
Del silencio a la resistencia: Familias cubanas frente al autoritarismo
MUNDO - CUBA



La dictadura cubana desató represión tras las protestas del 11 de julio de 2021, afectando a las familias de presos políticos.
Informe "Cuba: familias presas de la política totalitaria" muestra cómo estas familias se convirtieron en actores cívicos contra el régimen.
El 11J marcó un hito con miles de jóvenes protestando por escasez y crisis social; la respuesta del régimen fue violenta, con más de 1800 detenciones.
Las familias enfrentan vulnerabilidad económica y social, pero también una creciente politización y activismo cívico.
Proceso de activación cívica: romper el silencio, hacer reclamaciones formales, usar espacios digitales y manifestarse públicamente.
Testimonios revelan impacto emocional, con un 40% de niños mostrando problemas graves de salud mental.
El régimen usa acoso, vigilancia y campañas de desprestigio, generando un ambiente de temor que dificulta la solidaridad.
Iniciativas como el Movimiento Cuba de Luto reflejan la resistencia y un compromiso por un futuro más esperanzador.
El informe resalta la resiliencia de las familias, que han logrado conectar con redes de apoyo y voces en foros internacionales.
Su transformación va más allá del encarcelamiento, convirtiéndolas en símbolos de la lucha por un futuro democrático en Cuba.
La represión brutal que desató la dictadura cubana tras las protestas del 11 de julio de 2021 ha tenido un impacto trascendental en la vida de las familias de los presos políticos. Un informe titulado "Cuba: familias presas de la política totalitaria", elaborado por el historiador Leonardo M. Fernández Otaño y difundido por el laboratorio de ideas Cuba Siglo 21, pone de manifiesto cómo estas familias, que en su mayoría eran ciudadanos comunes, han evolucionado para convertirse en auténticos actores cívicos en su lucha contra el régimen autoritario de Miguel Díaz-Canel.


El 11J marcó un punto de inflexión innegable; decenas de miles de cubanos, en su mayoría jóvenes, se lanzaron a las calles para expresar su descontento ante una realidad insoportable: el desabastecimiento, la inflación y el colapso del sistema de salud, que se vio agravado por la pandemia. Pero la respuesta del régimen fue un ataque frontal y sistemático a estas manifestaciones de disidencia, con más de 1800 detenciones y una máquina judicial que operó a una velocidad alarmante para castigar la "sedición" con condenas severas.
No es solo la vulnerabilidad económica y social la que afecta a estas familias; también enfrentan una creciente politización. Como señala el informe, el 11J propició un proceso de activación cívica a través de cuatro etapas: romper el silencio, hacer reclamaciones formales, llevar la denuncia a espacios digitales y, finalmente, manifestarse públicamente. Este proceso es crucial, ya que ha permitido que muchas familias, sin experiencia previa en activismo, se organicen dentro de la sociedad civil tanto dentro como fuera de Cuba.
El testimonio del psicólogo José Otoniel Vázquez es impactante: el "estrés, miedo y ansiedad" afectan incluso a los más pequeños, donde aproximadamente un 40% de los entrevistados presenta problemas emocionales graves. Esto es particularmente inquietante cuando consideramos que muchas de estas familias son responsables de niños y ancianos, quienes sufren las consecuencias de la represión de forma directa.
El acoso represivo del régimen se manifiesta de múltiples maneras: amenazas, vigilancia, y campañas de desprestigio que generan un ambiente de temor que dificulta la cohesión comunitaria. A menudo, quienes se atreven a mostrar solidaridad con estas familias se ven obligados a actuar en la sombra, temerosos de represalias.
Sin embargo, dentro de este panorama desolador, emergen signos de resistencia. Iniciativas como el Movimiento Cuba de Luto o la propuesta de una Ley de Amnistía son ejemplos de una creciente articulación colectiva, que no solo refleja el sufrimiento ante la represión, sino también un compromiso por construir un futuro mas esperanzador. La capacidad de estas familias para superar la inexperiencia y convertirse en símbolos de lucha es un testamento del poder del activismo basado en la cercanía personal con el sufrimiento político.
El informe de Fernández Otaño no solo documenta la opresión sino que también destaca la resiliencia de estas familias, que han logrado conectarse con redes de apoyo tanto nacionales como internacionales. La lucha de estas familias se ha convertido en un eco del clamor por justicia, amnistía y libertad, y sus voces han comenzado a resonar en foros de derechos humanos alrededor del mundo.
En resumen, el dramático giro que ha tomado la vida de estas familias va más allá de una mera reacción al encarcelamiento de sus seres queridos; se trata de una transformación esencial que las ha llevado a ocupar un lugar destacado en la construcción de un futuro libre y democrático para Cuba. No podemos ignorar su valentía y perseverancia, ya que son ellas las que, en medio del miedo y la represión, han decidido tomar su destino en sus manos y exigir un país más justo. La cruda realidad de su situación es, sin lugar a dudas, un llamado de atención para todos aquellos que abogan por la libertad en el mundo.








Cuba destruye hasta su industria del turismo con el cadáver de un canadiense

Cuba enfrenta una grave crisis del transporte público que el régimen quiere ocultar
:quality(85)/cloudfront-us-east-1.images.arcpublishing.com/infobae/XOS72JWJRS5ISABHFTA6FFGKDI.jpg)