Desmantelada una banda de ladrones chilenos que robó las residencias de estrellas deportivas en Estados Unidos

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¿Qué tiene en común Bobby Portis Jr., pívot de los Milwaukee Bucks, con Patrick Mahomes, la estrella de la NFL? ¿El quarterback Joe Burrow con Travis Kelce, el receptor de los Kansas City Chiefs y novio de Taylor Swift? No solo son deportistas de élite. Todos ellos son víctimas de una sofisticada banda de ladrones latinoamericanos que se especializaba en entrar a las mansiones de atletas en todo el país para despojarlos de joyas, relojes de alta gama y objetos de lujo. El Departamento de Justicia ha desvelado este miércoles la acusación en contra de siete ciudadanos chilenos, que enfrentan varios delitos federales por una serie de atracos cuyo valor supera los tres millones de dólares.

Bobby Portis, de los Bucks, lanzó en noviembre pasado un mensaje de auxilio en sus redes sociales. “Mientras estaba en un juego anoche, alguien entró a mi casa y se llevó algunas de mis posesiones más preciadas”, dijo el jugador de Milwaukee. Portis macó diez puntos en la derrota frente a los Cleveland Cavs. Mientras lo hacía, las cámaras de seguridad de su casa registraron cómo un par de hombres rompían una ventana de un dormitorio y entraban a la residencia. Se llevaron una caja fuerte con varios relojes, cadenas de oro, joyería y dinero en efectivo. También robaron una maleta Louis Vuitton y accesorios de diseñador. El valor del botín fue de 1,4 millones de dólares. Portis ofreció un correo electrónico para recibir cualquier pista que le permitiera recuperar sus cosas.

Las autoridades federales creen ahora que el golpe fue orquestado por una banda conformada por Pablo Zúñiga Cartes, Ignacio Zúñiga Cartes, Bastian Jiménez Freraut, Jordan Quiroga Sánchez, Bastian Orellano Morales, Alexander Huiaguil Chávez y Sergio Ortega Cabello, todos ellos ciudadanos de Chile entre los 23 y 38 años de edad. El FBI ha vinculado estos nombres a seis robos ocurridos en cinco Estados: Misuri, Florida, Wisconsin, Ohio y Tennessee. Los acusados enfrentarán penas de al menos 10 años en prisiones federales.

De poco sirvió que los ladrones cambiaran casi mes con mes los chips y números de sus móviles para evitar ser rastreados. Tenían entre sus costumbres hacerse selfies con la mercancía robada. En una de estas fotos, Pablo Zúñiga, de 24 años, sostiene el teléfono con la mano derecha. Detrás de él aparecen sus cómplices con las cadenas de diamantes y los lujosos relojes que, horas antes, eran de los astros del deporte. La imagen en manos de los fiscales fue tomada la noche del 2 de noviembre, minutos después de que la banda entrara a la casa de Bobby Portis en Wisconsin.

“Zúñiga Cartes usa en la imagen una camiseta de los Kansas City Chiefs, una referencia a sus robos anteriores. (...) En mi experiencia, los ladrones suelen presumir sus golpes a otros miembros de la red criminal”, señala Mark Sterling, el agente del FBI a cargo de la acusación.

La misma suerte que Portis la corrió Joe Burrow, el lanzador estrella de los Cincinnati Bengals. Los ladrones entraron a su casa, en Anderson Township, Ohio, mientras el equipo enfrentaba a los Cowboys en el estadio de Dallas, durante un juego del Monday Night Football. El robo ocurrió entre las seis y las ocho de la noche. Burrow había viajado a Texas el día anterior y los delincuentes aprovecharon un cambio de turno entre los guardas de seguridad para entrar a la residencia por la parte posterior, donde no había cámaras de seguridad. De allí extrajeron cinco bolsas de diseñador, lentes, relojes y joyería valuada en unos 300.000 dólares.

Los nombres de las estrellas deportivas afectadas, de las ligas de NFL, NBA y NHL (de hockey sobre hielo), no han sido revelados por el Departamento de Justicia. Sin embargo, las víctimas, los lugares y las fechas, coinciden con informaciones publicadas en meses pasados. El FBI no descarta que la banda haya perpetrado más atracos.

