Edmundo González permanece en silencio desde su llegada a España hace ya más de 24 horas

VENEZUELA Andrea Polidura*
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Sin fotos a su llegada a la base aérea de Torrejón de Ardoz, en Madrid, ni declaraciones a la prensa ni información de dónde está alojado. El opositor venezolano y presidente electo, Edmundo González Urrutia, aterrizó este domingo en España para iniciar su exilio. Aunque por las condiciones en las que se urdió su salida de territorio venezolano parece responder más a una deportación que una petición de asilo. De hecho, su círculo más cercano denuncia que, desde su llegada a la capital española, no han tenido contacto con el exdiplomático.

Su entorno cercano cuenta que desde la celebración de las elecciones, el pasado 28 de julio, hablaban con González Urrutia prácticamente a diario, incluso cuando éste se encontraba refugiado del régimen chavista en la Embajada de Países Bajos en Caracas. Sin embargo, desde hace más de 24 horas, coincidiendo con su llegada a nuestro país, aún no han podido establecer contacto con el opositor. Desde el Gobierno español tampoco se han ofrecido detalles sobre el futuro del ahora exiliado, justificándose en el siempre recurrente «por razones de seguridad».

La única fotografía pública que existe, por ahora, de la intensa jornada del domingo es en la que aparece su hija Carolina González, en un coche, a la salida de la base aérea de Torrejón de Ardoz. Ante la ausencia del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el ministro de Exteriores, José Manuel Albares, de gira por China, González Urrutia y su mujer, Mercedes, fueron recibidos por la secretaria de Estado para Iberoamérica y el Español en el Mundo, Susana Sumelzo.


     
 
Desde entonces, el exdiplomático ha publicado dos comunicados. El primero, a través de un audio enviado a la Plataforma Unitaria Democrática (PUD), su coalición política, donde denunció «presiones, coacciones y amenazas» para impedir su salida de Venezuela. En la grabación de audio, el opositor concluye diciendo que confía en que «próximamente continuaremos la lucha por lograr la libertad y la recuperación de la democracia en Venezuela».

Horas después, González Urrutia recurrió a su cuenta de X, antes Twitter, para tratar de arrojar algo de luz sobre su salida de Venezuela, todavía envuelta en contradicciones y misterio. En un comunicado oficial dirigida a la opinión pública nacional e internacional, el exdiplomático confiesa que decidió exiliarse en España pensando en su familia. «Mi compromiso no se basa en una ambición personal, está decisión es un gesto que tiende la mano a todos y espero que como tal sea correspondido». La misiva parece más una carta de despedida, que una declaración de intenciones.

Por su parte, la líder opositora María Corina Machado fue más allá y reveló que la vida del opositor «corría peligro». González Urrutia todavía tiene una hija, Mariana, viviendo en Venezuela y a la que no se le habría permitido salir del país, para asegurarse el silencio del presidente electo. La desconexión con su entorno más cercano es, cuanto menos, sorprendente. Será cuestión de tiempo saber qué papel jugará ahora el exdiplomático ya que, una vez que le concedan el asilo político y sin contar con la aprobación expresa del Gobierno, no podrá hacer oposición al régimen de Nicolás Maduro.

Siete días para una salida
La marcha de Edmundo González de Venezuela se empezó a gestar el pasado lunes 2 de septiembre, cuando el régimen de Nicolás Maduro emitió una orden de captura contra el verdadero vencedor de las elecciones. En ese momento, González se encontraba asilado en la embajada de Países Bajos, desde donde se puso en contacto con José Luis Rodríguez Zapatero.

El expresidente del Gobierno, muy vinculado al régimen bolivariano, le ofreció resolver la orden de captura en 24 horas y, el 5 de septiembre, Edmundo González se trasladó a la embajada de España. Una vez en territorio nacional, tanto Delcy como Jorge Rodríguez le amenazaron con no dejarle salir nunca de la embajada y le ofrecieron como alternativa la opción de retirarse al exilio. Tras días de reflexión, González acabó aceptando su marcha y aterrizó el domingo en Madrid.

*Para El Debate

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