
De Nigeria a las redes sociales: la Iglesia católica ahora resiste el “fuego amigo”
MUNDO



El cristianismo sigue siendo objeto de persecución en distintas partes del mundo, y esa violencia no muestra señales de detenerse. Recordemos la masacre en Nigeria en 2022, cuando militantes de ISIS asesinaron a más de 50 cristianos durante una misa de Pentecostés. En la Navidad de 2023, también en Nigeria, ataques perpetrados por militantes fulani y otros grupos armados cobraron la vida de 140 personas, en su mayoría cristianos.


En agosto de 2023, en Pakistán, una turba de extremistas islámicos arrasó barrios cristianos, incendiando más de 80 viviendas y 19 iglesias. En 2024, en la República Democrática del Congo, grupos yihadistas asesinaron al menos a 49 cristianos en ataques coordinados en las aldeas de Mangambo, Katerrain y Kotaokola (según informes de organizaciones de derechos humanos). Entre 2023 y 2024, en la India se reportaron 1629 detenciones arbitrarias de cristianos y 547 condenas relacionadas con su fe (Open Doors, 2024).
En China, entre 2022 y 2024, cristianos uigures y de otras etnias fueron internados en campos de “reeducación” junto a musulmanes, donde enfrentaron torturas físicas y psicológicas, presionados para renunciar a su fe bajo amenaza de electrochoques y trabajos forzados. Y en Corea del Norte, en la provincia de Hamgyong del Norte, en 2011, una mujer cristiana y su nieto fueron ejecutados por el solo hecho de poseer una Biblia y practicar su fe en secreto (Korea Future).
Tampoco podemos olvidar los ataques a iglesias en Francia, Austria y Alemania, ni las agresiones del nuevo régimen sirio contra comunidades cristianas.
Estos son solo algunos de muchos otros casos que han ocurrido y siguen ocurriendo. Lo que quiero subrayar es que, aún hoy, los cristianos son perseguidos por profesar su fe. Muchos de ellos son verdaderos mártires contemporáneos, que han entregado sus vidas por confesar a Cristo como su Señor.
Mientras los cristianos enfrentan violencia física en muchas partes del mundo, también deben lidiar con un “fuego amigo” más sutil, pero igualmente dañino: los ataques desde dentro del propio cristianismo.
En los evangelios de Mateo 22:36-40 y Marcos 12:28-31, un escriba le pregunta a Jesús cuál es el mandamiento más importante. Jesús responde:
“Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y gran mandamiento. Y el segundo es semejante: amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos dependen toda la ley y los profetas” (Mateo 22:37-40, RVR 1960).
Asimismo, en Juan 13:34-35, durante la Última Cena, Jesús dice:
“Un mandamiento nuevo os doy: que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tenéis amor los unos por los otros” (RVR 1960).
Si esta es la base de nuestra fe, ¿qué sentido tiene que desde ciertos sectores del protestantismo se impulse una campaña de desprestigio contra los católicos? En plataformas como X, algunos influencers y pastores protestantes han ridiculizado el próximo cónclave, presentándolo como un ritual obsoleto o cuestionando la autoridad del papa. ¿Es esto coherente con el mandamiento de amar al prójimo? ¿Tiene algún propósito cristiano sembrar división entre hermanos en Cristo?
Una hipótesis es que ciertos grupos angloprotestantes, especialmente en EEUU, perciben el crecimiento del catolicismo hispano como una amenaza a su influencia cultural o espiritual. En un contexto donde los católicos hispanos representan una fuerza creciente, algunos recurren a la lógica de la “seguridad societal”, atacando al catolicismo para preservar su identidad. Otra posibilidad es el temor a la migración de fieles hacia la Iglesia católica, atraídos por su rica tradición litúrgica y claridad doctrinal.
En cualquier caso, estos “hermanos en Cristo” deberían reflexionar: ¿Cómo puede justificarse el “fuego amigo” bajo la luz del Evangelio? Como católicos, estamos llamados a responder con amor, incluso ante la descalificación, siguiendo el ejemplo de Cristo.
Tampoco podemos ignorar los ataques que provienen de sectores extremistas del judaísmo. En Jerusalén, por ejemplo, extremistas judíos han vandalizado iglesias, como la iglesia de la Flagelación en 2023, y han agredido a clérigos cristianos con escupitajos y actos de hostilidad. Para nosotros, como católicos, lo más difícil –y aún más hermoso– del amor cristiano es amar incluso cuando no recibimos amor a cambio. En ello hay un sacrificio, pero también una fuerza profunda y sincera. La Iglesia, en la encíclica Nostra Aetate (1965), expresó de forma clara e irrevocable su vínculo espiritual con el pueblo judío, subrayando el compromiso con un mundo en el que podamos coexistir unidos en paz y respeto.
Los católicos, fieles a la tradición y a la palabra de Dios, debemos amar siempre, aun cuando no seamos correspondidos. Debemos perdonar a quienes nos ofenden, como Jesús nos enseñó en el Padre Nuestro.
La elección del nuevo papa debe recordarnos la centralidad de la fe: que sea un pastor fiel al Evangelio, que con su ejemplo nos inspire a vivir según Cristo. A pesar de nuestras imperfecciones y pecados, estamos llamados al arrepentimiento, al perdón y a la conversión constante.
La Iglesia católica ha resistido durante dos milenios –ante persecuciones, calumnias y herejías–, y seguirá resistiendo. No solo frente a los ataques de quienes se declaran enemigos, sino también frente a los que, desde dentro o desde otras confesiones, buscan disminuirnos.
La Iglesia de Dios no será destruida. Ni por el odio, ni por la indiferencia, ni por las falsas doctrinas. Permanecerá, como lo prometió el mismo Cristo, hasta el fin de los tiempos. En este tiempo de cónclave, oremos por un papa que nos guíe con amor y verdad, y comprometámonos a vivir el mandamiento de Cristo: amarnos unos a otros, incluso frente al “fuego amigo”.
Fuente: PanamPost
