Nueva York es una ciudad de marcado signo demócrata dentro de la política norteamericana. También es verdad que es la residencia oficial del candidato republicano, Donald Trump. Hay colegas que creen que es poco práctico seguir el final de una campaña electoral desde esta ciudad porque se tiene una perspectiva limitada de un país continental. Y es cierto que Nueva York es la ciudad menos norteamericana de todo el país.
Ésta sigue siendo una ciudad ejemplar en muchas cosas, sus museos, sus espectáculos y en general su civilidad. También tiene lo peor de los nuevos tiempos que se traduce en ciertos radicalismos absurdos. Por ejemplo, el que, en todo Central Park, que mide 3,4 kilómetros cuadrados, casi ocho veces el Estado de Ciudad del Vaticano, no haya un solo sitio donde se pueda fumar, no vaya a ser que te sientes debajo de un magnolio y molestes a un jilguero.
En estos días se ha generado mucho escándalo por la decisión del propietario del Washington Post, Jeff Bezos, de que el periódico no respaldara en esta elección a ninguno de los dos candidatos presidenciales. Algo con pocos precedentes en esa cabecera claramente alineada con los demócratas. Lo primero que yo diría al respecto es que lo que no se puede negar al propietario de un medio es a fijar la línea editorial. Y eso incluye si se apoya o no a un candidato presidencial. Esto puede dañar al periódico porque una parte relevante de sus lectores se pueden molestar y dejar de leerlo. Pero nadie mejor que Bezos sabe lo que se está gastando de su bolsillo en mantener el diario vivo.
En algunos estados donde la elección es muy reñida, el que el diario local de referencia apoye a uno u otro candidato puede ser muy relevante. Este año la elección en Nevada está muy disputada porque Trump tomó la iniciativa de suprimir los impuestos a las propinas, que en ese estado, donde los casinos son una gran fuente de ingresos, son un factor determinante en el sueldo de los trabajadores de la hostelería. El diario local más importante, Las Vegas Sun, ha apostado por Kamala Harris.
Pero lo hace con una zafiedad que cuesta creer que de verdad puedan seducir a los votantes: «El Partido Republicano ha nominado como candidato a un mujeriego, narcisista y aspirante a dictador. Él y sus seguidores creen que hay que pisotear los derechos de la mujer, creen en dar más protección a las armas que a los niños en las escuelas, en silenciar la historia y la existencia de las personas de color y LGBTQ+, en forzar a las familias de clase trabajadora a escoger entre comer o comprar medicinas y en atacar incesantemente a los inmigrantes que sueñan con una vida mejor».
Después de describir a Satanás, Las Vegas Sun explica por qué hay que votar a Kamala Harris: «Por el contrario, el Partido Demócrata ha nominado a una líder que luchará por preservar los derechos y las instituciones que han hecho de los Estados Unidos la envidia del mundo mientras encabeza el sueño americano. Ella cree en el derecho de las mujeres a decidir lo que ocurre con su cuerpo, en proteger a los niños de los criminales pertrechados con armas de Guerra, en preservar la seguridad social y los programas sanitarios por los que los americanos han pagado durante toda una vida, en dar una ayuda a los que tienen necesidades y en crear sendas para dar la ciudadanía a inmigrantes que contribuyen a nuestra economía y a nuestras comunidades».
Con todo eso no hará falta explicar para quién pide el voto el diario que es cualquier cosa menos objetivo.
En Nueva York hay dos periódicos que son referencias planetarias: The New York Times y The Wall Street Journal. Ambos son rentables –el segundo más que el primero– y tienen millones de lectores en todo el mundo. Cualquiera sabe que el Times es un periódico de izquierda y el Journal de derecha. Confieso que soy suscriptor del WSJ desde hace lustros y que no leo casi nunca su información financiera –que es la que le da la mayoría de sus lectores. Sólo me centro en su información política y en sus páginas de opinión.
El Times respalda al candidato demócrata en todas las elecciones presidenciales. Por ser algo tan rutinario, no sé qué valor aporta a Kamala Harris contar con este apoyo, aunque imagino que, a estas alturas, el que el Times no se lo diese sí sería visto como una catástrofe. En cambio, el WSJ respaldó por última vez a un candidato presidencial hace casi un siglo: en 1928. Y habiendo un candidato neoyorkino y demócrata, Al Smith y uno californiano y republicano, Herbert Hoover, el diario financiero de Nueva York respaldó al californiano que arrasó en las urnas aventajando a Smith en 18 puntos porcentuales y logrando 444 votos electorales frente a los 87 de su rival.
Desde esas elecciones, lo que hace The Wall Street Journal. es ofrecer a sus lectores un análisis detallado de ambas candidaturas con las virtudes y defectos de cada aspirante. Este año lo ha hecho una vez más y lo que me ha parecido más interesante es, tras el duro editorial sobre la figura de Harris, la objetividad con la que han analizado la candidatura de Donald Trump. Como es obvio no rechazan el voto al candidato republicano, pero advierten los peligros que conlleva su candidatura. «Su segundo mandato puede ser una lucha entre los asesores partidarios del libre mercado que tuvo en su primer mandato y las voces proteccionistas, partidarias de establecer políticas industriales y pro sindicatos como las que rodean al candidato a la Vicepresidencia J. D. Vance.
Si Trump se alinea con éstos el Partido Republicano ya no será el partido del libre mercado y el gobierno más pequeño. Ésta es una forma en la que Estados Unidos puede ir hacia [el modelo de] un crecimiento lento como el de Europa donde todos los grandes partidos son partidarios [de la preponderancia] del Estado». Y el editorial termina con un breve párrafo que creo que es el mejor resumen de a qué se enfrentan los Estados Unidos mañana y con ellos todos nosotros. «Un segundo mandato de Trump implica riesgos, pero la pregunta, como siempre, es ¿comparados con qué? Los votantes pueden jugársela con la bulla de Trump o con la ascendencia continuada de la izquierda demócrata. Ojalá hubiera una opción mejor, pero eso es la democracia».
Amen.
*Para El Debate