Estado argentino deja de lado la hostilidad parasitaria para con los ciudadanos

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Hay leyes y reformas que simplemente modifican cuestiones burocráticas, cuyas aprobaciones o derogaciones muchas veces pasan desapercibidas en los países más «normales». Es que, donde la economía funciona medianamente y el Estado no toma un rol de activa hostilidad contra los ciudadanos, las normativas incluso pueden tener sentido común. En Argentina, sobre todo desde el apogeo del kirchnerismo, el partido de gobierno se convirtió en un ente parasitario que se apropió de las estructuras estatales, con la finalidad de exprimir a los contribuyentes. No importa si las normativas que salieron por casi dos décadas generaban un sin fin de externalidades negativas para las personas.

Con todo lo que tuvo que ver con el dinero y la propiedad de las personas, las leyes aprobadas terminaron vulnerando el principio constitucional de la inocencia, hasta que se confirme alguna culpabilidad alguna. Entre las regulaciones imposibles, los impuestos abusivos, los cepos y una agencia recaudadora de impuestos tan sanguinaria como política, los argentinos aprendieron a vivir en la ineficiencia, informalidad y hasta en la ilegalidad (de leyes moralmente repudiables y de dudosa constitucionalidad, hay que decir).

La aprobación de la ley de «Inocencia fiscal» es más que una modificación en las normativas vigentes. Sí se eliminan cuestiones penales en investigaciones del fisco, sí se incrementan y actualizan los montos relacionados a eventuales investigaciones y sí se parte de la eventual inocencia del contribuyente frente al fisco por la culpabilidad «a priori» de un supuesto lavador de activos. Pero lo que se cambia con esta sanción tan necesaria es mucho más que esto.

A partir de ahora, el Estado argentino cambia la perspectiva para con los ciudadanos. La idea de la actual gestión, que va aprobando leyes y desregulando cuando los números en el parlamento lo van permitiendo, busca que el gobierno no opere contra las personas que supuestamente representa.

La maraña de saqueos estatales y hostilidad gubernamental para con la gente, en este caso con lo que tiene que ver con el dinero, llevó a los argentinos a la peor de las ineficiencias, que se convirtieron también en garantes de múltiples problemáticas.

¿Cuántas familias tienen sus ahorros en dólares (por el saqueo inflacionario del peso) en cajas de seguridad, cuando podrían obtener algún interés por un plazo fijo? Sin embargo, el temor a las problemáticas legales llevó a mucha gente a perder dinero, que además podría contribuir para reactivar la economía. ¿Cuántas personas tienen sus ahorros en sus hogares, por el temor al «corralito» y al corralón» de hace dos décadas? ¿Cuántos hechos de inseguridad y asaltos tuvieron que ver con todo esto?

En Argentina, la gente que pudo ahorrar o dejarle algo a sus hijos, muchas veces lo tuvo que hacer de espaldas al Estado, que fue más lejos de lo razonable en su desempeño controlador, mientras abandonó sus funciones indelegables, como la seguridad de las personas honradas. Así, se escrituran las propiedades por debajo del valor, se hacen transacciones de cambio de moneda en el mercado negro y se incrementan los hechos de inseguridad, porque la gente tiene que mover sus recursos (muchas veces escasos) fuera del sistema formal.

¿A cuántas personas le arruinaron la vida, cuando un entregador le informó a algún delincuente que alguien iba a trasladar una importante cantidad de dinero, por ejemplo, para comprar una casa? Un país sin crédito (donde la mayoría de las ventas de propiedades se hacen al contado), donde la gente tiene que mover los ahorros de toda su vida para comprar un departamento, es el caldo de cultivo para cualquier tragedia. Todos los argentinos supimos lo que es pasar por una situación semejante, con un temor equivalente a que a uno lo pare la policía o los ladrones.

La sanción de la ley de Inocencia fiscal es un paso en la dirección correcta, para que las personas puedan comenzar a operar en los sistemas formales, sin temor a represalias por sus recursos bien habidos.

Fuente: PanamPost

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