Nadie inteligente puede culpar a Milei por la situación de los jubilados

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Kirchneristas

Al kirchnerismo le importa más el relato que la realidad y las soluciones concretas, esto no es ninguna novedad. Ante el desastre que dejó su gobierno (y el escándalo del mismo Alberto Fernández), lo único que se le ocurre a la oposición es bombardear al oficialismo tratando de romperle el equilibrio fiscal al que llegó Javier Milei.

¿La excusa? Ahora, los jubilados claro. Mañana serán los docentes, los estudiantes, los científicos y cualquier colectivo que les sirva de excusa para confrontar con el oficialismo. No importa si el archivo reciente muestra a una Cristina Fernández de Kirchner vetando el 82% móvil de las jubilaciones o si Sergio Massa había dejado los ingresos básicos de los adultos mayores en 80 dólares mensuales (menos de la mitad que ahora).

Nadie dice que la situación de los jubilados sea la ideal. Ni siquiera que sea buena. Ahora, antes de responsabilizar a una gestión que tiene poco más de medio año, hay que recordar qué hizo el populismo kirchnerista con los argentinos que trabajaron y aportaron toda su vida. Para empezar, estatizaron los fondos de pensión de las personas que decidieron poner sus recursos en aseguradoras privadas. Después de la estatización, se dedicaron a destruir la moneda con déficits fiscales galopantes y con emisión monetaria inflacionaria, la que pretendían maquillar con fracasados controles de precios.

Pero, como si esto fuera poco, por razones electorales jubilaron a la gente sin aportes, generando una redistribución forzosa entre los que contribuyeron en su vida activa y los que no lo hicieron, sea por el motivo que fuere. Todo esto en el marco de la destrucción permanente del peso argentino.

Ante una situación precaria que nadie niega, hay dos enfoques para poder abordar la situación: o se corrige la macroeconomía, se sanea la moneda y su poder adquisitivo y se multiplican las fuentes de trabajo y los aportes (que es el camino que comenzó a transitar con éxito el gobierno) o se vuelve a recurrir al déficit y a la maquinita de imprimir billetes. Claro que con la falsificación del banco central el gobierno podría brindar aumentos permanentemente, pero no serían más que estafas nominales. Incrementos en los haberes, por ejemplo, del 5%, con una inflación del 9%, lo que no sería más que un recorte del 4%. Y si algo aprendieron los argentinos es que las personas de ingresos fijos son los que más se perjudican ante la estafa inflacionaria.

Una vez más, hoy el kirchnerismo y la izquierda saldrán a las calles, buscarán cortar calles, serán reprimidos, llorarán “dictadura” y se lamentarán por no conseguir los dos tercios que necesitan para contrarrestar un veto presidencial, que ponía en jaque la responsabilidad fiscal conseguida.

Claro que no podrán evitar caer en el absurdo y quedarán expuestos ante una opinión pública que cada día comprende mejor que el rumbo en el que se embarcó Argentina es el correcto para solucionar los problemas de fondo.

Fuente: PanamPost

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