La polémica reforma judicial en México eclipsa las primeras iniciativas de Claudia Sheinbaum
MUNDOAgencia 24 NoticiasIniciado noviembre, se cumple en México un mes de gobierno de la primera presidenta en la historia del país, un mes marcado por un intenso escrutinio público para determinar qué cosas estaban cambiando, acaso algunas por razón de sexo. Es pronto todavía para evaluar con criterio afinado, sobre todo porque aún se trabaja con un presupuesto heredado de la anterior Administración, lo que impide conocer en qué se traducirán las primeras voluntades expresadas. Han sido muchos los anuncios en materia de educación, vivienda, pensiones, y otros tantos los gestos en igualdad, soberanía, transportes, seguridad o el simple precio de la tortilla, el pan mexicano. A pesar de ello, el ruido legislativo para implantar con prisas una polémica reforma judicial, también heredada, que obliga a elegir por votación popular a todos los jueces, está opacando otras tareas de gobierno.
El traspaso de poder no solo se ha dado entres dos presidentes del mismo partido, Morena, sino con una vocación de continuidad repetida en la campaña electoral, circunstancia diferente de los proyectos personalistas de antiguos mandatarios, aunque representaran el mismo color político del anterior. Claudia Sheinbaum mantiene las pensiones de Andrés Manuel López Obrador y las amplía para las mujeres que aún no han alcanzado la edad de jubilación; mantiene las infraestructuras clave del sexenio anterior y las completa con varios miles de kilómetros más de vías de tren, por ejemplo; anuncia también que serán los ingenieros del Ejército quienes se harán cargo, como antes, de buena parte de estas obras. El papel de los militares en tareas civiles, como el control de aeropuertos y aduanas, no ha cambiado ni tiene signos, por ahora, de que lo vaya a hacer.
En la misma línea de continuidad se inscribe también la eliminación de organismos autónomos, como el Instituto de Transparencia y otros, que ya fueron condenados a muerte por el anterior presidente, una de las medidas contra las que más ha luchado la oposición porque consideran que acaba con los contrapoderes al Ejecutivo. Iniciativas como la ampliación de becas estudiantiles, la eliminación de algunos exámenes que taponan el paso de etapa a miles de estudiantes de clases bajas, y la creación de nuevas escuelas y universidades (330.000 plazas más de educación superior) con una inversión de 5.000 millones de pesos (248 millones de dólares) para su construcción, se encuadran de igual forma en la extensión de las políticas de desarrollo iniciadas en 2019. Así como la creación de un millón de viviendas de bajo precio por todo el país, con un costo de 600.000 millones de pesos.
El inicio de mandato, sin embargo, llega marcado por lo que en México se conoce como la grilla política, es decir, las peleas entre unos y otros en las Cámaras legislativas. No es para menos, habida cuenta de que se están aprobando reformas constitucionales de enorme calado que están abocando al país a una crisis institucional entre el poder Legislativo y el Judicial. Todos los jueces tendrán ahora que ser elegidos por voto popular, tanto los de primeras instancias como los altos tribunales, y se ha establecido un órgano administrativo y otro disciplinario para controlar el ejercicio de la justicia, ambos también envueltos en polémica.
La primera convocatoria de elecciones para ello está prevista para 2025, cuando todavía cunde la incertidumbre sobre algunos detalles no menores para implementar la transición entre el antiguo y el nuevo modelo. Cientos de jueces ya han declinado presentarse a estos comicios, lo que extingue su carrera, y en la Suprema Corte, ocho de los 11 ministros han rechazado también a sumarse a ese proceso, dando por finalizada su profesión. Han sido acusados por el Ejecutivo de salir del sistema para no perder el beneficioso retiro que otorga la ley actual, pero algunos incluso a eso han renunciado. Esta reforma se anunció sin engaños antes de la campaña electoral para obtener el refrendo de las urnas. Pero eso no impide que se esté aprobando, según sus críticos, sin un debate concienzudo entre todas las fuerzas políticas y bajo fuertes tensiones sociales que auguran un incierto futuro.
Como remate, la amplia mayoría de que dispone el partido gubernamental en ambas Cámaras ha aprobado una modificación constitucional para impedir a los tribunales pronunciarse sobre cualquier reforma constitucional que apruebe el Legislativo, luego no podrán intervenir en el cambio de modelo judicial. Tan mayúsculo ha sido el escándalo que la mayoría oficialista ha tenido que recortar algunos de los puntos más extremos, puesto que el redactado inicial vetaba a los jueces su pronunciamiento sobre reformas que afectaban al derecho internacional, que resguarda derechos humanos, por ejemplo. Una especie de pescadilla político-jurídica que se muerde la cola sin solución de continuidad. Algunos expertos en la materia lo califican de “purga judicial” y de ruptura de los contrapesos que garantizan los tres poderes estatales. Todo ello lastra la imagen de la presidenta.
