

La guerra en Río de Janeiro no termina: causas y secuelas políticas del operativo contra el Comando Vermelho
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El operativo contra el Comando Vermelho, que dejó más de 130 muertos en Río de Janeiro, convirtió a la ciudad en escenario de una guerra contra esta banda criminal, sin escapar de la controversia política, tanto por falta de coordinación entre el poder central y el gobierno estatal como por las responsabilidades que se reparten entre el gobernador Cláudio Castro y el presidente Luiz Inácio Lula da Silva. Y es que ya una comisión del órgano legislativo del estado de Río de Janeiro está solicitando que el gobernador sea detenido y procesado por ordenar la acción policial que, según el mandatario regional, estuvo aproximadamente 60 días en planificación. Por otro lado, Castro intenta atribuirle también parte de la responsabilidad al gobierno de Lula.


¿Fue legal este operativo?, ¿hasta dónde llega la competencia del gobernador?, ¿se debería declarar al Comando Vermelho como grupo terrorista?, ¿qué papel juega Lula en el tablero de la geopolítica regional en medio del despliegue de Estados Unidos en el Caribe contra el narcotráfico y el acercamiento con Donald Trump para mejorar las relaciones? Todas estas interrogantes las responde Ricardo Salvador De Toma, doctor en estudios estratégicos internacionales, en entrevista con PanAm Post.
«Utilizar la Fuerza Armada Nacional –que se entiende que opera en el ámbito externo o contra enemigos externos principalmente– como si se tratase de elementos dispuestos para el enfrentamiento de fenómenos locales, fenómenos delictivos, que tradicionalmente deben ser enfrentados mediante acciones de tipo policial, es lo que genera este gran conflicto», explica el experto sobre la solicitud que hizo el gobernador de Río de Janeiro al gobierno nacional de incorporar a este operativo elementos de la Armada de Brasil, lo cual fue rechazado.
A diferencia del Tren de Aragua y el Cartel de los Soles, Ricardo Salvador De Toma aclara por qué el Comando Vermelho no puede designarse como organización terrorista, a pesar de tratarse de una de las mayores bandas criminales de Brasil que, según precisa, había emprendido un proceso de «territorialización de espacios», que no es otra que «la expansión de sus actividades, el control de grandes extensiones territoriales para expandir, como si se tratase de tentáculos que controlan, sus actividades en distintos ámbitos», que tal como señala, no se limitan al narcotráfico. También se han especializados en robo de bancos, camiones blindados y contrabando, en su mayoría de cigarrillos, vaporizadores y bebidas alcohólicas.
Fuente: PanamPost





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