





Pop Mart, la empresa que comercializa los famosos muñecos Labubu, inauguró su primera tienda en Berlín, Alemania, con decenas de productos y largas filas de personas impacientes por adquirirlos. La marca china saltó a la fama desde el año pasado por los juguetes coleccionables que, usando una particular estrategia de marketing, se convirtieron en fenómeno de ventas.


Su expansión no es casualidad. Llega en un momento cuando China redobla la apuesta por posicionar marcas propias a escala internacional tras el reciente escándalo en el que fabricantes chinos expusieron a marcas de lujo occidentales, sembrando dudas sobre su originalidad. Además, detrás de Pop Mart hay una estructura que se codea con el Partido Comunista Chino (PCCh). De hecho, su CEO forma parte de la Conferencia Consultiva Política del Pueblo Chino (CCPPCh). Eso coincide con análisis que señalan al gigante asiático, por convertirse “en una incubadora global de creatividad”, para expandir sus redes de influencia.
Lo que ocurre en Berlín es otra señal del boom mundial y su CEO es claro en el objetivo que mueve a la compañía. “Originalmente esperábamos convertirnos en el Disney de China; ahora esperamos convertirnos en el Pop Mart del mundo”, dijo Wang Ning, en una entrevista con Televisión Central de China (CCTV), controlado por el régimen de Xi Jinping. Solamente el año pasado, los ingresos de Pop Mart en mercados fuera de China por la venta de Labubus aumentaron un 375,2 %, según cifras de SCMP. Mientras que en los seis primeros meses de 2025, prevén que los ingresos se incrementen en 200 %. En paralelo, la fortuna de Ning asciende a 20100 millones de dólares, indica el Bloomberg Billionaires Index.
Ventas de Labubu en Occidente
A primera vista, entre China y Estados Unidos (su mayor enemigo geopolítico) hay tensiones comerciales que empeoraron con la guerra arancelaria luego de que el presidente Donald Trump elevara las tasas de importación a productos provenientes del gigante asiático —las cuales llegaban hasta el 145 %— y Pekín, a su vez, respondió. La tensión se alivió momentáneamente, pero no significa que el régimen comunista chino se haya cruzado de brazos.
Influir cultural e ideológicamente en sociedades de otros países, de forma silenciosa, también ha sido útil a China como estrategia. Prueba de eso es la existencia y expansión de los Institutos Confucio. Aunque oficialmente Pop Mart no habla de su relación con el PCCh, las palabras de su CEO resultan llamativas, pues, asegura que quiere convertir su empresa en “una marca de consumo china de clase mundial de nueva generación” y que probablemente este 2025 las ventas en el extranjero “superarán a las nacionales”. América del Norte podría incluso rebasar a las proyecciones que hay para el sudeste asiático, su mercado foráneo de mayor desempeño el año pasado.
Entonces, la fama de los muñecos chinos Labubu puede parecer inicialmente inofensiva, una moda impulsada por famosos y por TikTok. Sin embargo, su impacto es claro: China quiere ocupar más espacios comerciales y culturales en Occidente.
Continúa polémica contra marcas de lujo
En abril se hicieron virales videos en TikTok donde se afirmaba que productos de marcas de lujo, como Hermès, Lululemon o Louis Vuitton, se fabrican en grandes talleres de China por unos pocos dólares, antes de etiquetarse como “Made in France” o “Made in Italy” y venderse por decenas de miles de dólares.
Aunque muchas de esas cuentas originales fueron removidas o desactivadas y las marcas lo negaron, popularmente el mensaje caló. En la actualidad, en redes sociales hay mayor escrutinio del consumidor sobre el origen real y márgenes de ganancia en el mercado de lujo. No está claro si hubo impactos económicos directos en las grandes compañías, pero su reputación es algo que todavía se discute.
Fuente: PanamPost


