La economía rusa está recalentada, pero sigue dándole cuerda a los planes de guerra de Putin en Ucrania

MUNDOAgencia 24 NoticiasAgencia 24 Noticias
una-mujer-realiza-la-compra-en-un-supermercado-de-IHAJPLSONRH7NEZWDMUTLSWZRA

OSCÚ.- En Siberia no hay suficientes hombres para manejar los colectivos, en las granjas rusas las ordeñadoras piden el mismo sueldo que un programador informático, y los hoteles no consiguen camareros, cocineros ni personal de limpieza.

En vez de hundirse, como predecían todos, bajo el peso de las sanciones económicas de Occidente por la invasión de 2022 a Ucrania, la economía de Rusia funciona a toda marcha y es un motor en peligro de recalentarse.

El descomunal gasto militar, incluido el salario de los soldados, viene fogoneando el crecimiento económico, pero también la inflación y los salarios, ya que las empresas se ven obligadas a equiparar o superar el sueldo que ofrece el ejército para atraer trabajadores.

Según los economistas, Rusia puede permitirse seguir con su guerra en Ucrania varios años más, debido a sus ingentes ingresos por la exportación de petróleo y por el fracaso de las sanciones occidentales, en especial el tope al precio del crudo impuesto por los países del G7, que no logró mermar las remesas petroleras.

En parte, la economía de Rusia se está recalentando por la necesidad del presidente Vladimir Putin de reemplazar a los 20.000 soldados que mueren o son heridos en combate todos los meses, según datos de junio del Instituto para el Estudio de la Guerra. Los gobernadores regionales están ofreciendo inéditos bonos de enrolamiento para atraer nuevos soldados: Belgorod acaba de romper un récord, con un bono de 31.200 dólares.

Como resultado, en Rusia hay casi pleno empleo y los sueldos están por las nubes. La mano de obra y la capacidad de producción están “casi agotadas”, advirtió en julio la presidenta del Banco Central, Elvira Nabiullina, que dentro del gobierno ruso ha hecho más que nadie por sostener el esfuerzo bélico con su firme manejo del timón económico. “En realidad, este es un escenario de estanflación que solo podría frenarse con una profunda recesión”.

La funcionaria anunció un largo periodo de altas tasas de interés para intentar desacelerar la economía y reducir la inflación, algo que hasta ahora no ha funcionado… Y como señal de la gravedad del problema, el viernes el banco elevó su tasa de referencia del 19% al 21%, el más alto en más de dos décadas y por encima del 20% que anticipaban los analistas.

En su comunicado, el banco dijo que la inflación había sido “significativamente más alta” que lo previsto en julio. Para el 2024, el banco pronostica un crecimiento de entre el 3,5% y el 4%, y para el año próximo una drástica caída a entre 0,5% y 1,5%.

El aumento de la tasa de interés del Banco Central enfureció a varios de los grandes oligarcas rusos, y uno de sus exponentes más poderosos advirtió recientemente que las fábricas podrían ir a la quiebra, señal de las tensiones en la élite para contener la presión que existe sobre la economía de guerra de Putin.

Falta mano de obra
Las empresas privadas casi no pueden competir con los altos salarios militares. Una encuesta realizada este mes por la Unión de Industriales y Empresarios de Rusia reveló que al 82,8% de las empresas les cuesta conseguir empleados. Según Rosstat, la agencia estatal de estadística rusa, en junio el desempleo se derrumbó al 2,4%.

En el sitio web Avito, el tono en los anuncios de “oferta de empleo” para soldadores, peones de campo, choferes, mensajeros y empaquetadores raya en la histeria.

“¡Urgente se necesita!”, decía en los últimos días un anuncio de búsqueda de empaquetador de barras de chocolate. “¡Fácil! ¡No se requiere experiencia! ¡Tres comidas al día y alojamiento gratis!”, agregaba el anuncio, y ofrecía un sueldo de más de 4100 dólares al mes: en 2023, el salario nacional promedio era de apenas 763 dólares.

