¿Hay “tipo de cambio atrasado” en Argentina?

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Para Javier Milei, los economistas del mainstream —cuyo propósito es repetir como loros que en Argentina hay un “tipo de cambio atrasado”— opinan como un “disco rayado”. Para quienes no entiendan la referencia, cuando la música no venía solo en formato digital y escuchábamos discos de vinilo —con la superioridad sonora propia de ese material—, al “rayarse” un LP, la púa se detenía en el surco repitiendo una y otra vez un mismo segmento, hasta el momento cuando el oyente, harto, se acercaba para destrabar el dispositivo a mano.

En su artículo publicado en el diario La Nación, cuya tesis reiteró este lunes en una entrevista con Antonio Laje, Milei lamenta que los opinólogos de la economía, en su menú de posibilidades, no hayan considerado, por primera vez, el escenario de la apreciación del peso. Es que, al menos los economistas, deberían contar con herramientas como para diferenciar este momento histórico de lo ocurrido en el pasado de Argentina.

En clave “austríaca”, el presidente argentino advierte lo siguiente: “Nadie puede determinar el vector de precios de equilibrio general intertemporal de donde se deriva la afirmación de que el tipo de cambio está atrasado, ya que su cálculo implica conocer las preferencias, la tecnología y las dotaciones, tanto de la economía local como de la mundial, y no sólo en el presente, sino también para el futuro”.

Respecto a los cálculos para analizar el supuesto atraso o la falta del mismo, Milei advirtió también: “En un intento por corregir esta dificultad, los economistas suelen recurrir a promedios como si existiera un proceso de reversión a la media, lo cual implicaría que los parámetros profundos no cambian en el tiempo, lo cual es obvio que es falso”.

Igualmente, en el caso de buscar un paralelismo, y ante las críticas del exministro de Economía Domingo Cavallo, quien suscribe a algunas de estas tesis, el presidente argentino recalcó que, al día de hoy, la convertibilidad sería de 700 pesos. Es decir, bastante por debajo del tipo de cambio en la actualidad, el cual se considera “atrasado”.

En su columna de opinión, Milei repasó los procesos históricos previos a y resaltó que durante la dictadura hubo déficit acompañado de emisión esterilizada con tasa de interés. De hecho, en su libro “15 años después”, el mismo Martínez de Hoz reconoce haber hecho lo “posible” y no lo deseable con relación al ajuste y a las reformas, por temor de generar descontento entre la ciudadanía, así como el apoyo a los movimientos guerrilleros. El exministro de Videla también reconoció que el mismo Hayek le advirtió sobre este plan y cómo se encontraba condenado al fracaso en medio del proceso.

También recuerda las experiencias recientes del kirchnerismo, las cuales generaron un proceso inflacionario por el déficit y su consecuente emisión, terminando así en un proceso de dilapidación de reservas. Sobre lo sucedido bajo el gobierno de Mauricio Macri, Milei resaltó que tampoco se solucionó el problema del déficit, el cual se financió con endeudamiento externo. En ese contexto, un tipo de cambio flexible hace caer al dólar y genera un proceso fácilmente denominado como de “atraso”.

El argumento de “la calle” de “los econochantas”
En referencia a la situación sobre algunos precios de la economía doméstica y no transables, existe una confusión con respecto a algunos valores efectivamente altos (en comparación a otros países del mundo), pero no necesariamente se relacionan con el tipo de cambio.

Históricamente, incluso los economistas “antikirchneristas” y favorables a una economía de mercado, se concentraron en la cotización del dólar del día como para tratar de encontrar la razón (y solucionar) los valores de diversos productos, bienes y servicios en la economía local.

Si un producto X, al tipo de cambio del día, equivale a dos dólares, mientras en el mundo cuesta uno con cincuenta, las voces mayoritarias del mainstream siempre apuntaron a la cuestión del tipo de cambio atrasado. Lo sucedido siempre ha sido lo siguiente: se devaluó el peso con respecto al dólar, los precios se “acomodaron” durante un tiempo, pero luego se inició el mismo proceso una vez más. Sin embargo, en el camino, los salarios y el poder adquisitivo en términos generales de los argentinos se fueron licuando.

