Por qué el mundo calla ante la restauración del matrimonio infantil en Irak

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La legalización del matrimonio infantil en Irak es solo uno de muchos capítulos con relación a abusos de derechos humanos cometidos en el mundo islámico. A pesar de que el Parlamento de ese país aprobó una legislación que otorga a los clérigos la potestad de decidir si una niña puede ser entregada en matrimonio a partir de los nueve años de edad, la novedad pasó desapercibida. Son contadas las menciones al tema tanto en internet como en organizaciones internacionales, las cuales muchas veces terminan siendo estériles.

La edad mínima para contraer matrimonio en Irak es de 18 años, con excepciones a los 15 siempre que hubiera un visto bueno judicial. Sin embargo, desde enero de este año los líderes religiosos tienen la potestad de cambiar lo establecido en Ley de Estatus Personal iraquí de 1959, tras la propuesta inicial del diputado chiita Raad al-Maliki. Esa decisión pasará por la interpretación de la ley sharía.

Lejos de ser una elección tomada desde la libertad, las niñas se enfrentan a un futuro incierto como ocurre en otros países donde el matrimonio infantil es una práctica habitual. Una encuesta de la ONU retrata que el 28 % de las niñas iraquíes se casaron antes de cumplir los 18 años, por ende la enmienda promete empeorar el panorama, legalizándolo y multiplicando historias como la de Huda, de 17 años, quien terminó como servidumbre en la casa de la familia de su esposo. Más allá del hecho en sí, lo llamativo es cómo ese tipo de abusos son obviados en el denominado mundo libre, donde abundan protestas apegadas a la agenda progresista que dice defender el feminismo o que ven en la guerra entre Israel y el grupo terrorista Hamás, una excusa para imponer una retórica antisemita y anti Occidente.

Romantización de la retórica islámica 
Para las mujeres en Afganistán tampoco ha existido un apoyo internacional contundente. Desde que los talibanes retomaron el poder en el 2021 ordenaron —solo por mencionar algunas medidas— prohibir el sonido de sus voces en público y anularon los divorcios de menores de edad obligadas a casarse. Algunos voceros internacionales lo tildaron de “apartheid programado y total de género”, como lo describió la cofundadora de la Asociación de Mujeres Juezas de España (AMJE) Glòria Poyatos.

Carteles reclamando estos abusos de los derechos humanos son los grandes ausentes en las marchas feministas de Occidente, incluyendo países latinoamericanos. En cambio, concentraciones contra “la extrema derecha”, como ocurrió en Francia, abundan. Esa dicotomía empeora ante la romantización del Islam. Prueba de ello son las protestas dentro de Estados Unidos que dicen defender a la población de Gaza promoviendo una retórica anti Occidente o las elecciones parlamentarias en Reunido Unido del año pasado, cuando candidatos propalestinos que se presentaron como independientes terminaron dando un fuerte golpe al Partido Laborista.

Esta “islamización de Europa” como la han denominado analistas o expertos, viene acompañada con datos como que en el año 2021 un total de 3,9 millones de personas en Inglaterra y Gales se identificaron como musulmanas. Es decir, el 6,5 % de la población total de esa región, según la Oficina Nacional de Estadísticas de Reino Unido (ONS).

Lejos de rechazar esta cultura, se debe tomar en cuenta que para 1990 la Organización para la Cooperación Islámica emitió la Declaración de los Derechos Humanos Islámicos donde la ley de la sharía es “la única fuente de referencia” para supuestamente salvaguardar los derechos humanos. Las interpretaciones de esa ley no han parado de ser noticia por los abusos en los cuales decantan y probablemente no será la excepción lo relacionado con el matrimonio infantil en Irak.

Fuente: PanamPost

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