
Los líderes mundiales con los que se reunió el papa Francisco: ¿Por qué incluyó a dictadores?
MUNDO



Sólo autoridades tenían la posibilidad de una audiencia en persona con el papa Francisco. Siempre fue así. Los demás, turistas o peregrinos, sólo tenían dos opciones: gestionar una entrada para ingresar los miércoles, día de la bendición de Su Santidad en la Plaza de San Pedro o esperar hasta la celebración del Ángelus los domingos. Allí lo verían aparecer en la ventana de su residencia oficial, desde la cual, en menos de veinte minutos, ofrecía una homilía.


Hoy, la segmentación de su agenda de reuniones, dejó dudas sobre sus intereses que nadie podrá aclarar. Ni siquiera él intento disiparlas, al tener una serie variopinta de encuentros que pasaban desde los defensores más acérrimos de la democracia, como Javier Milei, hasta los artífices de las más grandes desgracias nacionales, como es el caso de Fidel Castro.
Aunque insistía en que “hay algunos que no se sabe bien con quién están y siempre consiguen salir airosos, pero sin ser claros” y cuestionaba a quienes “están de acuerdo con Dios y con el diablo”, sus reuniones con el dictador chavista, Nicolás Maduro; el heredero del régimen castrista, Miguel Díaz-Canel; e incluso, tres reuniones en el Vaticano con el presidente ruso, Vladimir Putin, contradicen las palabras de Bergoglio.
Las medias horas de conversa, sonrisas y gestos de empatía dedicadas a quienes le visitaban no generaron cambios en las trágicas realidades de Venezuela, Cuba o en la guerra que Moscú mantiene contra Ucrania.
Cerca del comunismo
La cercanía del papa Francisco con el comunismo se volvió irrefutable, luego de que admitiera una “relación cercana” con Raúl Castro. A puerta cerrada, ambos estrecharon un largo apretón de manos en mayo de 2015. Se conocían. No lo ocultaron.
“Él es un jesuita y yo, de alguna manera, también lo soy, siempre estuve en escuelas de jesuitas” dijo en su momento el dictador cubano, quien prometía “volver a rezar” no sólo en agradecimiento por el proceso de reanudación diplomática entre Cuba y Estados Unidos bajo el gobierno de Barack Obama, sino por el “carisma” del líder espiritual católico en la mediación que impulsó.
Cuatro meses después, Bergoglio aterrizó en La Habana. Durante cuatro días, cuidó su discurso sobre la dictadura castrista, evitó referirse a sus desmanes e incluso se reunió con Fidel Castro luego de una misa multitudinaria en la Plaza de la Revolución, en la capital de la isla.
Según declaraciones recogidas por la BBC, le entregó a Castro un libro escrito por un jesuita, el cual era profesor y le dio clases en la escuela católica a la que acudió. Por su parte, el artífice de la Revolución cubana le entregó al papa una colección de sus conversaciones sobre religión con el fraile brasileño Frei Betto.
De manera paralela a este encuentro, el sumo pontífice optó por hablar de las ideas de hermandad de la Iglesia. Así desvió sus planteamientos al acuerdo de paz que intentaban concretar el gobierno colombiano y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) en la isla por esos días.
Su segundo viaje a La Habana fue un poco más corto. Ocurrió en febrero de 2016 y era una breve visita en una escala en su viaje a México, donde se reunió con el Patriarca Kirill, de Moscú.
Durante su pontificado mantuvo una relación cercana con el régimen cubano y fue criticado por sectores del exilio y la disidencia por no pronunciarse abiertamente sobre la represión en la isla.
El vínculo con Cuba creció con la entrega de una paloma portando una rama de olivo junto a la inscripción “sed mensajeros de la paz y fraternidad humana” a Miguel Díaz-Canel en su visita al Vaticano en 2023. Sin embargo, el mensaje pasó inadvertido. El país sigue sometido a la miseria, la falta de servicios públicos y corrupción incesante.
Además, cúpula cubana resultó indiferente a sus exhortos al dejar al 60 % de la población que manifiesta fe católica sin los rituales tradicionales este año al vetar la procesión del viacrucis del Domingo de Ramos.
Bendición al chavismo
Las acusaciones de fraudes electorales, violación a los derechos humanos y la persecución de opositores en Venezuela quedaron a un lado para el papa Francisco, al bendecir a Maduro con una santa cruz en su frente en el Vaticano. La imagen frente al dictador fue una sorpresa. Ninguno anticipó este encuentro en agenda que permitió al régimen chavista aliviar las tensiones con la Mesa de la Unidad Democrática, (MUD) que desató la instalación de una Asamblea Nacional paralela a la elegida por voto popular en los comicios parlamentarios de 2015.
La visita favoreció a Miraflores con la publicación de un tibio mensaje de la Santa Sede, en el cual el papa exhortó al diálogo entre las partes, con el objetivo de “aliviar el sufrimiento de las personas” y promocionar un clima “de cohesión social”.
En el comunicado indicó que “tenía en el corazón el bienestar de todos los venezolanos” y manifestó “querer continuar ofreciendo su contribución a la institucionalidad del país y cada paso que ayudará a resolver las cuestiones pendientes y construir confianza entre el partes”.
¿Era flexible, se adaptaba o diplomático? Probablemente, todo en su conjunto. Una muestra de ello es cuando recibió a Putin, tres veces, a pesar de la incursión armada contra Ucrania, con la cual Moscú tomó casi 4500 km² de territorio ucraniano el año pasado. De hecho, un informe del Instituto para el Estudio de la Guerra (ISW por sus siglas en inglés), confirma que el ejército ruso avanzó más de 725 km² en territorio ucraniano en noviembre pasado, su mayor ganancia territorial en un mes desde marzo que comenzó la ofensiva en 2022. El récord anterior era de octubre, con 478 km². El balance demuestra que los diálogos con mandatarios sin valores ni fe son inútiles. Lo extrañarán para lavar sus culpas.
Fuente: PanamPost


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