En cambio, en el caso de una revalorización del peso frente al dólar, la ruta para bajar el costo de ese producto —y todos los demás— es otro. Para empezar, reducir los impuestos a niveles de racionalidad. Como hemos visto desde el proceso que comenzó el Poder Ejecutivo Nacional, esto no es solamente un tema del gobierno central. Las provincias (incluso municipios) también necesitan aplicar el plan motosierra, tanto al gasto como a los impuestos.

Con los costos laborales y estatales en otro nivel, los productos llegarán a valores más razonables a las góndolas. Sin embargo, hay otro tema no menor:  la productividad.

Si vemos el caso de Brasil —usado con frecuencia para comparar con la Argentina— una cerveza, una gaseosa, un pollo o los 100 gramos de jamón cuestan menos que en el mercado local y esto se debe a un esquema productivo más eficiente. No pasa solo por el número de personas en el mercado local o en última instancia con el presidente Luiz Inácio Lula da Silva.

Cuando el esquema productivo, las maquinarias y el capital instalado es más eficiente, los costos de producción se derrumban. La población alemana es menor a la brasileña, pero también ellos pueden hacer una cerveza o un jamón más baratos que en Argentina.

Para esto es necesario permitir la inversión de los capitales extranjeros, tener maquinaria de punta y acceso a un mercado globalizado, para que los productos argentinos tengan destino internacional y así incrementar producción dando paso a reducir precios unitarios. Todo lo contrario a lo ocurrido durante el kirchnerismo, cuando los productores no podían comprar maquinarias y, en lugar de ello, viajaban para comprar un repuesto y esconderlo dentro del equipaje como si fuera un teléfono celular traído de Miami.

Si Argentina se focaliza en estas cuestiones, los precios de su economía doméstica van a ser más accesibles para todos, sin apelar a las devaluaciones que funcionan como una droga: alivio en el corto plazo y perjuicios mayores en el mediano y el largo.

Entonces, ¿cuándo podemos hablar de “tipo de cambio atrasado”?

En varios momentos de la historia reciente de Argentina existieron procesos compatibles con lo que se podría denominar de “tipo de cambio atrasado”, pero, detrás de esta definición advertimos ciertos parámetros comunes. El principal es el déficit fiscal. Cuando el Estado se dedicó a gastar por encima de sus ingresos, se apeló, lógicamente, al endeudamiento y a la emisión monetaria. Cuando la primera canilla se cerraba, se incrementaba el chorro del segundo grifo.

Al tener la misma cantidad de bienes en la economía y más pesos circulando, el populismo trató de “pisar” los precios. Es decir, a los productos de la góndola aplicarle “congelamientos” y “controles” y al tipo de cambio cepos. Al avanzar el proceso, los tipos de cambios oficiales (o libres intervenidos con la liquidación de divisas) quedaban “atrasados”, reflejando una supuesta paridad, la cual sería inexistente en un mercado libre.

En la actualidad, hay varias señales para llegar a la conclusión de que ahora el contexto es diferente. Para empezar, el tema fiscal. Al haber terminado con el déficit, el gobierno no necesita apelar a la maquinita para salir del ahogo diario. El fin de la impresión de pesos permite vislumbrar un proceso virtuoso en el corto y el largo plazo. En lo inmediato, con el ingreso de los dólares y la cantidad de pesos fija, se cierra la puerta a eventuales corridas hacia la divisa estadounidense. Ahora, en el mediano y el largo, con la consolidación de las inversiones y el incremento de dólares circulando, lo único que puede pasar fácticamente es lo dicho por el presidente Milei: el históricamente deseado dólar se caerá “como un piano”. En ese momento, será posible avanzar en una de las principales propuestas del proyecto libertario: el cierre del Banco Central de la República Argentina.

Fuente: PanamPost

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