Maduro se pone oficialmente el traje de dictador con ilegal juramentación exprés
MUNDOAgencia 24 NoticiasSin sorpresas, Nicolás Maduro celebró de manera exprés su ilegal juramentación con la que se puso oficialmente el traje de dictador de Venezuela, pues a pesar del amplio margen de casi seis meses entre el día de la fraudulenta elección y la toma de posesión, el Consejo Nacional Electoral (CNE) a su servicio nunca publicó los resultados, no se divulgó una sola acta y nadie informó por qué se suspendieron sin explicación todas las auditorias. Tampoco se puede olvidar que tanto el Centro Carter como el panel de expertos de la Organización de Naciones Unidas (ONU), acreditados por el propio organismo electoral como observadores internacionales, determinaron que las elecciones no fueron democráticas y, en su defecto, validaron las actas publicadas por la oposición que dan la victoria por casi 40 puntos de ventaja a Edmundo González, las únicas que se conocen. A eso habría que sumar que el improvisado boletín anunciado por el CNE fue creado con números matemáticamente improbables y que el permanente bloqueo de su página web pasó de ser un evento sospechoso a una irrefutable evidencia del robo de la elección.
El fraudulento acto de juramentación de Nicolás Maduro fue pobre, apresurado y evidenció el nerviosismo de un régimen en decadencia que se queda cada vez más solo. El único mandatario que estuvo presente en la bochornosa ceremonia que duró escasos minutos fue el dictador cubano Miguel Díaz-Canel. Poco después llegó el tirano de Nicaragua, Daniel Ortega. Rusia envió al presidente de la Duma (Parlamento). Otros como Luis Arce de Bolivia y Xiomara Castro de Honduras prefirieron no viajar a Caracas y, en su lugar, enviaron a sus embajadores, tal como hicieron también Claudia Sheinbaum de México, Gustavo Petro de Colombia y Luiz Inácio Lula da Silva de Brasil. Estos dos últimos con ciertas reservas e incoherencias al seguir exigiendo la presentación de las actas y aclarar que no reconocen los resultados pero avalando la juramentación de Maduro con su presencia.
La paranoia en el régimen llegó a su máximo nivel ante la promesa de Edmundo González de ingresar al país para juramentarse como presidente. No conforme con haber desplegado en los días previos más de 1200 funcionarios de contrainteligencia, la dictadura mandó a cerrar por 72 horas todos los pasos fronterizos y el espacio aéreo. Incluso desplegó el sistema de defensa de misiles antiaéreos. La juramentación de Maduro fue un acto blindado que empezó una hora antes de lo previsto y que además se celebró en el reducido Salón Elíptico de la Asamblea Nacional y no en el hemiciclo de sesiones como ha sido tradición. “Juro por el histórico, noble y aguerrido pueblo de Venezuela y ante esta Constitución, que haré cumplir todos su mandatos, inauguro el nuevo periodo de la paz, la prosperidad y la nueva democracia”, dijo el dictador con el mayor descaro.
Sin un ápice de legalidad
Nicolás Maduro no pudo convencer a nadie de su supuesto triunfo. Las pruebas del fraude sobran. De la victoria del dictador no hay una sola. Quienes lo acompañaron lo hicieron por mera complicidad. El circo montado para “certificar” los resultados anunciados solo de manera verbal por el presidente del CNE, el chavista Elvis Amoroso, ante un Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) presidido por la también chavista Caryslia Rodríguez, solo sumó otra irregularidad más por una larga lista de razones: como si la imparcialidad de Rodríguez no estuviera ya lo suficientemente en entredicho con su reciente militancia en el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), el TSJ no tiene competencia para validar elecciones sino únicamente para dirimir disputas frente a recursos presentados contra un resultado, el cual aún hay no existe.
Adicionalmente, el tribunal no entregó copias del recurso ni detalles de la actuación a las partes citadas a comparecer, no se informó quiénes formaron parte de los “expertos” que realizaron la “pesquisa” a las supuestas actas entregas por el CNE, que nadie más vio. Y por si fuera poco, el TSJ ya había felicitado previamente en su cuenta en X al “jefe de Estado Nicolás Maduro por su reelección”, lo que en un país democrático obligaría a cualquier sala de esta máxima corte a abstenerse de emitir cualquier sentencia al respecto.
Un golpe de Estado
Bajo todo este oscuro panorama arropado por un enorme manto de ilegalidades y actos inconstitucionales, Nicolás Maduro celebró su ilegal juramentación. Pero no como presidente. Como dictador. Si bien no es un calificativo nuevo, pues en los últimos años había venido sumando actos írritos para no considerarlo un presidente legítimo, este 10 de enero era la fecha de caducidad de cualquier ápice de legitimidad que le quedara. Esto ya no se debe al reconocimiento a un gobierno interino que asumió funciones paralelas apelando a interpretaciones de la Constitución, como ocurrió con el extinto y fallido interinato de Juan Guaidó. Ahora se trata de una clara violación a la soberanía que, según establece el artículo 5 de la Constitución, “reside intransferiblemente en el pueblo” quien la ejerce “mediante el sufragio”. Y eso fue lo que ocurrió, pero fue violentado por quien hoy secuestra el poder. Quien pretenda comparar a Edmundo González con Juan Guaidó solo le hace el juego a la dictadura. Las diferencias son abismales.
Con esta fraudulenta juramentación Maduro no solamente consumó el fraude electoral del 28 de julio. Lo que se ha perpetrado este viernes en Venezuela es un “golpe de Estado, como lo calificó la opositora Plataforma Unitaria Democrática (PUD). “Con la usurpación del poder por parte de Nicolás Maduro de la Presidencia de la República, apoyado por la fuerza bruta y desconociendo la soberanía popular expresada contundentemente el pasado 28 de julio, se ha consumado un golpe de Estado en contra de los derechos del pueblo venezolano”. El calificativo de circo ya no cabe. En la tragedia que vive Venezuela ya no hay un bufón que provoque risas. Bien podría compararse más bien con una película de terror.
Fuente: PanamPost