“La investigación sigue en marcha y creemos que estos individuos son solo la punta del iceberg de estos grupos de ladrones sudamericanos, que están actuando no solo en este distrito, sino en todo el país”, señaló recientemente el fiscal federal Kenneth Parker. El FBI notificó a finales de diciembre a las principales ligas deportivas de que las casas de atletas de élite estaban siendo objeto de robos. Al menos nueve deportistas de alto perfil fueron víctimas entre septiembre y noviembre de 2024.

El primer robo citado en la investigación del FBI ocurrió a finales de octubre pasado en Tampa Bay, la destacada ciudad al centro de Florida. Las autoridades afirman que el robo, dentro de la residencia de un jugador del equipo local de la NFL, los Buccaneers, ocurrió por la tarde, cuando estos enfrentaban a los Baltimore Ravens. De nuevo, el ladrón entró por una ventana para robar joyería y un reloj Rolex en un botín que asciende a los 167.000 dólares.

Desde entonces, los agentes del FBI realizaron una búsqueda nacional para cruzar reportes de robos en casas que cumplieran con el mismo patrón. En la pesquisa se dieron cuenta de que las residencias de Mahomes y Kelce, una de las parejas más explosivas del fútbol americano, habían sido robadas con apenas un día de diferencia, el 5 y el 7 de octubre, cuando los Chiefs jugaron en casa frente a los Saints de Nueva Orleans otro lunes por la noche. “Tengo suficientes elementos para creer que los robos en Tampa y Kansas City están relacionados”, señaló Sterling, quien está adscrito a la oficina de Tampa Bay.

La acusación federal revela “el consistente modus operandi” de la banda. Esta aprovechaba los eventos deportivos para llevar a cabo los robos. Pero no se limitaban a entrar en la residencia y hurtar objetos. Detrás de estos había una sofisticada trama y una división de tareas. La primera era rentar vehículos en el Estado de Florida, donde se han presentado los cargos, y desde donde salían con rumbo a las casas de sus presas, sin importar que estuviesen a cientos de kilómetros de distancia. Ortega Cabello, de 38 años, rentó varios de los vehículos con una licencia argentina falsa.

Otros se encargaban de rentar cuartos de hotel que servían como casas de seguridad, la falsificación de identificaciones oficiales y encontrar a los contactos que les compraran la mercancía robada. El grupo podía dividirse en células más pequeñas para “fijarse más víctimas como objetivo, maximizar las ganancias y mantener un bajo perfil”.

A finales de noviembre, las autoridades obtuvieron un dato clave para la investigación. Recibieron entonces la información captada por las torres de telefonía cercanas a los robos de Florida y Wisconsin. Allí encontraron un aparato de iPhone que estuvo activo a la misma hora de los robos a la casa de Portis y el jugador de Tampa Bay. Después de conseguir una orden judicial, el FBI logró acceder a la cuenta de la nube vinculada al teléfono móvil. En el iCloud encontraron la prueba más inculpatoria: las sonrientes selfies con las posesiones de otros.

Los seis atletas nombrados en la reciente acusación no son los únicos afectados por estos grupos. El delantero francés Olivier Giroud, ahora en el LAFC, y Luka Dončić, el astro esloveno del baloncesto, también se encuentran entre ellos. Los ladrones robaron el 30 de diciembre en Dallas objetos con valor de 30.000 dólares de la residencia del hoy jugador de los Lakers. Mike Conley, de los Timberwolves de Minnesota, también ha sido víctima de la red internacional. Al igual que las residencias de Max Muncy y Freddie Freeman, jugadores de los campeones Dodgers. Los robos se cometieron con el mismo modus operandi, mientras los beisbolistas estaban de viaje.

El Departamento de Policía de Los Ángeles detectó hace cinco años el primer caso de turismo criminal. Las autoridades creen que varios delincuentes chilenos se aprovechan de sus tipos de visado, el Electronic System for Travel Authorization (ESTA), que permite el ingreso a ciudadanos de 38 países con un análisis de antecedentes menos exhaustivo, para organizar y cometer los atracos. Los fiscales locales creen que este tipo de bandas sudamericanas son responsables de un centenar de robos cometidos en Los Ángeles a lo largo de 2024.

Fuente: El País

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