Pese a todo, algunos analistas, como Humberto Beck, historiador del Colegio de México, sostiene que en esta nueva etapa ya no existe esa única voz monolítica del anterior presidente, el gran líder carismático de la nueva izquierda mexicana, hoy retirado de la política. “La voz de Sheinbaum es hoy una más entre varias voces morenistas, donde tienen peso otros líderes del partido”. La presidenta sigue hablando “al pueblo” cada mañana en la conferencia matutina que instauró su antecesor como un modo de “crear contenidos” en un mundo saturado de redes sociales, dice Beck. “Tenía que mantener eso porque fue una forma de comunicación revolucionaria que creo la sensación de que se habla y se escucha al pueblo”, explica el analista, quien echa en falta, además, una reforma fiscal que ni se ha anunciado ni se la espera.
Sheinbaum ha llegado al gobierno con un altísimo apoyo popular y un casi total poder de su partido en todo el país, pero las mayorías “no pueden canalizar la democracia, se necesita la función de los distintos poderes, no se puede interpretar el poder democrático como aplanadora intransigente”, dice el historiador. “No se trata de una dictadura, como sostienen los críticos, pero sí tiene una dimensión autoritaria, eso es inquietante, y también el protagonismo del Ejército”, lamenta. “Una mayoría no es un poder constituyente”, añade. Si alguna intención tenía Sheinbaum de imponer su sello propio, se hará difícil hasta pasado un tiempo, puesto que a mitad de mandato debe someterse a una ratificación en las urnas, y necesita para ello que las bases morenistas sientan la continuidad prometida con las políticas de López Obrador, el líder espiritual del movimiento.
A Martha Singer, politóloga de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), los primeros días de gobierno se le hacen, por ahora, una continuidad de la campaña electoral, con las mismas promesas, los 100 puntos que ya pronunció la presidenta en su investidura: “Todavía no veo hacia dónde va el diseño de las soluciones a medio y largo plazo, hay aún un inmediatismo para atender algunos asuntos, pero falta el presupuesto, que todavía no es el de Sheinbaum”, afirma. Lo que observa es un “ajuste judicial y un refrendo del Legislativo, que ha demostrado que es capaz de hacer cualquier cosa”. “Pero no necesitábamos esa evidencia”. A su parecer, la mayoría que le dieron las urnas partía de un hartazgo de la población, que demandaba diálogo social. “Si no se atiende eso, no construirá los puentes exigidos por la sociedad”, asegura.
En el orden económico, Singer valora la asistencia anunciada de la presidenta al G-20, la gran reunión de los líderes de países ricos y emergentes, a la que nunca asistió López Obrador. “Ahí sí demuestra una actitud de estadista, con mirada global, eso habla de poner a México en el lugar que le corresponde en el mundo” dice. Y también la posición que mantiene con Estados Unidos, de exigencia respetuosa de la soberanía, añade Singer. Se refiere a los reclamos de información sobre la captura del gran narcotraficante Ismael Zambada, El Mayo, en territorio mexicano pero detenido en Estados Unidos, que ha tensado la relación con aquel país, al que aún se le piden explicaciones. Las bolsas de violencia que desencadenó aquello en México y otras explosiones que se suceden por todo el país, es el peor escenario que ha encontrado Sheinbaum en sus primeros días. Aunque la estadística sigue parecida, con unas 100 muertes violentas al día, la impresión es que la inseguridad está desbocada.
Es en materia de igualdad donde se han visto los gestos más precisos y los pronunciamientos más contundentes. El último escándalo de una niña violada y perseguida por un aborto ha suscitado declaraciones severas de la presidenta, que se ha puesto manos a la obra por encima de las administraciones estatales intermedias. Tanto en la política de comunicación como en la creación de una Secretaría de las Mujeres se ve la intención de la presidenta de no soltar esas riendas, a falta, de nuevo, de un presupuesto que ratifique las mejores intenciones. También en Medio Ambiente, especialidad en la formación científica de Sheinbaum, se atisban las líneas de un cambio que está por definirse.
Es pronto aún para analizar con detalle lo que dará de sí este nuevo gobierno, pero la reforma judicial, que hoy marca el paso de la crítica política, amenaza con ser el elemento de continuidad con el anterior gobierno que lastre más el futuro de este. Los cambios en esta materia seguirán copando la actualidad política hasta que el sistema ruede con soltura, si es que llega a hacerlo. Y eso no será de hoy para mañana.
Fuente: El País