Argentina sin Cancillería: sólo bloopers, amenazas y show

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Coma inducido. No hay análisis estratégicos, no hay opiniones, no hay instrucciones de ningún tipo. Es lo que diga la Casa Blanca y punto. Ese es el diagnóstico de los diplomáticos que hoy ocupan embajadas en el mundo entero y evalúan que “es el peor momento de la Cancillería y de la carrera diplomática en la historia democrática”. Ni siquiera hay iniciativas ante un hecho dramático como es la ofensiva bélica de Donald Trump en el Caribe, frente a las costas venezolanas. “Lo peor de la situación -analiza el excanciller Jorge Taiana- es que la derecha desarmó todos los mecanismos para mediar en los conflictos de la región. Ni la OEA ni la Unasur ni el Mercosur (en el que estaba Venezuela) ni la Celac tienen existencia real. En el Caribe, Trump produjo 80 ejecuciones extrajudiciales y no hay respuesta alguna. Es como la desaparición del derecho internacional y el multilateralismo”. Otro excanciller, Rafael Bielsa, afirma: “es imprescindible rechazar la injerencia norteamericana y, al mismo tiempo, buscar una transición pacífica, democrática en Venezuela. El primer paso sería unificar posturas con Brasil”. En el ámbito diplomático, sin embargo, hay un temor aún más fuerte: que en la escalada ideológica del gobierno de Javier Milei, haya alguna locura, alguna participación en la aventura bélica de Trump.

Bloopers, amenazas, lentitud y circo
En las últimas semanas, lo que surgió de Cancillería y del canciller Pablo Quirno fueron goles en contra:

El gobierno de Malvinas autorizó la explotación de petróleo de las empresas Rockhopper del Reino Unido y Navitas de Israel. Salió a repudiar la secretaría Malvinas de la provincia de Tierra del Fuego, que intimó al gobierno nacional a enfrentar también la decisión británica. Un día después hubo un comunicado de Cancillería expresando “enérgico rechazo”. La lentitud tiene que ver con que la Casa Rosada no quiere nada que no sea alineamiento con Washington y Londres.

48 horas antes, el presidente Milei le dijo a un diario inglés que estaba negociando con el Reino Unido que se le levante el embargo -rige desde 1982- de armamento a la Argentina. El gobierno de Londres salió a desmentir. “no estamos negociando nada ni levantaremos el embargo”, fue la declaración oficial.

También esta semana, un diplomático de carrera, Héctor Rogelio Torres, exdirector del FMI, cuestionó suavemente la compra de los aviones F16. “Dinamarca nos vende F16 y compra F35. Nosotros los compramos y sentimos emoción patriótica. Triste”. En un hecho que casi no tiene antecedentes, el canciller Quirno posteó por X una amenaza: “si no está de acuerdo, renuncie”.

La otra movida tuvo que ver con la presentación de los aviones comprados a Dinamarca, inservibles para custodiar las costas, inservibles para cualquier confrontación con los británicos, inservibles para disuadir y hasta inservibles para entrenar a los pilotos, por el altísimo costo de las horas de vuelo. Pero el gobierno se lanzó a hacer todo un show.
El viaje a Oslo igualmente terminó en blooper. Milei regresó sin actividad alguna y cuando estaba en el avión de vuelta, llegó Corina Machado.

Lo elemental y el peligro
Lo elemental que hubiera hecho un canciller de Raúl Alfonsín o un canciller del peronismo es buscar una declaración conjunta y una foto con Brasil o México o Colombia o Chile alertando sobre una acción bélica en el continente, en este caso en Venezuela. Taiana recuerda que Estados Unidos intervino con militares en Panamá o Granada, pero nunca en territorio de América del Sur. La última vez que lo hizo fue en Malvinas, en 1831, antes que llegaran los ingleses, a raíz de la captura de buques loberos por parte del gobernador argentino de las islas, Luis Vernet.

Lo que se recuerda es lo contrario. Acciones para que no haya intervenciones ni conflictos bélicos. Alfonsín tomó la iniciativa para respaldar al Grupo Contadora para evitar el conflicto armado en Centroamérica. También Néstor Kirchner viajó para mediar entre Venezuela y Colombia ante el peligro de un choque bélico.

Como es obvio, el gobierno de Milei no pretende oponerse a las acciones de Trump, y el peligro más bien es el contrario: que, sobreactuando su alineamiento, se termine sumando a una demencial operación de Trump, urgido por su deterioro dentro de Estados Unidos. El mandatario tiene bajísimos niveles de aprobación, los alimentos y otros productos se encarecieron y está perdiendo elección tras elección en estados y ciudades norteamericanas. Como se sabe, en su momento también Carlos Menem envió dos naves al Golfo Pérsico para respaldar el bloqueo a Irak, como sobreactuación de las relaciones carnales con Washington.

Todo desactivado
Taiana y Bielsa coinciden en que hasta un gobierno progresista tendría dificultades para responder a la situación planteada por la ofensiva de Trump. Las instituciones que amortiguaban los conflictos -OEA, Celac, Mercosur, Unasur- están en crisis o en desaparición y los gobiernos de Brasil, México, Colombia y Chile han sido más bien cautelosos: emitieron declaraciones de rechazo a la matanza de Trump y al peligro bélico, pero no se reunieron para presentarse como un bloque frente a una posible acción por tierra.

Por su parte, la Cancillería y el gobierno de Milei prácticamente auspiciaron el avance de Trump pidiendo en la Corte de La Haya, cuando ni se debatía la cuestión, que se emita una orden de captura contra Nicolás Maduro. Lejos están de la posición de que haya una mediación entre el gobierno venezolano y la oposición para buscar una solución pacífica y democrática.

De todas maneras, en el mundo de la Cancillería lo que más impera es el silencio, la inacción. Todo consiste en esperar lo que diga o haga la Casa Blanca, aunque sea cambiante. Desde ese punto de vista, como nunca, el Ministerio de Relaciones Exteriores aparece borrado del mapa. Incluso se menciona que hay comunicados, por ejemplo, sobre las elecciones en Honduras, que ya vienen escritos por el Departamento de Estado, de Washington, con sólo el espacio para poner el nombre del país y la firma. Cuando se estudiaba inglés, el ejercicio se llamaba fill in the blanks: llene los espacios en blanco. El contenido fundamental ya viene escrito desde el norte.

Fuente: Página12

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