La Cuba castrista: "El Gobierno roba lo poco que entra y nos tienen comiendo de la basura"

MUNDO - CUBA Andrea Polidura y Andrea Carrasco
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Tres mujeres cubanas, residentes en La Habana, cuentan las dificultades que atraviesan los cubanos en su día a día desde hace años.

Mientras que los turistas que llegan a Cuba empujados por el romanticismo de experimentar la pureza de un país sin injerencia extranjera, los cubanos son los que sufren la decadencia total de un país del que el 78 % de la población tiene la intención de emigrar.

La realidad es que, en contraste con los míticos Cadillac de los 50 que se caen a pedazos y que los cubanos no pueden llenar de combustible porque no hay para todos, como extranjero llegas a un hotel con todas las comodidades. Los cubanos se mueren de hambre y por falta de atención médica, pero algunos de estos alojamientos turísticos cuentan con su propio centro médico.

Así lo cuenta el piloto de una aerolínea europea que ha viajado con regularidad a Cuba en los últimos años y que prefiere permanecer en el anonimato por políticas de empresa. «En el ascensor había una planta que decía quirófano, o algo similar, no lo recuerdo exactamente; el caso es que el hotel tenía un centro médico propio exclusivo para clientes», explica. Además, «en ningún momento sufrimos un corte de luz en el hotel, aunque la calle por la noche quedaba casi totalmente a oscuras».

Lo que cuenta este piloto de nacionalidad española, contrasta con el día a día de quienes viven al son del régimen castrista. «El que no tenga quién le mande dinero o comida desde el extranjero no sé cómo puede vivir», confiesa Martiza, 55 años, por mensaje de WhatsApp desde La Habana.

La situación humanitaria en la isla del Caribe es cada vez más alarmante. El último estudio sobre Derechos Sociales, publicado este martes por el Observatorio Cubano de Derechos Humanos (OCDH), registra cifras récord de pobreza, alcanzando al 89 % de la población. Aún así, y por primera vez en los últimos años, los apagones continuos que sufre todo el país adelantan a la crisis alimentaria como la principal preocupación de los cubanos. Sin ir más lejos, este miércoles se sufrió un nuevo apagón total que se prolongó durante casi 24 horas. Es el quinto en menos de un año.

Gladys, 75 años, reconoce a  que «vivir el día a día es muy desgastante porque hay una decadencia total en el país». Ella misma sufre problemas para si quiera poder mandar unos simples mensajes ya que también han limitado el internet a «seis gigas al mes», asegura. Para ahorrar lo máximo posible contesta con frases cortas y concisas: «Apagones muchos, en los pueblos mucho más fuerte, pero en La Habana ahora mismo es constante».

Esta mujer, también residente en la capital, asegura, a diferencia de lo que en su momento declaró la ministra cubana de Trabajo, Marta Elena Feitó Cabrera, que el número de indigentes ha aumentado «notablemente», así como «los ancianos y personas con enfermedades mentales».

«Los ancianos sin dinero, solos y sin apoyo, algunos languidecen sin atención alguna. Sin medicinas y desnutridos», relata a su vez Martiza. En las tiendas tan solo se vende arroz y azúcar y si quieres disfrutar del lujo de añadir a la dieta algo de verdura, fruta, carne, pescado o incluso leche hay que ir a las tiendas privadas (Mypimes) que la mayoría de los cubanos no se puede permitir. Mientras, para los turistas, los hoteles ofrecen «huevos, queso, jamón, salmón ahumado, pan, café y muchísima fruta», el Gobierno «roba lo poco que entra al país y tiene al pueblo comiendo de la basura».

Pero la escasez no solo afecta a la cesta de la compra, también hay carencia de medicinas, combustible; en definitiva, de todo. Según el informe del OCDH, la situación alimentaria continúa siendo grave y señalan que siete de cada diez cubanos han dejado de desayunar, almorzar o comer. La proporción pasa a ser ocho de cada diez entre quienes tienen más de 61 años.

A todo esto, se suma que el 12 % de los isleños no ha podido adquirir medicamentos debido a su coste, y el 13 % no puede hacerlo a causa de la escasez. «Te enfermas y no hay medicinas. Te tienes que operar y no hay material quirúrgico. Las operaciones se eligen en reuniones en la dirección del hospital de acuerdo con las existencias de material quirúrgico», explica por mensaje Martiza. Pero la gravedad de la situación en la sanidad va más allá y es que los médicos entregan una lista de lo que necesitan a los pacientes para que estos lo consigan y así poder operarlos.

En definitiva, cuenta Carin, 48 años, desde La Habana, un día cualquiera en Cuba es «estresante y lleno de contratiempos». «El día a día se convierte en salir a trabajar sin incentivos ni perspectivas de mejorar y pensar cómo hacer para que el poco dinero que se gana alcance para comprar alimentos y pagar las cuentas», señala. Cualquier cosa, aparentemente sencilla, como puede ser cocinar, hacer las tareas del hogar, estudiar, hablar con tus familiares o cuidar a los niños, se convierte en una carrera de obstáculos cuando no puedes contar con electricidad, red de teléfono o, ni siquiera, un ventilador para hacer frente a las olas del calor.

Todas estas dificultades han provocado un aumento de la delincuencia e inseguridad en las calles. Así lo aseguran las tres mujeres que han decidido compartir sus testimonios con este periódico bajo nombres ficticios por miedo a represalias. «Se ven muchos más asaltos, más robos y también más asesinatos», lamenta Carin, que también explica que, antes, este tipo de información no se conocía porque el régimen cubano no permitía que se divulgara en los medios de comunicación. Pero, gracias a internet y las redes sociales, ha cambiado el modo en el que los cubanos se acercan a la realidad.

En los últimos años, muchos cubanos se han visto obligados a mendigar o rebuscar entre la basura. Hablamos de un país en el que el salario base es de 2.100 pesos y un cartón de huevos cuesta unos 4.000. Todo esto provoca que los cubanos se vean inundados por sentimientos como el desasosiego, la tristeza e, incluso, la depresión.

El miedo también es habitual y algunos habitantes de la isla han rechazado hablar con  ante el temor de que el régimen pueda escuchar o interceptar sus comunicaciones. El informe del Observatorio Cubano de Derechos Humano es claro y es que la mayoría de los cubanos, hasta el 92 %, rechazan frontalmente el castrismo y el legado que ahora defiende con puño de hierro Miguel Díaz-Canel.

El turismo es uno de los pocos motores que sigue nutriendo al país. Se trata de vender la mejor de las imágenes de un sistema que no funciona y que mata a su propia gente de hambre. Incluso los extranjeros, a los que se trata de enseñar la cara más amable, no pueden pasar por alto la cruda realidad que vive la isla. Tal y como cuenta el piloto español, es la propia gente de la calle la que te pide evitar alojamientos de hoteles de multinacionales «porque se llevan el dinero fuera de la isla».

Mientras los turistas disfrutan de una Cuba de excesos dentro de sus hoteles –excesos teniendo en cuenta la situación–, en el exterior la gente no tiene grandes cosas que hacer. «Siempre hay mucha gente en la calle, haciendo nada en particular, están sentados en bancos y sillas, pasando el rato». Quizá, esperando una brecha en el castrismo que les permita reencontrarse con un familiar, dentro o fuera de la isla.

*Para El Debate

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