Según Rosstat, durante los primeros seis meses de 2024 el salario real en Rusia creció un 12,9% interanual, aunque los analistas independientes cuestionan esas cifras. Y según informó el marzo el periódico ruso independiente The Bell, los ingresos de los trabajadores más pobres son los que más rápido crecieron, con un aumento del 67%.

Alexander Tkachyov, un aliado de Putin y uno de los mayores oligarcas agrícolas de Rusia, se quejó recientemente de los altos salarios de los trabajadores de los tambos, que siempre fueron los trabajadores peor pagos, pero que ahora exigen un sueldo de 1550 dólares, equivalente al de un trabajador informático junior.

“No podemos pagar eso, y probablemente tampoco podamos más adelante”, dijo a principios de este mes en una feria de la agroindustria en Moscú.

Anton Petrakov, de Yandex Taxi —la versión rusa de Uber— dijo el mes pasado en un foro económico en Vladivostok que Rusia enfrenta una escasez de 130.000 taxistas. Y en Siberia la escasez de colectiveros provocó cierre de recorridos y reducción de la frecuencia del servicio, ya que en el ejército los choferes pueden ganar el doble.

Antes Rusia ocupaba los puestos de trabajo de bajos ingresos con inmigrantes de Asia central, pero después de que un grupo de tayikos quedara implicado en el ataque terrorista de marzo en el shopping Crocus City Hall, durante la primera mitad del año Rusia deportó a decenas de miles de trabajadores inmigrantes de Asia central y les negó la entrada a otros 143.000.

Según los medios independientes rusos, muchos trabajadores inmigrantes también han sido detenidos y enviados a la guerra, lo que convierte a Rusia en un destino laboral cada vez menos atractivo.

Recursos para la guerra
Las prioridades económicas de Putin quedaron plasmadas en el reciente presupuesto que envió a la Duma, donde se prevé que en 2025 el gasto militar y de seguridad alcance los 142.000 millones de dólares —el 40% del gasto total y más del 8% del PBI del país—, y que en 2026 y 2027 seguirá siendo elevado, señal de su determinación de seguir con la guerra. Pero ese gasto descomunal fogoneará aún más la inflación, y el viernes Nabiullina reconoció que en 2025 el banco no alcanzará su objetivo de inflación del 4%. y que recién lo logrará en 2026.

Algunos analistas independientes dicen que la inflación real es incluso mayor. Un informe del mes pasado del Instituto de Economía Transformacional de Estocolmo puso en duda la credibilidad de las recientes cifras oficiales y señaló que los principales indicadores económicos “ya son parte de la propaganda de guerra rusa”.

A pesar del recalentamiento de la economía, Vladislav Inozemtsev, economista ruso radicado en Estados Unidos y cofundador del Centro de Análisis y Estrategias en Europa, dice que Rusia puede permitirse seguir con su guerra varios años más.

“Rusia puede sostener esta guerra más tiempo del que Ucrania y probablemente Occidente pueden permitirse librarla”, dice Inozemtsev. “Putin parece muy confiado en que puede seguir uno, dos o tal vez tres años más. Por ahora, la situación parece bastante estable”.

“El complejo militar-industrial ruso no puede producir armamento moderno y actual”, afirmó. “Fabrican tanques y artillería de la era soviética, fabrican muchos proyectiles y misiles, pero misiles de corto alcance, que son bastante primitivos. La diferencia, sin embargo, es que pueden hacerlo en enormes cantidades”.

Pero Alexandra Prokopenko, del Carnegie Endowment for International Peace, dice que Rusia no puede aumentar aún más su producción militar debido a la escasez de mano de obra y las sanciones occidentales.

“Si bien la continuidad del comercio con países como China ayuda a la economía rusa, las sanciones restringieron mucho la capacidad del Kremlin para modernizar su ejército, cercenando su acceso a componentes esenciales y obturando sus transacciones financieras”, dice Prokopenko, y agrega que para el Kremlin el panorama a largo plazo es muy sombrío.

Por Robyn Dixon

Traducción de Jaime Arrambide

Por The Washington Post

Fuente: La Nación

Últimas noticias
Te puede interesar
Lo más visto