El segundo gobierno de Donald Trump que comienza en enero de 2025 parece tener una aproximación con Hispanoamérica diferente del primero. El posible nombramiento del senador Marco Rubio como secretario de Estado es un hito en la historia de los Estados Unidos al ser el primer hispanoamericano que ocuparía este cargo, lo que representaría para los hispanos en el continente una esperanza contra las dictaduras de Nicaragua, Cuba y Venezuela. Asimismo, la posible elección del senador Rick Scott como el líder de los republicanos en el Senado genera también altas expectativas, ya que ha mantenido posiciones fuertes contra las tiranías de la región y de la misma forma ha tenido una aproximación cercana con las fuerzas democráticas de cada contexto.
Con relación a Brasil, las recientes elecciones locales dejaron un mal sabor a la izquierda por su abierto fracaso, pero fue luego de la victoria de Trump que sectores del Partido de los Trabajadores (PT) han reconocido que no descartan el escenario de que en 2026 pierdan las elecciones presidenciales. Si Marco Rubio queda a la cabeza del Departamento de Estado y Rick Scott queda como líder de los republicanos en el Senado, es más probable que existan sanciones a los miembros del Supremo Tribunal Federal (STF) acusados por abuso de poder y censura. Si esto ocurre, es posible que esto tenga un impacto muy positivo en la popularidad de la oposición brasileña, lo que ayudaría a elegir más diputados federales y senadores para 2026. Y si esto ocurriese, en el Senado cabría la posibilidad de emprender un juicio político contra estos magistrados, lo que luego haría que el presidente de la República proponga nuevos integrantes para que sean aprobados por la nueva Cámara alta.
Trump ha dicho que no comenzará guerras, las terminará, por lo que en principio descartó una invasión a Venezuela para poner fin a la narcotiranía de Nicolás Maduro. En esta oportunidad, María Corina Machado lidera la oposición venezolana, lo que es un cambio sustancial en el fenómeno político del país a diferencia de Trump I, cuando lideraba Juan Guaidó. Los intereses de los Estados Unidos y de Venezuela coinciden si existe un cambio de gobierno democrático, no solo porque miles de inmigrantes volverían a su país natal, sino que se reactivaría la industria petrolera y las compañías norteamericanas tendrían más posibilidades de explotar petróleo venezolano sin la presencia de petroleras de países antioccidentales.
En ese mismo contexto, el gobierno de Lula da Silva rechaza los ataques emprendidos por el chavismo contra el gobierno de Brasil. Esto podría generar incentivos en Brasilia para una aproximación con la oposición venezolana. En entregas anteriores, habíamos afirmado que Lula era incondicional con Maduro, pero la actuación ofensiva contra Brasil ha llegado a tal punto que el chavismo está afectando la popularidad de Lula en su país. Ahora su postura respecto a Maduro ha cambiado y ha dicho que él es problema de los venezolanos y no de Brasil, lo que contrasta con su video opinando directamente sobre las elecciones venezolanas cuando Maduro fue electo por primera vez.
Con Marco Rubio y Rick Scott junto a Donald Trump, Hispanoamérica tendría más probabilidades de enfrentar a los tiranos y autoritarios a partir del próximo año. Los Estados Unidos se sumarían a la agenda que lidera Argentina en Suramérica en favor de la libertad de Venezuela. Si esto ocurre, junto al hecho de que la oposición brasileña tiene cercanía con la nueva administración norteamericana y con el gobierno de Milei, es más probable que se sumen también al tema de Venezuela luego de estar al margen desde 2022.
Fuente: PanamPost