Rusia responde a los drones ucranianos desactivando el internet móvil

MUNDOAgencia 24 NoticiasAgencia 24 Noticias
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“¿Cómo puedes demostrar que eres de Rostov sin decirlo? Muéstrame una sola barra de internet“, rapea Pavel Osipyan en un video musical que ironiza sobre la vida cotidiana bajo los apagones digitales en Rusia. La frase, que se ha convertido en meme, resume la resignación y el humor con el que muchos rusos afrontan una realidad cada vez más extendida: la desconexión forzada de la red móvil, una medida que, según las autoridades, busca frenar los ataques de drones ucranianos, pero que ha transformado la vida diaria en decenas de regiones.

Desde junio, el acceso a internet móvil se interrumpe a diario en al menos 73 de las 83 regiones de Rusia, según un recuento de Na Svyazi, un grupo de voluntarios en el extranjero que monitorea la conectividad en el país. Las suspensiones, que pueden durar horas y afectan a millones de personas, se producen sin previo aviso y en patrones impredecibles. El objetivo declarado es dificultar la navegación de los drones enemigos, que, según analistas citados por The New York Times, emplean las redes móviles para orientarse. Sin embargo, la extensión de los apagones a zonas tan alejadas del frente como Khabarovsk, a 24 kilómetros de la frontera con China, ha despertado dudas sobre la verdadera motivación de la medida.

La vida en Rusia depende cada vez más de los servicios digitales. Para muchos ciudadanos, el teléfono móvil es la única puerta de acceso a internet. Aplicaciones para mapas, pagos, banca, transporte y compras forman parte de la rutina diaria. El propio presidente Vladimir V. Putin ha presumido este año de que el país está “un paso por delante de muchas otras naciones” en servicios digitales. Sin embargo, la capacidad del Estado para “apagar internet” a voluntad, como relata Katya, una moscovita de 32 años, ha convertido esa promesa de modernidad en lo que ella describe como un “gulag digital”. Katya y su pareja lograron regresar a Moscú desde San Petersburgo tras un fin de semana, pero solo después de sortear mapas incompletos y pedir ayuda telefónica para recargar su tarjeta de débito y poder repostar combustible.

Las órdenes de desconexión no provienen directamente de Moscú, sino de autoridades regionales que responden a supuestas intrusiones de drones, según documentos revisados por The New York Times. El Ministerio de Comunicaciones ruso no respondió a las solicitudes de información del periódico. Mikhail Klimarev, director de la Internet Protection Society, una organización rusa de derechos digitales en el exilio, sostiene que “el Kremlin ha pedido a las autoridades regionales que se defiendan de los drones; no pueden hacer otra cosa que apagar internet”.

El impacto de los apagones va mucho más allá de la incomodidad. En ciudades como Rostov del Don, los sistemas de pago con tarjeta de transporte dejan de funcionar, obligando a los pasajeros a buscar alternativas improvisadas, como transferir el importe directamente al teléfono del conductor. En Pskov, una empresa municipal de calefacción denunció que no pudo completar a tiempo la reparación de una tubería por la falta de conexión. El comercio electrónico y los servicios de reparto también sufren interrupciones, aunque la magnitud económica de las pérdidas sigue sin cuantificarse.

La desconexión afecta incluso a sectores ajenos a la tecnología. En Izhevsk, ciudad industrial a unos 1.300 kilómetros de Ucrania, los residentes han recurrido a los servicios de emergencia en busca de explicaciones, solo para recibir la respuesta de que se trata de una medida de seguridad y que deben tener paciencia. La eficacia de la estrategia es cuestionable: durante uno de los apagones, drones ucranianos atacaron una fábrica de misiles antiaéreos en la ciudad, causando tres muertos y decenas de heridos. No se emitió ninguna alerta aérea mientras la red móvil permanecía inactiva, lo que dejó a la población sin información sobre lo que ocurría.

La reacción social ante los apagones ha sido, en general, de resignación. En los tribunales de Krasnodar, abogados y clientes comentan las interrupciones como una carga más, pero suelen restarles importancia. “Simplemente se lo toman a broma”, afirma Sofia, estudiante de derecho. La falta de protestas en Moscú durante un corte previo al desfile del Día de la Victoria en mayo, cuando la ciudad recibió a líderes como Xi Jinping, fue interpretada por las autoridades regionales como una señal de que podían aplicar la medida sin temor a una reacción pública, según Sarkis Darbinian, abogado y experto en internet exiliado.

El argumento oficial se apoya en la seguridad nacional. El portavoz del Kremlin, Dmitri S. Peskov, atribuyó las molestias durante el desfile a “un vecino peligroso”, en alusión a Ucrania, y defendió que “todo lo relacionado con la seguridad pública está justificado”. No obstante, la extensión de los apagones a regiones donde no se han registrado ataques de drones, como Khabarovsk, alimenta el escepticismo. Artyom, trabajador remoto de la ciudad, considera que culpar a los drones es “una mentira muy conveniente” y añade: “Los drones no llegan a Khabarovsk. No veo ninguna conexión aquí”.

La desconexión de la red móvil no es total: las llamadas telefónicas siguen funcionando, ya que utilizan una red paralela a la de datos, y las conexiones inalámbricas independientes permiten a algunos usuarios mantenerse en línea. Ante la situación, varias regiones, desde Tula hasta Omsk, han anunciado la implantación de redes públicas inalámbricas para mitigar el impacto de los cortes.

La frecuencia y el alcance de los apagones han dado lugar a una cultura de memes y canciones que reflejan tanto la frustración como la adaptación de la sociedad rusa. Yelena, residente en Rostov del Don, relata cómo su hija ha tenido que buscar alternativas para pagar el autobús escolar durante los cortes. Arina, de Izhevsk, recuerda la confusión durante una alerta aérea sin acceso a información en tiempo real: “El gobierno guarda silencio o dice que todo está bien, pero todos pueden ver que no es así”.

Yekaterina Mizulina, responsable de la Liga por un Internet Seguro, afín al Kremlin, cuestionó en redes sociales la eficacia de la medida: “¿Por qué se está restringiendo internet si los drones siguen llegando?“. La pregunta resume la incertidumbre de una sociedad que, entre la vigilancia estatal y la amenaza de la guerra, ha incorporado la desconexión digital a su vida cotidiana.

Fuente: Infobae

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